¿Qué novedades ofrece su nuevo libro, Edén,

Por un lado es la vuelta al estilo cinematográfico de El guardián de la flor de loto, mi primera novela. Pero junto a esta pretensión de entretener al lector, o la de intentar que no pueda dejar de pasar páginas una detrás de otra, he volcado una dosis alta de compromiso, ya que estamos en un momento social que lo exige. Del mismo modo que El guardián de la flor de loto encerraba una búsqueda de reinvención personal en cuanto a buscar tu propio camino o tu propio yo, considero que en estos días ya hemos encontrado todos nuestro propio camino, pero es el momento de cogernos de la mano y construir nuestro edén común. Es subir un escalón hacia la reinvención social y considero que ahora estamos en un punto en el que tenemos que dar un puñetazo en la mesa y decir no a determinadas injusticias que vemos cada día en el periódico. Y mi forma de conseguirlo ha sido escribir una novela tan entretenida como comprometida.

Parece entonces que el libro se ha publicado en el mejor momento, cuando la corrupción en este país ha tocado fondo.

Parece que estaba buscado que se publicara ahora porque la novela habla de destruir una civilización decadente, aunque también hay asesinatos y rituales de estereotipos despreciables. No quiero decir con esto que la solución para acabar con los males sea exterminar a los corruptos, sino que nos sirve para cuestionarnos los grandes dilemas que planean sobre nuestras cabezas en el día a día.

¿Y usted da claves para poder realizar ese cambio?

La pregunta que sirve de base para la trama y que se convierte en el reto para el lector se resume en hasta qué punto llegaría él para cambiar el mundo. Todos tenemos que ser conscientes de que para dejar un mundo mejor que el que nos hemos encontrado es necesario sacrificar algo de nuestra esfera personal. Todas las gestas tienen un precio. Y las verdaderamente importantes tiene un precio mayor. Tenemos que potenciar la virtud del sacrificio en cuanto a sabernos parte de algo superior a nosotros como individuos que merece toda nuestra entrega como cualquier acto de amor. Del mismo modo que nos entregamos a una relación amorosa en cuerpo y alma, y sin esperar nada a cambio más que el mero hecho de entregarnos a ella, creo que tenemos que empezar a entregarnos a la sociedad en que vivimos de la misma manera.

¿Y cuál cree usted que sería el modo adecuado para poder realizar esa entrega?

Sin pensar en la satisfacción personal, sino en la recompensa social. Como bien aprendí cuando estuve conviviendo con la gente de la Amazonía, o en las mismas favelas, que son dos universos extremos, compruebo que ninguno se escapa de vivir sin aquellos que tenemos al lado. Y esto es una enseñanza muy saludable del día al día y muy liberadora. Porque empiezas a dar pasos en la dirección correcta que te permite llenarte los pulmones de oxígeno.

Usted ha viajado mucho para preparar sus novelas. ¿Fue fácil tener que penetrar en la parte más desfavorecida de Brasil?

Por un lado, hice dos viajes de documentación al Edén originario, que es la Amazonía, que es como un Edén perdido porque la estamos desforestando de forma obscena. Y tuve la oportunidad de compartir unos cuantos días con nativos de la zona de Manaos y de Mato Grosso, que son dos áreas de selva diferentes. Pero, por otro lado, hice un viaje de documentación a Sao Paulo, que representa las grandes urbes y que podría ser el Edén prometido con prosperidad e innovación tecnológica, el que se convierte en un edén frustrado ya que los miles y miles de personas que se desplazan a esa zona buscando la prosperidad terminan viviendo en cinturones de favelas que rodean el puñado de rascacielos del centro. Está claro que el modelo de éxito que nos han vendido durante las últimas décadas no funciona, y se comprueba en un país como Brasil con semejantes contraste, porque por un lado tiene lo mejor del planeta en paisajes naturales, o espíritu emprendedor. Pero, por el otro lo peor que es una inseguridad apabullante y una desigualdad tan profunda que en el pasado habría derrocado imperios.

¿Cree entonces que Brasil es el mejor marco para este tipo de revoluciones?

Sí, porque las revoluciones surgieron en unos lugares en los que se habían establecido ambos fenómenos que describía, y se convierten en un escenario ideal para contar esta aventura que habla de cambiar una civilización decadente. Y es que Brasil, al tener lo mejor y lo peor de nuestro mundo, era el foco ideal para cuestionarnos estas preguntas complejas.

¿Considera que Edén es su mejor libro hasta el momento?

Los autores no tenemos un mejor o peor libro, máxime cuando los escritores nos entregamos a cada libro que escribimos. El propósito es escribir con compromiso cada línea independientemente de que tardemos más o no a llegar al fin. Pero sí creo que es el libro que los lectores necesitan en estos momentos. Lo digo con seguridad dado que, por un lado, van a encontrar algo de entretenimiento que es necesario en estos tiempos locos que nos toca vivir. Y por otro lado confío también en que encuentren inspiración para apuntarse a este cambio social que necesita este mundo. Sobre todo lo que más van a encontrar son preguntas, y ellos son los que tienen que formular sus propias respuestas ya que el mundo no lo cambian los libros, sino los lectores. Creo que lo importante, al enfrentarnos con una novela, es que, aparte de que nos divierta, nos haga pensar.