La Provincia - Diario de Las Palmas

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Entrevista

Rodríguez: "La mayoría del público prefiere lo conocido y no podemos arriesgar"

"Hemos sorteado la crisis sin reducir la calidad y tenemos un festival entre los diez mejores de Europa", reseña la directora del Festival Internacional de Música de Canarias

Candelaria Rodríguez, ayer en la Plaza Santa Ana. SABRINA CEBALLOS

El festival abre con Juan Diego Flórez y la Filarmónica de Londres. ¿Cómo valora esta cita?

Estamos muy contentos. Juan Diego Flórez es un habitual en esta tierra, porque tiene un vínculo muy especial con Canarias. Algunos de sus primeros pasos en la ópera se dieron aquí y, además, siente una gran admiración por Alfredo Kraus. Él inauguró el año pasado el Auditorio de Fuerteventura, pero este proyecto se viene trabajando desde hace tres años. Nosotros estamos muy ilusionados porque es un gran tenor lírico y no deja de llenar cada una de sus actuaciones. Hace unos meses cantó en la Scala de Milán y recibió 45 minutos de ovación y, ante tanto aplauso, el concierto tuvo una hora más de bises. Fue algo histórico en un teatro donde va lo más de lo más. Por lo tanto, estamos hablando de una gira de mucho peso y no es casualidad que las localidades se agotaran hace dos semanas.

¿La combinación con la Filarmónica de Londres le añade singularidad a este concierto?

Claro. Es una orquesta considerada entre las mejores del mundo. También ha actuado en el Festival, pero es que ahora nada puede venir por primera vez. Esta es una de las consecuencias de que hayamos tenido a todos los grandes nombres, las grandes orquestas y los mejores solistas. Ha llegado un momento en que decir lo de que repite sobra. Ahora se trata de buscar combinaciones atractivas como es este caso. Juan Diego Flórez es una apuesta a caballo ganador.

La orquesta británica tiene dos fechas en el programa.

Sí. Actúa también con Denis Matsuev que es un pianista que está ahora en la cúspide. Y lo hace con la dirección de Andrés Estrada. Hay personas que piensan que saben mucho y me han echado en cara este nombre. Piensan que es una pena traer a la London Philarmonic bajo la batuta de Andrés Estrada y quiero que se sepa que no solo es uno de los directores de confianza de la London sino también de la Filarmónica de Viena, que es la orquesta de referencia en el mundo entero y Andrés es uno de sus directores. Es un señor que hace giras y que la dirige en Viena y se le presupone un nivel. Yo conozco ese nivel y por eso viene. Es joven, pero lleva una carrera avanzada y es la propia Filarmónica de Londres la que le cede la batuta.

¿Es la doble cita con los Niños Cantores de Viena, en el Auditoria y en la Catedral, uno de los platos fuertes de esta edición?

Yo creo que sí y también hay mucha gente que considera que no es una propuesta oportuna para el festival. Nosotros tenemos el Joven Festival y los Niños Cantores vienen como una aportación a esta sección para que los jóvenes vean que la música clásica no es patrimonio exclusivo de las canas. Esta música se lleva en el corazón desde que naces, si la entiendes. Además, nosotros estamos en un momento en que debemos hacer lo máximo posible con un presupuesto muy ajustado. Le estamos sacando mucho rentabilidad, pero esta circunstancia modifica los contenidos del festival. Se ha apostado por un cambio de nivel que garantice llenar los auditorios. No podemos permitirnos un proyecto al que acudan 500 personas. Sería inviable, porque tenemos que pagar cada día de sala en los auditorios, entre otras muchas cosas. Por lo tanto tenemos que rentabilizarlos.

¿Cuando surgió la idea de Los Niños Cantores pensó inmediatamente en la Catedral?

Es que los Niños Cantores se pensó con un doble sentido. Es un proyecto muy bonito. Hay muchísima gente que cuando viaja a Viena va a ver a los Niños. Es casi una cita obligada. De hecho ayer (el martes para el lector), quedaban solo 90 entradas en el Auditorio aun sabiendo que al día siguiente actúan gratis en la Catedral. La combinación con la Catedral es muy interesante también desde el punto de vista de la promoción turística para la ciudad. Nosotros tenemos que pensar en la imagen de Canarias y este concierto cumple con las dos funciones. Es una combinación que, en el sentido más estratégico, exprime los recursos.

¿Se plantean televisarlo?

Sí. Estamos hablando con las televisiones porque nos gustaría retransmitirlo. Además, lo hacemos en la Catedral porque al ser un marco impresionante atrae a personas que no se plantean ir a un auditorio a escuchar música clásica. Y vamos a invitar a grupos sociales específicos con un fin solidario.

¿Y cómo van a controlar la entrada? ¿No teme que se pueda desbordar?

Esperemos que así sea, pero la catedral tiene mucho espacio. Nosotros queremos hacer un llamamiento a las personas que, por cualquier motivo, no tienen posibilidad de adquirir una entrada. Además, es un espectáculo que va a resultar muy bonito por la acústica. Se hará en Las Palmas y en La Laguna y aunque la catedral de Tenerife tiene mejor acústica, aquí estamos trabajando en la reverberación. Estamos buscando la fórmula para sacar el mayor provecho posible de este espacio.

¿Y la presencia canaria?

Pues en el programa del festival tenemos a las dos orquestas filarmónicas; la de Tenerife y Gran Canaria. Además, cada orquesta tendrá a un director extranjero de renombre como invitado. La de Tenerife tendrá a Jukka Pekka Saraste que, a su vez, dirigirá al pianista tinerfeño Javier Negrín. Éste es muy joven pero el festival debe ayudar a los artistas canarios en su promoción para que ganen visibilidad el extranjero. Ya llevamos cuatro ediciones en las que situamos a nuestros solistas con directores y orquestas de nivel internacional. Por su parte, la Filarmónica de Gran Canaria hace un tándem con Lucas Macías Navarro, que es un solista de primerísimo nivel que ha actuado con la Concertgebouw de Amsterdam. Además, este año van a las islas no capitalinas.

¿Hay alguna joya oculta en el programa? Me refiero a ese concierto poco conocido que acaba siendo una de las revelaciones.

Bueno, es que el festival acaba siendo como un hijo y es como cuando te preguntan por tu preferido. Reconozco que el de Juan Diego Flórez me hace mucha ilusión. Sé que no va a defraudar. Pero también me hace mucha ilusión los de las orquestas canarias con estos grandes nombres. Luego, tengo muchas esperanzas en el último, el de la Orquesta Festival de Budapest con Ivan Fisher, porque esta orquesta tiene un sonido muy especial y el director hace unos Mozarts impresionantes. Tiene algo muy sutil y lo espero con ilusión.

Cuando usted asumió el cargo en 2009 se propuso igualar el número de asistentes en Tenerife respecto al que había en Gran Canaria, que es donde nace el festival. ¿Cómo valora este proceso y su momento actual?

He conseguido en muchos conciertos llenos absolutos en Tenerife que antes, por lo visto, no se conseguían. Recuerdo, por ejemplo, el día de la orquesta de Chicago. La estadística está ahí. Se ha ido subiendo poco a poco, con llenos absolutos en muchos y en otros no tanto. Eso es verdad, aunque se mantiene en una media del 80%. También está viniendo mucho público extranjero al Adán Martín. Tenemos una lista importante de touroperadores con nosotros. Este año, incluso de Turquía, algo que nunca había sucedido.

Este año ha tenido menos tiempo para la promoción exterior por las elecciones autonómicas. ¿Les ha afectado?

No. A pesar de este lapso de tiempo entre mayo y agosto en el que se formó el Gobierno, volvimos a la feria turística de Londres, la World Travel Market, con la programación y nos vino a visitar el director de la Filarmónica de Londres. Esto nos dio mucha publicidad. Además, invertimos en radios extranjeras y la verdad es que funciona. Tenemos mucho turista y empezamos a tener abonados alemanes y noruegos. Es un proceso lento. Hemos puesto la semilla y ahora se empieza a ver el resultado. Ahora más, con la unión de las consejerías de Turismo y Cultura.

Usted aseguró hace unos años que el Festival se encuentra entre los diez mejores de Europa. ¿Sigue pensando igual?

Sí. Es que este festival tiene algo muy especial. No sé como definirlo. Hay muchos con muchísimo más presupuesto que el nuestro, pero no tienen ni nuestro nombre ni nuestra presencia. Nosotros seguimos haciendo un festival de grandes nombres a pesar de las carencias. Me llama mucha gente de la Península preguntándome si hemos subido el presupuesto. Esa es la impresión que da, cuando mantenemos el mismo. Les parece extraordinario que se hagan 45 conciertos en siete islas con primeros artistas y con 1,6 millones de euros. No es fácil. Si lo piensas son tres festivales en uno. Tenemos Gran Canaria, Tenerife y las no capitalinas. Es algo complejo. Hay festivales que con cuatro millones no hacen ni la mitad. Hacemos un esfuerzo muy grande y hay mucho trabajo.

En el 2009 se hablaba de sortear la crisis sin perder calidad. ¿Se ha conseguido?

Se ha tenido que imponer un equilibrio durísimo. La verdad es que recuerdo negociaciones duras durante muchos meses. Hemos realizado nuestra labor. Hemos tenido que concienciar a las orquestas, solistas y músicos de la situación. Yo les echaba en cara el hecho de que van por el mundo defendiendo la necesidad de difundir y promocionar la cultura. Pues bien, si lo creían de verdad debían ayudarnos bajando sus cachés. Si no, hubiera sido imposible. Hay orquestas que quieren cobrar lo mismo que en 2009 y tienen que darse cuenta de que la crisis es para todos y si no se lo bajan no pueden venir. Por suerte, lo han entendido. Además, hay que tirar de proyectos que te dan mucha rentabilidad, como el de los Niños Cantores. Insisto. A todos nos gustaría tener a la Sinfónica de Boston haciendo Shostakovich, pero eso no es viable. Yo lo entiendo. También lo preferiría, pero los Niños Cantores de Viena tienen un caché muy razonable y te reporta tres veces lo que te cuesta. A nosotros nos da el Gobierno de Canarias 1,2 millones de euros y el resto lo sacamos de la taquilla. Por eso es importante que nuestros público sepa que sin ellos, esto sería imposible. Ellos son el sostén del festival y durante estos años de crisis ellos no se han ido. Esto ha sido clave.

¿Tiene este público fiel una personalidad definida?

Por supuesto. Nosotros tenemos un público muy preparado, muy respetuoso y quiero que sepan que muchos directores, los músicos y los solistas nos lo dicen cuando se marchan. La mayoría se siente arropado y nos dice que es un público con carisma y que eso les hace sentir muy bien.

Pero, más allá del afecto o el calor del aplauso, ¿es éste un público con unos gustos concretos o es más bien abierto a una variedad de estilos?

Es abierto... Hombre hay un tema conflictivo alrededor de las obras del siglo XX o XXI. Está claro que la mayoría del público prefiere lo conocido. La obra contemporánea es muy difícil de encajar. Por eso, no es que no tengamos voluntad a la hora de arriesgar, que sí que la tenemos, pero no podemos. Cuando dependemos de la recaudación para programar no podemos arriesgar lo que nos gustaría. Es muy complicado. Yo sé que la gran mayoría del público prefiere lo conocido. Por ejemplo, cuando vino la Sinfónica de Chicago lo hizo con dos programas. Uno de ellos era muy clásico. A morir. Incluía la Quinta de Beethoven y la Sinfonía Fantástica de Berlioz. Mucha gente lo criticó. ¿Cómo podía venir una orquesta como esta a hacer la Quinta Sinfonía? Pues tanto en Las Palmas como en Santa Cruz arrasó en la taquilla. Lo vendió todo en pocas semanas. La segunda programación incluía composiciones de Richard Strauss y Schönberg, que tampoco es que sea la música del mañana precisamente, y nos costó muchísimo venderlo, sobre todo en Santa Cruz, aunque al final se llenó en los dos escenarios por el tirón del nombre de esta orquesta. Ahí se demostró lo que le interesa a nuestro público, aunque es innegable que hay una parte de la sociedad con más conocimientos, más interés, o lo que sea que sí que demanda lo innovador y contemporáneo.

¿Qué concierto recuerda usted con más cariño o cuál fue el que más le emocionó?

Hombre... Lo que pasa es que cuando llega el festival estoy tan agobiada o tan pendiente de todo que rara vez puedo disfrutarlos. Es demasiada la tensión y hasta que no suena la última nota del último concierto o las orquestas se han ido no respiro. Es difícil. Aunque sí recuerdo conciertos memorables e inolvidables. Por ejemplo, la penúltima vez que vino la London Philarmonic Orchestra e hicieron un Mahler impresionante. Ese fue un momento impresionante.

Con el inicio de la crisis se habló de que el festival iniciaba una nueva etapa en una realidad distinta. ¿Seguimos en ella o estamos ahora en el inicio de un nuevo periodo?

Es cierto que hemos atravesado una etapa con cambios en la morfología. Evidentemente, con nuestro presupuesto actual no podemos traer cuatro orquestas sinfónicas. Ahí cambió. Pero ahora también tenemos un abono paralelo que se ciñe a las orquesta de cámara. Para mí, lo importante era mantenernos en la cúspide. Si teníamos que cambiar debíamos mantener la calidad, debíamos fidelizar a un público que empezaba a estar descontento y también a faltar. En ese sentido, intentamos mantener el nombre de un festival consolidado internacionalmente. Ese fue el reto. Ahora empiezan a surgir, tímidamente, nuevos patrocinadores. Muchos que se marcharon. Ha sido un trabajo duro, pero hemos logrado mantener el entusiasmo del público. Las cosas están mejorando y esperemos que siga esta línea para tener un respiro y reforzar nuestra propuesta y trabajo.

¿Cómo ve desde su posición el resto de la escena musical, en la que casi han desaparecido los conciertos? ¿Se siente una posición privilegiada?

La sangría ha sido tremenda y ese ha sido el reto a la hora de mantener nuestro nivel de calidad. Ha sido importante la intención mostrada por el Gobierno de Canarias a la hora de valorar que este festival vende un atractivo importante para las Islas. Es un producto, que además del sol y la playa, nos identifica. Ese reto lo hemos salvado y gracias a dios nunca hemos visto peligrar sus existencia. El festival tiene un significado para los artistas que quieren dar un salto internacional en su carrera. Pasar por aquí es un sello de calidad y una garantía. Eso da prestigio a las Islas.

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