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La hora del lector

El argentino retoma uno de los temas que ya abordó en su ensayo 'El libro tachado', el de una literatura sin autor

Patricio Pron es autor de una obra en la que reflexión ensayística y proyecto narrativo se interpenetran, abatidas las esclusas que habitualmente los segregan. En el sugerente El libro tachado (2014) rastreó esa tradición negativa de la literatura que pugna por anonadar la figura del autor, cuando no la obra misma, mediante diversos procedimientos de borradura. Autómatas escribidores, novelistas suicidas, libros ajusticiados en las hogueras de la censura... todo un abanico de disminuciones que, lejos de negar el hecho literario, lo afirman al explorar los confines de sus condiciones de posibilidad. Desde estos flancos, con ese abordaje oblicuo, Pron mira al centro de un misterio, el de la elocución literaria y su poderosa irradiación. Que la literatura pueda ser incluso no siendo, que se resista a desvelar su núcleo último por más que se la esencialice o que sea aparentemente capaz de escribirse sola son circunstancias que ponen contra la pared la concepción que tenemos de ella y nos exigen repensarla.

Algunas de las preocupaciones de aquel ensayo reemergen entre la urdimbre narrativa de su última novela. Los escritores que la protagonizan mutilan y refunden textos ajenos para ponerlos de nuevo en circulación sin el consentimiento del autor, cuando no se apropian de ellos para firmarlos suyos o suplantan impunemente en veladas públicas la identidad del saqueado. "En última instancia, la obra de un escritor es todo aquello que se publica bajo su nombre, aunque no haya sido escrito por él. La obra de un escritor es él mismo y todo el resto es apenas un apéndice de esa obra y carece de importancia", llega a afirmar uno de los personajes.

Prom vuelve aquí sobre un objeto de reflexión que es cercano a sus propios ideales estéticos, el de una literatura que desplace la creación de sentido desde el autor al lector, cuestión que ha ocupado a los teóricos de la recepción durante las últimas décadas, abriendo un amplio debate de importantes implicaciones en diferentes ámbitos.

Mejor nos lo explica otro personaje, el plagiario Michel Garassino, talentoso refundidor de hallazgos ajenos, "¿qué es lo que realmente importa en la literatura? ¿Los autores o los textos? Si usted cree que los primeros, no tiene usted ninguna razón para leer y, por consiguiente, nada para opinar de literatura: usted vive de espaldas a la literatura, en un mundo de sombras", espeta en la novela Michel Garassino.

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