Pedro Guerra, uno de los cantautores más queridos del Archipiélago, emocionó anoche al público grancanario en su esperado concierto en el Cicca, donde agotó todas las entradas una semana antes de su aterrizaje. Esta velada íntima al abrigo de su gira Arde y Vuela estuvo marcada por la cercanía y complicidad con el público, que se dejó "contaminar" -con sus ojos y con sus bailes-, por un repertorio que hilvanó nuevas y viejas canciones durante un vuelo musical de alrededor de dos horas.

El concierto dio comienzo a las 20.30 horas con una actuación de la cantautora grancanaria afincada en Madrid, Dácil Santana, una de las jóvenes artistas con mayor proyección en las islas. Le tomó el relevo el cantautor mexicano Édgar Oceransky, una de las novedades de la noche, que desgranó algunas de las baladas intimistas que anticipó el pasado jueves en El Hogarte de Vegueta, dentro de su gira española, donde comparte escenario con Pedro Guerra y con la manchega Rozalen.

Y por fin, llegó la hora del vuelo. Pedro Guerra, abrazado a su guitarra y acompañado por su pianista de cabecera, Luis Fernández, tomó el escenario e inició el repertorio de Arde y Vuela con la canción Cantos de trabajo. Y le sucedió un caudal de viejas y nuevas canciones intercaladas en un generoso concierto, como las conocidas Cerca del amor, Arde Estocolmo, La fe del carbonero, Pasa, Oasis y Raíz.

Este repertorio es símbolo de toda la trayectoria musical de Pedro Guerra, que atesora más de 30 años de canciones y golosinas, desde Taller Canario hasta esta doble aventura musical que resume en Arde y Vuela, y 13 álbumes memorables entre medias. Su simbolismo se debe a que esta nueva etapa musical encierra toda la evolución del artista, quien produjo y grabó en solitario cada uno de los instrumentos del mosaico sonoro de Arde Estocolmo en su pequeño estudio de grabación en Madrid.

Por tanto, Arde Estocolmo, su primer repertorio original desde El mono espabilado (2011), que aúna sus vertientes social y cotidiana y obtuvo una nominación a los Grammy Latino; y 14 de ciento volando de 14, donde reviste de melodías los sonetos de Joaquín Sabina, con la participación de 30 cantautores españoles, son un viaje de doble dirección a las raíces de Pedro Guerra y al Pedro Guerra que todavía hoy se hace eco de la realidad que le rodea, y que también canta al espacio vacío del corazón y a la vida debajo del puente. Y así se dibujó su concierto anoche, en un vuelo de ida y vuelta al pasado y al presente de Pedro Guerra, que ojalá vaticine una pronta vuelta a su casa de siete puertas.