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El collage barroco de un escultor

Espacio Cultural S/T acoge una exposición de Juan Antonio Giraldo con esculturas y composiciones artísticas hechas a base de combinaciones diversas de fotografías

El collage barroco de un escultor

La innovación formal más revolucionaria acaecida durante el pasado siglo en el campo de la representación artística ha sido, a decir de la mayoría, el collage. Esta técnica consistente en pegar diversos elementos como fotografías, madera, piel, telas, periódicos, revistas y hasta todo tipo de objetos para formar un cuadro se considera inventada por Picasso cuando en 1912 incorporó hule en forma de rejilla a su cuadro Naturaleza muerta con silla de rejilla. La idea surgió porque el artista malagueño además de ser pintor era escultor, lo que demuestra que la aplicación de conceptos escultóricos a la pintura, como la introducción de cualidades táctiles y tridimensionales, sólo podían ser imaginadas por un creador cuya actividad artística estuviera dividida entre la pintura y la escultura.

Por todo ello, la realización de una exposición que aúna los collages y las esculturas de un mismo artista como Juan Antonio Giraldo (Villanueva de los Infantes, 1937) supone la oportunidad de comprobar la inquebrantable relación existente entre la técnica artística creadora de cuadros y la rama de las artes plásticas que produce formas corpóreas. Sin embargo, hay un elemento que cualquiera que conozca la obra de este artista polifacético reconoce en sus collages y no está presente en la sala del Espacio Cultural S/t y, sus vitrales, porque la composición de cada uno de estos cuadros posee un indudable carácter mural, que junto a su sentido del color y la composición demuestran la sensibilidad de un vidrierista.

No en vano las vidrieras de Juan Antonio Giraldo adornan varias iglesias y hoteles de la Isla, porque este artista autodidacta sólo comenzó a hacer collages hace un lustro, tras una dilatada carrera como escultor y vidrierista. Esta obra ha sido creada a partir de fotografías en color tomadas de revistas, la mayoría encuadradas con marcos tomados de catálogos. Sorprende la armonía en el color que logra a pesar de reconocer que estas creaciones son producto de la improvisación porque no han surgido a partir de una idea premeditada, pero sobre todo que las imágenes estén dotadas de cierto sentido del humor como el conseguido cuando la cabeza de una de las damas del servicio del Palacio Real que aparecen en Las meninas de Velázquez está sustituida por un cardo comestible.

A pesar de la diversidad temática de estos treinta y tres collages, que van de los bodegones con flores o frutas a los retratos, pasando por espacios arquitectónicos fantásticos, en todos se aprecia un mismo estado de ánimo que nos remite al Barroco, porque Juan Antonio Giraldo nació en Villanueva de los Infantes, municipio del sureste de la provincia de Ciudad Real considerado la población de origen de Don Quijote, El lugar de la Mancha que Cervantes no quiso decir, y también la localidad en la que murió Francisco de Quevedo, con lo que su nacimiento lo acerca al Barroco Español que ha dejado una huella evidente en su obra, ya que como él mismo confiesa siente predilección por la pintura del movimiento artístico y cultural dominante en el siglo XVII.

Sin embargo, la exposición también incluye un curioso Homenaje a Alberto Durero, creado a partir de fotos movidas realizas del autorretrato del pintor alemán del Renacimiento que se exhibe actualmente en el Museo del Prado, pero el contrapunto a los collages lo ponen realmente las seis esculturas que Juan Antonio Giraldo ha querido exhibir junto a sus collages.

Cinco están realizadas en bronce patinado, y la sexta en madera es un Homenaje a Salvador Puig Antich, el anarquista y antifascista español, que murió ejecutado en el garrote vil en 1974, siendo el último preso ejecutado en España mediante este método.

La escultura se inspira en el mecanismo del garrote del que sobresale un tornillo como el que al girarlo, causaba a la víctima la rotura del cuello. Juan Antonio Giraldo recuerda que creó esa obra durante los estertores del franquismo, y que evidentemente no puedo ser expuesta, por lo que quedó olvidada en su taller.

De este modo 33 collage y otras cosas permite poder apreciar la faceta ignorada de un artista conocido fundamentalmente por las numerosas esculturas que se hayan repartidas en la Isla.

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