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cómic

Breve vida del anarquismo

La lucha del ucraniano-argentino Simón Radowitzky muestra el auge y caída de este movimiento político-social del siglo XX

La filosofía política y social que llama a la oposición y abolición del estado, y por extensión de toda autoridad, conocida como anarquismo, contó con unos militantes de una integridad moral y capacidad de resistencia más propias de las hagiografías de los mártires. Fue el caso del ucraniano-argentino Simón Radowitzky, cuya vida aparece reflejada en la novela gráfica 155. Simón Radowitzky del ilustrador argentino Agustín Comotto.

Este oscuro obrero saltó a la fama cuando fue condenado a cadena perpetua por el atentado con bomba que mató al jefe de policía responsable de la brutal represión de la semana roja de 1909 en Buenos Aires, en la que murieron y resultaron heridos decenas de personas. De este modo, se convirtió en uno de los más célebres presos del infame penal de Ushuaia, la ciudad más austral del mundo. Las duras condiciones climáticas del lugar y su aislamiento geográfico reforzaban la seguridad y el rigor del presidio en el que transcurre gran parte de esta obra. Tras permanecer veintiún años preso y protagonizar una fuga frustrada, fue indultado y abandonó Argentina para luchar en el bando republicano durante la Guerra Civil Española. Tras la derrota se exilió en México donde falleció a los sesenta y cinco años. Pero lo más importante de este cómic es que trasciende la biografía de este militante anarquista para convertirse en un emotivo fresco acerca de la evolución de ese movimiento en la primera mitad del pasado siglo, cuando el protagonista recuerda su infancia y adolescencia.

Así vemos como a principios del siglo XX, en el Imperio Zarista, existía una presión por parte del proletariado que buscaba un cambio político, social y económico. El estado ruso empleaba la política del palo y la zanahoria, pero sin éxito, lo que se tradujo en que el desasosiego se generalizó entre la burguesía liberal, los trabajadores, el campesinado y las minorías. A una de estas últimas pertenecía Simón Radowitzky, que al ser judío vivió desde niño los pogromos indiscriminados llevados a cabo por los cosacos en los que murieron varios miembros de su familia.

El dibujo de Comotto posee un estilo marcado por la crudeza de la historia, pero con un gran lirismo. Al empleo del blanco y negro solo añade detalles en rojo para las escenas dramáticas con unos trazos magníficos, que evidencian, cuando dibuja los rostros de los niños, que se trata de un autor especializado en la ilustración infantil.

155. Simón Radowitzky llega a describir el domingo sangriento que supuso el inicio de la fallida Revolución rusa de 1905, e incluso deja entrever que el fracaso del anarcosindicalismo español se debió a que sus líderes no fueron lo suficientemente anarquistas. Muchos eventos históricos se suceden en esta obra que transcurre en seis países y muestra con verosimilitud la lucha de los militantes de un movimiento que naufragó en la creación de una alternativa al estado y la economía capitalista y que perdió en su lucha, no solo ante el fascismo, sino ante otro movimiento más convincente: el marxismo.

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