Davinia Suárez

Cuando uno se cuela en la vida de Lynn, lo hace a través de un sinfín de planos estáticos, de los que la protagonista se escapa y aparece a su aire, como si el espectador estuviera observándola a través de cámaras de seguridad repartidas por la ciudad y el hotel en el que trabaja. Y sin embargo, ella, ajena a los espectadores, se desliza a hurtadillas bajo las camas de los huéspedes y rebusca entre sus pertenencias para tener acceso -a veces tan sólo durante unos segundos, a veces durante toda una noche- a unas vidas que le son totalmente desconocidas y se le antojan inalcanzables.

Ingo Haeb escoge para su tercera película, incluida en la Sección Oficial, la adaptación "The Chambermaid", la novela del escritor Markus Orths, y en lugar de reproducir el monólogo interior de la obra escrita, permite que sea la cámara la que estudie a la protagonista con la misma obsesión con la que ella limpia compulsivamente todo lo que encuentra. Pero no va más allá.

La construcción del personaje de Lynn, que continúa acudiendo a terapia tras estar ingresada en un manicomio, que vive sola, casi no habla y que prácticamente ha dejado a un lado cualquier contacto social que implique un atisbo de empatía, se queda en agua de borrajas y pasa a un segundo plano, mientras la historia avanza a duras penas tropezando con sus protagonistas.

Haeb intenta brillar cuando la limpiadora presencia -siempre desde su refugio bajo la cama- una relación sexual marcada por el dolor físico. En estas escenas y en las que la protagonista se encuentra a sí misma en la relación posterior con Chiara, la prostituta que las protagoniza, el filme destaca por una narración sin prejuicios, casi aséptica, que juega con las dos jóvenes, dándoles vía libre para mostrarse humanas, respetando la integridad de sus pasiones.

Así "La Camarera Lynn" ("The Chambermaid Lynn") se comprende mejor justo en su desenlace. Cuando el espectador ha descartado entender al personaje, Lynn deja de mostrarse como una persona definida por un trastorno obsesivo compulsivo y confiesa abiertamente su pasión ante su madre dormida: "¿Sabes qué es lo mejor de limpiar? Que siempre vuelve a ensuciarse".