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CINe

Poderosos niños de barrio

El documental de Amaury Santana 'Con cuatro cuerdas' testimonia el proyecto Barrios Orquestados. Esta noche se exhibe en Humanidades de la ULPGC

"En mi opinión, crear es interpretar. Entiendo siempre la película como un punto de vista, una visión parcial sobre una experiencia mayor que jamás podrá ser explicada completamente. Seguramente, cada profesor tenga su propia percepción del proyecto Barrios Orquestados, y esta será diferente a la de cada uno de los padres o la de cada uno de los niños. La película aporta su propia forma de entender un período concreto de este proyecto. Esa interpretación, ese conjunto de emociones que se van suscitando mientras se va conociendo cada vez más el proyecto, es lo que hace necesario que Con cuatro cuerdas exista."

Las palabras son de Amaury Santana, director del documental Con cuatro cuerdas que hoy viernes, 9 de enero, a las 20.30 horas, se estrena en el salón de actos de la Facultad de Humanidades de la ULPGC. El largometraje, de setenta y cinco minutos de duración, documenta el proyecto Barrios Orquestados, dirigido por el músico José Brito. Ideado en 2005, pero desarrollado a partir de 2011, el proyecto se inspira en experiencias similares llevadas cabo en países latinoamericanos para crear orquestas en zonas desfavorecidas. En este caso, orquestas de cuerda frotada (violines, violas, cellos y contrabajos) en barrios marginales de Canarias. Barrios Orquestados ha empezado por Gran Canaria, pero su intención, según explica su página web, es extenderse "en todos los barrios periféricos de la capital de cada isla del Archipiélago que tengan necesidades especiales a nivel social y cultural, y donde la cultura llega aletargada o, simplemente, no llega."

Amaury Santana (San Mateo, 1981) llegó a Barrios Orquestados a través del músico, y profesor del proyecto, Dávide Payser. Con él coincidía en el lugar de encuentro Café D'spacio, situado en el número 54 de la calle Cebrián. "Para la grabación fui acompañando el propio curso académico," dice. "Comencé alrededor de marzo con el proceso de selección de alumnos del nuevo grupo en Jinámar y continué hasta su concierto de final en junio. En la medida de que se trata de un estilo de cine directo, de observación y sin entrevistas, la grabación iba siendo esporádica y sujeta a las actividades que el propio proyecto generaba. Con todo ese material fui dando forma a una historia que se reveló en el montaje."

La película de Amaury Santana avanza anclada a la necesidad obligada de que se entienda qué es Barrios Orquestados. Se agradece que desde el minuto uno deje bien claro lo que el proyecto no es. Es cuando su director, José Brito, comunica lo siguiente a los padres: "Lo primero que deben saber es que nosotros no somos ni Gobierno, ni Cabildo, ni Ayuntamiento. No tenemos nada que ver con las instituciones." Significativo es que un proyecto gratuito, que sus promotores emprenden de manera desinteresada esquivando el concurso de las administraciones públicas, sea de los de mayor calado llevados a cabo en la historia reciente de Las Palmas. La principal baza para el éxito de este proyecto que hace poderosos a los niños a través de la música es su independencia. El tiempo dirá si no acabará muriendo atrapado en la telaraña institucional canaria.

Hermoso final

Hay momentos emocionantes en este documental de montaje preciso (a cargo de Óscar Santamaría) y hermoso final. El primero llega muy pronto, con las miradas de los niños durante la captación de los primeros en el barrio de Jinámar. Otro es durante la reunión de padres. Barrios Orquestados "recoge" a nuestros hijos, explica uno de los padres, "es el primer proyecto que se hace en Jinámar", añade dirigiéndose a otros padres. "Y no solo recoge a los niños, también nos recoge a nosotros".

Le pregunto a Santana por sus mejores momentos: "Hubo varios. Sobre todo más hacia el final del proceso de grabación. En la medida que fui conociendo el proyecto mientras iba grabando, la cámara también se fue volviendo más segura y pude sentir más lo que sucedía alrededor. De los que no están grabados, recuerdo muy especialmente el debate con los padres convocados en asamblea para decidir si el proyecto participaba o no en la cadena humana organizada para la plataforma contra el petróleo. De los que sí grabé, tal vez los más emocionantes sean los encuentros de sábado, donde se reunían los grupos de los tres barrios para concertar conjuntamente todo el trabajo musical que se estaba haciendo. Esa integración de profesores, alumnos y padres trabajando en una misma dirección era verdaderamente impresionante."

Una de las fortalezas de Amaury Santana como cineasta es su capacidad para pasar desapercibido. Es un buen punto de partida si de lo que se trata es de testimoniar realidades. Hasta ahora, Santana había tirado mucho metraje buscándose a sí mismo. Luces (2008), Diarios (2013) y Entre silencios (2014) son, por eso, trabajos de interés para menos espectadores. La primera decisión que conduce al fracaso o éxito de una película es la elección del tema. En Con cuatro cuerdas, Santana vuelve a la senda de Vida sobre ruedas (2009) y Ensueño (2012). Y aquí afina -y como nunca antes- la puntería. Barrios Orquestados es un gran tema. Es emocionante ver cómo esos niños de barrios marginales uniformados con las camisetas del proyecto parezcan iguales, aunque no lo sean, a otros niños nacidos con mayores oportunidades desde la cuna. Si el cineasta del barrio veguero de La Bodeguilla gusta de abrir y cerrar puertas en sus películas, Con cuatro cuerdas abre de par en par ventanales en su cine.

"Una de las cosas que más me cautivó desde un principio de Barrios Orquestados fue la capacidad para promover una transformación en las relaciones familiares de una comunidad a partir de una actividad cultural. Efectivamente, era mucho más que enseñar a niños a tocar instrumentos. Además de la integración de las familias en el proyecto, había un componente de reivindicación social que era fundamental y fue ganando peso, ya que el proyecto se significaba claramente ante determinadas protestas sociales. Tal vez sería eso lo que más destacaría", concluye Amaury Santana, "la vocación transformadora del proyecto y del poder que una actividad educativa y cultura puede tener para generar cambio. Y eso desde los niños que acceden a una educación musical que de otra forma muy probablemente no tendrían, hasta la propia comunidad que a través de la actividad de sus hijos se vinculan a reivindicaciones sociales más allá de su propio vecindario."

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