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cómic

Intriga en la ciudad flotante

'Suites venecianas' ofrece una conspiración política en el siglo XVIII cuando la localidad italiana atravesaba su edad de oro

Otra de las viñetas de la misma obra. LP / DLP

Entre todas las ciudades del mundo destaca, como espacio elegido para servir de escenario a historias de misterio e intriga, una urbe a orillas del mar Adriático que por su naturaleza extraordinaria y fantástica es un emplazamiento emblemático para este tipo de relatos: Venecia.

El formidable atractivo visual de la ciudad de los canales y el hecho de haberse convertido con el devenir del tiempo en un poderoso símbolo de la decadencia -desde que las tropas napoleónicas ocupasen lo que por aquel entonces era una república independiente acabando con su soberanía-, han logrado que la ciudad flotante se haya asociado con la muerte. Es indudable que la literatura ha contribuido a grabar a fuego esta relación, los ejemplos son numerosísimos desde Muerte en Venecia de Thomas Mann hasta La Tempestad de Juan Manuel de Prada. El séptimo arte no se ha quedado atrás, con un sinnúmero de películas en las que la Parca ha circulado por los canales venecianos acechando a sus víctimas. Sin embargo el noveno arte no se ha prodigado tanto en convertir los laberintos acuáticos de la ciudad lacustre en viñetas. Por eso la edición del primer integral que reúne las tres entregas que inician Suites venecianas, que transcurre en un espacio tan singular, es todo un acontecimiento que merece ser señalado. La Venecia de este cómic no es la actual, sino la dieciochesca, que aunque seguía siendo un estado independiente, hacía mucho tiempo que había dejado de ser la potencia marítima que dominó el Adriático y el Mediterráneo oriental.

Por lo tanto, la acción tiene lugar en un ambiente crepuscular, que al igual que todos los derrumbes de civilizaciones, las crisis y los periodos de decadencia, generó una riqueza de artistas, ideas y sentimientos que no florecen durante las épocas de apogeo, como queda demostrado con la aparición de Vivaldi, Tiépolo y Goldoni, tres genios de la música, la pintura y el teatro respectivamente. Una intriga amorosa que oculta una conspiración política sirve como argumento para esta deliciosa obra que nos invita a dar un paseo por la ciudad de las grandiosas mascaradas, con Venecia como auténtica protagonista con la fidedigna recreación de los paisajes urbanos y la arquitectura a través de una visión nocturna de la ciudad, ya que la mayor parte de la acción tiene lugar de noche. Es innegable que el dibujo de Éric Warnauts y Guy Raives tiene una influencia pictórica nada desdeñable, como se demuestra en muchas viñetas, especialmente las de mayor tamaño que parecen geniales cuadros antiguos, aunque no logran transmitir cierta expresividad a los rostros que a veces se parecen a las más impertérritas máscaras venecianas.

En cuanto al uso del color, demuestran dominar una paleta muy variada -que alcanza su cenit en los claroscuros- capaz de dar diferentes matices a una misma tonalidad haciendo honor al título de la obra, ya que una suite es una composición instrumental integrada por movimientos variados, basados en una misma tonalidad. Cuando el lector llega al final de l trepidante álbum está ansioso de leer la continuación de esta dilatada novela gráfica, ya que Suites venecianas fue publicado entre 1996 y 2006 en nada más y nada menos que nueve tomos, lo cual demuestra que se trata de una gran obra con mayúsculas.

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