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música las dos caras de estados unidos

Tenemos un gran problema

Una legión de músicos negó a Trump el uso de sus obras en la carrera electoral, y al igual que ocurrió con Reagan y Bush, el nuevo inquilino tiene quien le cante

Tenemos un gran problema LP/DLP

En 1981 una banda notable del activismo punk y hardcore estadouninse, Dead Kennedys, advertía a lo suyos por cercanía, y al resto del mundo que quisiera escucharles, de una seria amenaza para el futuro del país con el cambio de turno en la Casa Blanca. We've Got a Bigger Problem Now (Tenemos un problema más grande ahora) era una incendiaria pieza que tenía como destinatario a Ronald Reagan, que un 20 de enero de 1989 recogía el poder para los republicanos dando el relevo al demócrata Jimmy Carter (1977-1981).

El tema en cuestión se incluía en el Ep In God We Trust, Inc. (Alternative Tentacles, 1981), título que ironizaba la leyenda de los billetes de dólar, con una portada con un Cristo cuyo crucifijo estaba armado por la moneda del país. Aquel misil en la línea de flotación del nuevo líder dejaba perlas como: "Soy el emperador Ronald Reagan/Naci otra vez con ansias fascistas/Sin embargo, tu me hiciste presidente".

Décadas después, el mensaje de Dead Kennedys, cuyo nombre les colocó en el punto de mira de la administración y de las distintas asociaciones puritanas del país por episodios de diversa índole, se antoja profética y de rabiosa actualidad, toda vez que otro republicano, Donald Trump es el nuevo inquilino del despacho oval.

El alumbramiento del nuevo líder del país de las barras y estrellas ha estado acompañado de una notable banda sonora. Primero los artistas que le negaron, por razones obvias, el uso partidista de su música en la campaña electoral, que son numerosos; y otros tantos que una vez consumado el fin de la era Obama, han afilado el verbo y lo continuarán haciendo porque como bien cantaba el poeta, músico y precursor del rap Gil Scott-Heron en 1970 The revolution will not be televised (1970).

En la primer frente, los que vetaron a Trump por apropiarse de lo que no era suyo. Aquí están pesos pesados como Rolling Stones y REM; el propio Elton John por aquello de que no quería sonar en una campaña americana; o Aerosmith. Queen, a propósito de We are the Champions; e incluso la familia de George Harrison ante la tentación de que usara Here Comes The Sun.

Neil Young no puede faltar entre los díscolos hacia el inquilino de laCasa Blanca. Ya lo hizo contra los Bush, padre e hijo, con Rockin In The Free World en el álbum Freedom (1989), y con Let's Impeach the President, del disco Living with War (2006). Una para cada uno de los Bush. Y Trump, por desconocimiento o saber por qué, quiso usar la primera, a lo que el canadiense se negó.

Adele, Brujería, Slipknot, Green Day -que repiten su arenga política ahora con Troubled Times, años después del álbum American Idiot (2006)-, Roger Waters, Arcade Fire, Madonna, y hasta U2, que en vista de cómo con Trump cambiaba la ecuación planetaria, decidieron aplazar el lanzamiento de su nuevo álbum de estudio Songs of Experience, que se comercializará a mediados de año, continuación de Songs of Innocence (2014), porque el asunto Trump es grave como para pasarlo por alto.

Hay muchos más artistas que gritan en contra de Trump, fieles al mensaje imprimido por Dead Kennedys. No falta el boss Bruce Springsteen en este contexto, que ha tenido sus filias y fobias con la Casa Blanca. Ahora carga contra Trump, y cabe recordar su simpatía hacia Obama en su primera campaña e incluso en los últimos días de en el poder. Pero, se las vió con Reagan cuando este quiso utilizar Born in the USA (1984), canción y single del álbum homónimo -el séptimo de estudio- cuando aquel entendió en la letra una exaltación del patriotismo, cuando el de Nueva Jersey cantaba lo contrario. Y sin olvidar ejercicios de abrazo colectivo con The Rising (2002), el mensaje que le pedían sus seguidores tras los atentados del 11-S.

Reagan, el actor presidente, fue inspiración, entre otros para Ramones, que le dedicaron Bonzo goes to Bitburg (1986) o DOA (Dead On Arrival), que le brindaron Fucked Up Ronnie (1982).

Pero, la canción como arma política en el caso de Estados Unidos es tan añeja como la historia del continente. De los Kennedys a Eminem, la segregación racial, la discriminación de sexos, y la deriva hacia un régimen con tintes de autoritario, obliga a mirar atrás hacia 1940, antes de que Dylan hiciera del folk la protesta por excelencia. La extraña fruta a la que cantaba Billie Holliday en Strange Fruit; Nina Simone con Missisipi Goddam; el I'm a Man, de Bo Didley; A Change is Gonna Come, de Sam Cooke; o What's Going On, de Marvin Gaye, son una pequeña muestras. Porque el panorama se presta a coger la guitarra que Woody Guthrie manejaba en 1941 con la leyenda "Esta máquina mata fascistas".

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