El cantante David Bowie, fallecido el domingo tras una batalla contra el cáncer, fue incinerado en Nueva York en una ceremonia en la que no estuvieron presentes ni familiares ni amigos. Bowie, de 69 años, había especificado que no quería funeral, según fuentes cercanas al cantante británico, que llevaba 22 años viviendo en la ciudad de los rascacielos.