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Mujeres enamoradas

Dos Bigotes publica la novela epistolar 'A Virginia le gustaba Vita', de Pilar Bellver, inspirada en la historia de amor entre Virginia Woolf y Vita Sackville-West

La escritora Vita Sackville-West y Virginia Woolf. LA PROVINCIA / DLP

Si ya saben quienes fueron Virginia Woolf y Vita Sackville-West, pueden saltarse tranquilamente este párrafo. No voy a resumir nada que no sepan ya, pero si desconocen todo sobre ellas, en especial la relación amorosa que mantuvieron con el consentimiento de sus maridos, Leonard Woolf y Harold Nicolson, aquí va un resumen en 139 palabras: Si bien la historia de la literatura ha relegado a la escritora Vita Sackville-West al papel de amante de Virginia Woolf, la aristócrata de ascendencia española (su abuela era una bailaora de flamenco llamada Pepita) era una mujer irresistible y de fuerte personalidad que le gustaba disfrazarse de hombre para poder acariciar a sus amantes en público. Esto no sólo llamó la atención de Virginia, que la tomó como modelo para su novela Orlando, sobre un joven aristócrata inglés que cambia de sexo en el curso de la historia que va desde el siglo XVI hasta el siglo XX, sino también la llevó a enamorarse de ella, pese a que en un primer momento no la vio con buenos ojos: "Un periquito suntuoso, bigotudo, coloreado con la sutil facilidad de la aristocracia, que no con el ingenio del artista".

En su diario Virginia carga contra Vita con la misma pasión que después pondría en su correspondencia epistolar con ella hasta su muerte. Estas cartas íntimas han servido de base a la escritora Pilar Bellver para escribir A Virginia le gustaba Vita, una suerte de novela mezclada con ensayo, o al revés, ensayo mezclado con novela, que acaba de publicar la editorial Dos Bigotes. En la novela, el amor de Virginia por Vita aparece como una obsesión de la que la autora de La señora Dalloway nunca se libera el tiempo suficiente ni siquiera para considerarse a sí misma como lesbiana. Aunque Virginia estaba casada, pensaba en Vita como en un ideal soñado: "Los papeles están cambiados entre tú y yo; porque la 'virginia' soy yo con mi merecido nombre a cuestas a pesar de que soy más vieja que tú, y la 'victoria' eres tú, con tu premonitorio nombre por bandera y tus conquistas por estandarte".

Como Casanova y don Juan, Vita (de quien Alfaguara publicará próximamente su novela Toda pasión apagada) era una coleccionista de encuentros eróticos más que la amante de una sola mujer. Además de seducir a una de las damas de honor de su boda, Rosamund Grosvenor, Vita se fugó con la escritora Violet Trefusis, poniendo en peligro a su matrimonio. Virginia será la siguiente, y ella lo sabe, por eso escribe: "Si ya te tenía miedo, ahora siento terror pánico. Me habitarás, me colonizarás (imperial de ti) y yo estaré perdida. Lo sé. Pero no debería hablar en futuro: ya me has invadido con un solo beso. Qué será si te dejo continuar y me abro a tus caprichos. Ahora mismo estarás pensando que te he rechazado porque me he ido. Pero he necesitado todas mis fuerzas para poder irme y eso también lo sabes; porque sabes mucho más de lo que yo sabré nunca de los mecanismos del amor".

En su primera novela larga, Veinticuatro veces (publicada por Lumen en 2000), Bellver dejaba abierta la esperanza de una narrativa femenina tan intensa como alejada de la periferia de los grandes debates sobre la igualdad y la diferencia que no iba a agotarse en esta primera obra. Era una novela de las que dejan estela, era también un espacio poco habitual en la novelística española; un espacio donde su protagonista femenina se encontraba a sí misma. Ahora tenemos su cuarta novela, A Virginia le gustaba Vita, que se fragua con las huellas de la primera, en su prosa impoluta e igual, si no más, caudal reflexivo, pues el texto produce sombras tan largas que es difícil decir dónde empieza la ficción y dónde acaba la realidad. Pero de lo que no cabe duda es de que el amor de Virginia y Vita era un amor que se dice: "Ya nos hemos enamorado de sobra la una de la otra, ya sabemos sentir el amor: ahora sólo nos falta, tienes razón, hacerlo. Hagámoslo. Ámame". En A Virginia le gustaba Vita, Bellver interioriza palabras y voces y se mete hasta el hueso en estas cartas de pasión y sueños compartidos.

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