Davinia Suárez

Si uno ya siente pasión por el séptimo arte, esa adicción aumenta cuando ve una película de un director sobre el que no sabía casi nada y descubre una de esas pequeñas grandes joyas del cine actual, brillante, pero no apta para paladares de gusto fácil. En Listen Up Philip, Alex Ross Perry nos sumerge en la vida de un escritor neoyorkino, a través de la excelente interpretación de sus protagonistas y de la naturaleza móvil de la cámara que permite seguir a Philip (Jason Schwarztman) a través de sus erráticas y oscuras decisiones.

En su tercera cinta, el director se transforma en un novelista que narra la historia de Philip y su odiosa misantropía alternando un narrador en off -que nos permite observarlo desde fuera y aporta ritmo de prosa literaria- con diálogos intensos y planos cortos que muestran el efecto de sus actos en los que le rodean. Y Perry continúa jugando con la narración cuando Philip inicia su vida fuera de la ciudad y el director se queda, con otros personajes y su historia, y el narrador en off, como si la película hubiese cambiado radicalmente de protagonista.

Así lo que aparentemente era una historia personal da paso a un mundo real en el que las decisiones de Philip tienen efectos visibles, y más importantes si cabe, en la vida de su novia Ashley (Elizabeth Moss) y en la de Ike Zimmerman (Jonathan Pryce), el escritor de éxito al que el protagonista admira más por la similitud con su personalidad huraña que por la importancia de su obra.