Richard Ford (Jackson, Misisipí, 1944), que en breve recibirá el premio Princesa de Asturias de las Letras, es una vaca sagrada de la literatura estadounidense gracias a un hombre: el personaje de Frank Bascombre, el periodista deportivo reciclado en agente inmobiliario con el que lleva tres décadas (y cuatro libros) retratando al hombre común y destilando el alma de su país.

Sin embargo, Ford asegura debérselo casi todo a dos mujeres. La primera, aquella que le trajo al mundo y con la que consiguió su mejor "personaje" en el retrato Mi madre. Y es que su lectura podría servir de alternativa al test Voight-Kampff de Blade Runner para cazar replicantes: quien no revele emociones está hecho de circuitos. La segunda, su esposa, con la que lleva más de medio siglo casado y a quien recurre como modelo de todo lo que adora del otro sexo. "Tengo la gran fortuna de que reúne las cualidades que más admiro en las mujeres. O quizá es que le estoy inmensamente agradecido por cargar conmigo tantísimos años -ríe de forma estentórea-. Me entusiasma compartir mi vida con alguien más inteligente que yo"."Sobre su mujer: "Tengo la gran fortuna de que reúne las cualidades que más admiro en las mujeres"

Así que uno puede hacerse una idea de cómo es la pareja del autor de El día de la Independencia si atiende al listado de lo que más valora de ellas. A saber: "El sentido del humor y la independencia ocupan la pole position. También me atraen la paciencia y la tolerancia hacia la ambigüedad. Y algo que espero que no se malinterprete: me gustan las mujeres a quienes les gusta la forma de ser de los hombres, con lo bueno y lo malo (que no lo malo malo)".

Y puntualiza que a ambos nos une más de lo que nos separa, y que las particularidades no las marca el género sino el individuo, "aunque esto no quita que tengamos mucho que aprender los unos de los otros". Para este aficionado a las motos Harley Davidson y a cazar aves, las teóricas fronteras se diluyen aún más en su trabajo. "Cuando me pongo con una historia, hombres y mujeres sólo son pronombres: él/ella. Comparten una misma humanidad, y sus virtudes y fallos tienen idénticas raíces. Y, como en la vida, mis simpatías están con quienes no se toman muy en serio a sí mismos"."Las particularidades no las marca el género sino el individuo"

No podía concluir esta pieza sin asomar de nuevo su mujer. ¿Es su más implacable lectora? "Es mi primera lectora, eso seguro. Y como tiene gustos muy amplios, su juicio me resulta de gran utilidad porque yo quiero llegar a todos los públicos. Pero no es dura conmigo. ¡Ya hay demasiada gente por ahí dándome fuerte! Quiero que ella sea honrada, pero que no duela".