Desde su revolución de medio siglo, el imaginario colectivo de Cuba ha cristalizado en una sólida tradición iconográfica, que refleja y contiene en símbolos e imágenes el sentir de todo un país. Para quebrar estas representaciones axiomáticas, una treintena de artistas cubanos de distintas generaciones construyen nuevos imaginarios sociales, bajo los prismas del arte, en una amplia muestra colectiva de 70 fotografías contemporáneas.

Bajo el título Iconocracia. Imagen del poder y poder de las imágenes en la fotografía cubana contemporánea, este proyecto expositivo se inauguró anoche en el Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM), coproducido con Artium Centro-Museo Vasco de Arte Contemporáneo de Vitoria-Gasteiz. "Distintas generaciones de artistas han sido capaces de deglutir toda esa iconografía oficial para plasmar un imaginario diferente desde sus posiciones individuales, más allá de mitos y estereotipos", señala Iván de la Nuez, comisario de la exposición. "Iconocracia es una reacción frente a cierto comisariado que ha venido a Europa -en particular, a España- y que ha tendido a una cierta mirada cultural, étnica e, incluso, folclórica del arte cubano, incluso, desde la izquierda curatorial; pero que nunca ha afrontado el hecho quizás más importantes para los cubanos, que es la revolución y el hecho de haber sido casi un país del Este", explica De la Nuez. "Estos son los ejes de la exposición: qué es la revolución, cuál es su iconografía y en qué aspectos han tenido que lidiar con ello las generaciones posteriores".

Iconocracia se articula en un "ensayo visual" estructurado en cinco capítulos que dialogan entre sí y recorren las tres plantas del CAAM desde el prólogo al epílogo. La soledad de la ínsula, la cuestión identitaria y la utopía ideológica atraviesan este relato artístico que pone de manifiesto las contradicciones que persisten en los mensajes que circundan la realidad de Cuba. Así, "cada capítulo tiene un leimotiv relacionado con la iconografía de los años 60; una relación de cuatro generaciones de artistas cubanos y un cierto aroma del Este del país socialista que fue Cuba", indica el comisario, quien también destaca en el conjunto "un intento común de hacer una crítica al medio, además de una crítica al discurso hecha desde el medio".

El prólogo Revolución una y mil veces, que firma el artista Reynier Leyva Novo, señala el punto de partida de Iconocracia con la repetición exhaustiva de la palabra "revolución" en un libro abierto, que ilustra cómo cala la reiteración de imágenes e ideas en el imaginario social. Le sucede el Capítulo 1: Jaula de agua, que retrata "esa soledad del insular" que moldea la identidad cubana. El Capítulo 2: Del Nosotros al Yo recorre el camino inverso que trazó el padre del arte pop cubano Raúl Martínez -del Yo al nosotros-, de tal manera que los artistas retratan una nueva subjetividad con la representación del cuerpo como campo de libertad. Y la negación de la utopía ideológica asociada a la idea de Cuba acampa en el Capítulo 3: No hay tal lugar.

El núcleo central de la muestra descansa en el Capítulo 4: Iconofagia, donde los artistas reflexionan sobre la impronta de los discursos iconográficos de la revolución cubana en el país. Por último, el Capítulo 5: Apoteosis se sitúa en el presente con una nueva iconografía en una sociedad mixta, "donde la gente busca en Cuba sus propios espacios y canales para ser libres", indica el artista Leandro Feal, quien firma varias obras de la muestra. Con todo, el epílogo, de Lázaro Saavedra, condensa la historia de fractura social y contrastes iconográficos de medio siglo en Cuba, desde la utopía que engendra la revolución en 1959 hasta el drama migratorio actual.