¿Resulta esencial en su obra la relación con EE.UU.?
Existe, pero no lo encuentro esencial. Realmente son una búsqueda existencial. He cogido la pintura para que lleve esa carga emocional. Mi marcha a Chicago no fue por motivos políticos, fue religioso. Sueño en español, pero me encanta hablar en inglés. Me dieron becas para estudiar en diferentes países. Nunca fui un tradicional marginado. A mí me marcó una situación traumática, cuando un hermano mío esquizofrénico mató a mi hermana con una pistola de mi padre que era policía. Pero yo tengo una experiencia religiosa. me requisé como individuo.
¿Cree que las tres exposiciones están interconectadas?
Es un tríptico. Pero mi obras es narrativa, figurativa, y casi todo proviene de un acto físico ya lo que yo hago es colocar el papel entre el objeto deseado, por debajo. Lo que hago es abrazar a la persona cuando esta me da permiso. La persona que está a l otro lado está convencida de que estamos expandiendo el mismo convivir, el mismo aire. Lo he hecho con animales, pero también con mi madre. Era para celebrarla. Desde los años 80 me di cuenta que la manera de amar la vida o amarme a mi mismo, se hace concreto en el arte de pintar.
¿Su estilo resulta asequible para el espectador medio?
No me lo planteo. A principios de siglo la pintura no valía nada. Pero yo seguía trabajando así porque estaba convencido de que no se trataba de competitividad o de romper reglas. Normalmente la pintura no ha sido hecha para más allá de un museo. Y esa superficie es sagrada. Y me he atrevido a hacer algo con el esfuerzo emocional de crear algo a lo que amas. El límite y la amplitud de mis intenciones están todavía por descifrarse porque son puro existencialismo. Yo he sido entrenado en Chicago, y podría conceptualizar más mi obra, pero soy pintor. Lo que hay aquí es el resultado de 45 años de profesión. Pero siempre ha habido una consistencia. No hay síntesis de pensamientos abstractos, sino que parto de lo físico. Yo me anclo a la realidad.
