Davinia Suárez

Ante el cese -supuestamente temporal- de producción de largometrajes en los Estudios Ghibli y la crisis interna ante la falta de relevo creativo para Hayao Miyazaki, el hombre que transformó la animación japonesa en arte, la oportunidad de disfrutar de sus obras en pantalla grande en el LPA Film Festival es una experiencia para no dejar escapar.

Poco se puede decir de Hayao Miyazaki que no se haya escrito ya, pero para los no iniciados su obra es un universo por descubrir. En ese revivir el imaginario de Estudios Ghibli, 'Nausicaä del valle del viento', estrenada en 1984 y la primera película de su catálogo, es parada obligada.

Nausicaä es la princesa de un pequeño reino que sobrevive, mil años después de una Gran Guerra Mundial, a las puertas de un bosque contaminado repleto de insectos y animales imaginarios de dimensiones inesperadas para el espectador. Esa libertad creativa y su inimitable capacidad para la creación de personajes, paisajes y mundos de una belleza inigualable, pero sorprendentes y extraños a nuestros ojos, son la firma de un director que ha hecho soñar a varias generaciones, sin dejar a un lado la reflexión sobre el ser humano, sus pasiones, sus errores o su legado.

Con o sin Ghibli, lo que quedara indeleble es la huella de este director japonés en la magia de películas como 'Nausicaä', 'El Viaje de Chihiro' o la que es su despedida de los largometrajes, la más "real" de sus películas y no por ello, menos mágica, 'El viento se levanta' -que se mostrará en el festival este sábado día 20-. Gracias Miyazaki.