Y claro que lo recuerdo, como si fuera ahora, pues está en el centro del aula sin muros de la educación sentimental. Pandillas encanutadas, a mediados de los años setenta, clonadas con sus mismas botas vaqueras, en torno a una hoguera playera imaginaria, ensayando conjuntamente el inglés. "How many times must a man turns his head, before??", musitábamos, para acometer el subidón, sacando toda la argolla a pleno pulmón al llegar al ansiado estribillo con bis: "The answer, my friend, is blowin in the wind". Con su inconfundible voz de aguardiente ecológico, como propulsado por un vapor marino entre grutas, el míster nos proporcionaba, desde el vinilo, el impulso de la sensatez bienpensante, con recomendarnos, en Father & son: "Settle down, find a girl...". Y, pardiez, que tomabas buena nota, compulsivamente, y en cuanto empezaba la tanda de canciones lentas, en la que él mismo reaparecería, buscabas la piba con la que hacer settle down (al menos por un rato, tu cabeza guarecida sobre su hombro). Te declarabas, y ella te respondía: "No sé: The answer, my friend, is blowin in the wind". Y al sábado siguiente volvías a la carga: "How many times must a man turns his head??".
También jugábamos a '¿Verdad o consecuencia?', que no admitía término medio entre la calabaza y el premio. Y uno ha dubitado si titular así este texto, 'El nobel de Dylan: ¿Verdad o consecuencia?'. O también, directamente, que 'La Academia Sueca cambie de camello'. Pero déjalo, así, me dije, lo que el viento recuperó de lo que se había llevado el viento; "Just relax, take it easy", como también le dice el padre al hijo; que disfrute, "old but happy", de su galardón.
Sin embargo, uno está convencidísimo de que el Nobel de Dylan [¡Dios ahora que caigo, el otro Dylan, el galés Dylan Thomas, ese sí que hubiese merecido el reconocimiento, antes de su etílico suicidio!] es más 'consecuencia' que verdad. Vaya por delante que uno venera las canciones, e incluso muchos poemas, de este grandísimo juglar. Pero a uno le encanta también el jamón de Jabugo, y no por ello festejaría que le diesen el premio Nobel de Literatura a un cerdo ibérico.
El listón se abre ahora, y es posible que en las quinielas previas del año que viene se agreguen en consonancia nombres de otros flamante cantautores poéticos, como los de Silvio Rodríguez, Leonard Cohen o Joaquín Sabina. También dice en Father & son que "it,s not time to make a change" -"no es hora de hacer cambios"-, y, en ese sentido, la Academia Sueca no ha hecho, en rigor, sino reafirmar una tendencia dominante: reconsagrar lo ya muy consagrado, y privilegiar el formato de espectáculo del discurso de la cultura. A uno le consta que, sin excesiva distinción con la factura de las letras de sus canciones, no pocos cantautores hispanos -a uno y otro lado del Atlántico- están publicando hoy libros de poemas, que arropados por su popularidad en aquella otra dimensión, consiguen vender con mucho éxito.
Lo cierto es que, sorprendente y sorpresivamente le han dado el premio al poeta Bob (Dylan) en vez de al narrador (Philip) Roth, que, con total merecimiento, aguarda desde hace años. Ahora éste lo tendrá mucho más difícil, al cumplirse la cuota estadounidense. Es curioso: en vez de Roth, Bob. Y es significativo: se lo lleva el autor de la lírica letra de Padre e hijo, en vez del autor del controvertido relato autobiográfico Patrimonio. Una historia verdadera, en el que el hijo satiriza a su padre judío, su insensibilidad al margen de las intendencias, describiendo detalle a detalle, por ejemplo, una radiografía del cerebro de su progenitor, que "era un misterio al que poco faltaba para ser divino, incluso perteneciendo a un agente de seguros jubilado que no llegó a pasar del octavo grado...".
Claro, Roth ha hecho de su obra una sátira del american way of life y del sueño americano, además de una mofa de sus propias raíces judaicas. En Mi vida como hombre asevera que la razón de ser de muchos matrimonios (americanos medios) es "tener a alguien de quien huir". Y ese tipo de mensajes es excesivo en los Estados Unidos de Donald Trump. Hábil, sin duda, la Academia Sueca, con compensar la no elección del corrosivo narrador de Nueva Jersey con el señalamiento del heterodoxo juglar de Minesota? '¿Verdad o consecuencia?' "¡Consecuencia!": Todo queda en la misma región planetaria; la Academia se hace la sueca: contenta a ciertas masas, y luego mira para otro lado, ante cualquier incómoda pregunta: pues, "the answer, my friend, is blowin in the wind...".