Siete notas, siete voces. Distintos profesionales de la música en Canarias vinculados a la gestión de derechos, la docencia, la promoción y producción de espectáculos, intérpretes y compositores, participaron ayer en un debate organizado por LA PROVINCIA/DLP en las instalaciones de The Paper Club, en la calle Remedios, con motivo de la celebración hoy martes 22 de noviembre, del día de Santa Cecilia, patrona de los músicos. Un encuentro a siete, en el que participaron Cristina del Río, directora de zona de SGAE en Canarias; Juan Salan (Salan Producciones); Ardiel Zaya (Algato Producciones); Betsabé Colina (BColina Producción y Distribución); el músico y profesor de guitarra en el Conservatorio Profesional, Javier Infante; el timplista Germán López; y Cristina Santana, cantante de The Birkins y docente.

El escenario de la música en Canarias no levanta cabeza desde el declive que comenzó a hacerse notar en 2008. La caída en la programación de conciertos, con 2.181 en 2008 frente a los 1.034 registrados en 2015, según datos del informe de la SGAE referido al pasado año, y la consiguiente pérdida de espectadores, está asociada a un cambio de las reglas del mercado debido a la bajada del gasto en cultura, consecuencia de una menor renta familiar disponible, y el recorte en la inversión pública asociada a la crisis.

"Hablamos de un descenso brutal desde 2008, y que no solo no se ha recuperado sino que está demasiado estancado. Hay una falta de inversión en programación, y se ha delegado en autores y promotores para que sean ellos los que asuman todo el riesgo de las representaciones que se llevan a cabo". La reflexión de Cristina del Río dibuja una escena en la que los prinicipales agentes echan en falta un mayor apoyo económico de las instituciones y que se abaraten las tarifas para la ocupación de salas y teatros con destino musical.

"Está empezando a mejorar un poquito, aunque es una realidad que no se puede estar peor. No creo que los músicos tengan oxígeno para aguantar otros cuatro años más", subraya Del Río. Una aseveración que secundan con matices el resto de tertulianos, que pese a los múltiples estrangulamientos de un negocio en crisis, muestran su optimismo de cara a un futuro que en lo musical está por escribir. Aparcar los individualismos, no caer en la competencia entre promotores sino sumar esfuerzos, crear público, fortalecer una marca con un gran potencial, e instar a las instituciones que resuelvan las lagunas de financiación -las de la insularidad y de producción-, de formación y espacios para la música, son algunas de las conclusiones de este encuentro.

20.000 empleos

"Hay que dejar trabajar en esto a los que saben", puntualiza el productor Juan Salan, en un reproche a los gestores institucionales de quienes demanda una mayor implicación económica que genere mercado y clientela. "Vivimos en un territorio donde todo está subvencionado, los plátanos, los tomates los viajes, el agua, y la cultura parece que es amoral patrocinarla por ser algo intangible, pero está claro que en la Islas viven 20.000 personas de la cultura", subraya Salan. Se compite en desigualdad de condiciones con el resto de la Península. "Traer a músicos de la Península encarece la producción en un 40%y luego tenemos la falta de espacios". A juicio de Salan. "lo que impera es una coproducción con salas o teatros, porque hay espacios que están muertos de asco, y con los que se podría trabajar a unos precios adecuados. Con esto, ganaría el público, la producción, la programación del recinto, porque lo se programa en los espacios institucionales está muy encorsetado, mucho de lo mismo y desprecio para cosas nuevas."

La música es una profesión de riesgo que cada vez cuesta más asumir desde el lado del promotor y productor. "Los espacios no están abiertos y cuando lo están, el precio es elevadísimo, y a la hora de arriesgarse con lo que poco que tienes con proyectos que te diferencien respecto a lo que se está haciendo, te encuentras que, o bien tienes que invertir muchísimo, con lo cual el margen de beneficios es muy poco, o bien arriesgarlo todo. Y es una dinámica en la que cuesta muchíisimo trabajar", explica el productor Ardiel Zaya.

El coste de las salas es un mal común que precisa de un gesto urgtente de las administraciones responsables para evitar que la sangría vaya a más. Betzabé Colina asegura que "los costes de una sala abortan cualquier campaña promocional en medios, no se puede invertir en publicidad, en cartelería, en cuñas de radio, y al final es imposible. O aumentas el precio de la entrada, a lo que no está acostumbrado el público que no entiende lo que cuesta todo".

Más contratos

La caída en la actividad de la llamada música popular desde 2008 es casi del 50 por ciento. No ocurre lo mismo que la clásica. Tanto la sinfónica como la ópera gozan de la generosidad del dinero público. El dato suscribe esta afirmación: en 2008 se contabilizaron 264 conciertos en 2008 y 231 en 2015.

El mercado actual no ayuda a vislumbrar un horizonte en positivo, pese al optimismo al que se aferran músicos y agentes. "Tal como está montado todo, ahora mismo lo fácil es perder dinero", detalla Juan Salan. "Cuando empiezas una aventura de este tipo no partes de cero sino de mucho menos y el objetivo es no perder", sentencia Germán López. "La pelota está siempre en tu propio tejado". O como apunta Del Río, "y mantenerte, porque desde que dejas de hacer cosas, desapareces".

El público y que los locales -salas o teatros-vayan de la mano son dos pilares para enderezar los cimientos de la música en Canarias. "No podemos educar al público, esto no se hace en dos o seis meses, se hace con el tiempo", afirma Juan Salan. En opinión de Cristina Santana, cantante de The Birkins, "al público hay que hacerlo poco a poco, y eso significa que no solamente tiene que ser la noche donde funcione la música". Santana apuesta por aprovechar el "clima espectactular" y probar con otros formatos. "No tenemos la costumbre de ir a un concierto, porque no se programa por ejemplo, un domingo por la mañana en Vegueta. Se están haciendo cosas, pero poco a poco. Y sigue siendo música en la calle donde no gana ni el promotor ni el músico".

¿Cuál es la estrategia a medio plazo para reactivar la música en directo? Dice Javier Infante, guitarrista y profesor en el Conservatorio Profesional que al margen de obtener los espacios públicos en condiciones rentables para músico y promotor, "hay salas pero quien programa no tiene ni idea, no hay un circuito claro que lo dificulta". La palabra circuito dispara la conversación. "Circuito es la palabra clave", sostiene Germán López. El timplista tiene claro que "si yo quiero fabricar un zapato debo de tener zapaterías donde venderlos. Estamos a la deriva siempre, vamos escapando, y creo que hay dos posiciones: o estas amparado por el Gobierno, que cubra tus gastos, caché y lo que supone de producción, o te la tienes que jugar. Y es muy complicado. Si quieres moverte a una isla no capitalina tienes que empezar otra vez de cero en el caso de Lanzarote y Fuerteventura. Si hablamos de La Gomera es otro mundo. Todo son dificultades. Haces números y piensas ¿Cómo saco esto para adelante? Hoy más que nunca, los que no dedicamos a esto lo hacemos porque amamos la profesión, no porque ganemos dinero con ello, y porque exista una intención comercial".

Esa propuesta de circuito no es la salvación absoluta, tal como puntualiza Javier Infante. "Aunque exista un circuito como tal, hablando con músicos de otros países, amigos de Brasil o Francia, el 99 por ciento de los músicos, instrumentistas, viven de dar clase. Se echa de menos una infraestructura que permita vender tu producto, y no conozco a nadie que pueda vivir de sus actuaciones, al menos de lo que tu quieres vender". "Las autores no quieren ayudas sino que se les contrate", puntualiza Cristina del Río. Lamenta Betzabé Colina que "siempre estamos con el agua al cuello, intentando rascar de aquí y de allá, y nunca sabemos si tendremos algún beneficio. De todas formas, tengo esperanza y porque creo en lo qu estoy haciendo".

Tocar en las Islas obliga a poner fecha de caducidad a cada nuevo proyecto, al menos que alguien fije tu mirada en tu trabajo y te contrate. El propio Germán López lo tuvo en un Womex que le abrió las puertas al mercado americano y canadiense. O Red Beard, que un concierto en la Península fue reclamado para actuar en Guinea. En Canarias no es fácil. "Aquí puedes tener como máximo un concierto en cada isla, y a lo mejor dos más en las capitalinas, y todo eso a taquilla y digamos en un buen año que no se va a repetir. Y con todo el esfuerzo que supone". Respecto a su experiencia americana, López afirma que "no es algo común, tuvimos suerte y porque hicimos una inversión previa. Allí si existe un circuito y las reglas del juego son distintas". De vuelta a la realidad canaria, López detalla que "ahora todo lo que se hace es a taquilla. La gente me pregunta cuanto cobro, y no lo se, hace tanto que no cobro caché. Y como están las cosas, es más rentable ir a tocar a una boda que a un festival".

Salir fuera

Salir de las Islas es una odisea que no soporta cualquiera. En este contexto, Cristina Santana recuerda que el pasado fin de semana "íbamos a Barcelona y nos vimos con el problema de tener que pagar por llevar los instrumentos. Ibamos a decirle al promotor que cancelábamos porque nos suponía un gasto de 500 euros a la ida y otra cantidad igual a la vuelta. No nos salía rentable. Ya es complicado salir a tocar fuera, y no he empezado y ya tengo problemas. Está claro que no se puede vivir de esto".

Además, y en la situación actual, "toda la presión la tiene el que actúa, paga los seguros, trae a su público, tiene que promocionar el concierto. Ganamos al vender un CD, un vinilo o una bolsa de tela. Lo demás es para que nos conozcan".

Ardiel Zaya comparte esta afirmación y tiene claro que "nadie se hará rico, y es muy difícil poder vivir de esto, no hay público como para hacer un concierto que sea un pelotazo y digo ¡me retiro!".

A los invitados al debate se les cuestiona si se frecuenta en las Islas la colaboración entre empresas y artistas. "La unión hace la fuerza y yo como soy nuevo intento sumar y aprender", responde Ardiel Zaya. A juicio de Juan Salan, "cada uno va a lo suyo, e incluso cuando gratuitamente quieres ayudar a gente, es sospechoso . Cada uno es un mundillo, programadores, agentes, intermediarios, hay una guerra gorda y es necesario diferenciar cuál es el papel de cada uno porque los intermediarios no son promotores".

Bajada de impuestos

Las cargas impositivas a la cultura son igualmente motivo de discusión serena. ¿A quién beneficia la reducción del 7 al 3% del IGIC para la cultura en las Islas? ¿Mejora la situación respecto al territorio peninsular con un IVA del 21%? "Bueno, esto llega tras reducir la inversión en un 85 por ciento en cultura en Canarias, que no se olvide", deja claro Germán López.

Para Juan Salan, esta medida "beneficia a la gente de dentro y la de fuera, que van a pasar de un 21% de IVA a pagar un 3 % de IGIC, ayudará mucho un diferencial de 18 de puntos. Si viene una producción internacional en gira por España dará trabajo a todas las empresas de sonido, a un montón de técnicos, cartelería, hoteles, traerá oxígeno para ir tirando hacia adelante, y creará público. Y ayuda a ser más profesionales, No tenemos cercanía con lo que se cuece más allá al menos que vayas allí y lo veas. Como no salgas de aquí, te quedas limitado".

La docencia de la música reglada en los conservatorios está de espaldas al mercado. Lo explica Javier Infante: "Estamos en manos de gente de no tiene ni idea de la formación que necesita un músico con un currículo enfocado al aprendizaje de partituras". German López asegura que en el Conservatorio "si no eres el mejor, no eres absolutamente nada. Yo me consideré un músico cuando termine la carrera". En más, y a juicio de Cristina del Rio, "no solo debes dcrear, tienes que saberte vender, hacer márketing, derechos de autor, redes, hay que dar las herramientas."