El director Danny Boyle presentó ayer en la Berlinale su T2 Trainspotting, una secuela del icónico filme rodado 20 años atrás, que huye de la mera nostalgia para retomar el hilo de la búsqueda del sentido de la vida encarnado por el personaje de Ewan McGregor. "La nostalgia tiene su peligro. Hay que mantenerla bajo control o acabas viéndote como un turista de tu propia juventud", explicó el cineasta, recibido como uno de los platos fuertes del programa, pese a ir fuera de concurso.

Boyle acudió acompañado por Ewen Bremner y Johnny Lee Miller, dos de sus actores de entonces y de ahora, además de Anjela Nedjalkova, la chica de la película y casi única nueva incorporación. Boyle defendió que su película puede verse "con independencia de la anterior", ya que lo que se establece entre ambas es una "conversación", aunque obviamente juega la carta de la complicidad.

T2 Trainspotting retoma los personajes que sobrevivieron a las sobredosis de heroína de su antecesora. Arranca en Amsterdam para trasladarse casi de inmediato a un Edimburgo que, como el cuarteto de entonces, también ha cambiado -"ahora es una ciudad más dinámica", explicó Boyle-.

A partir de ahí, se trata de aclarar si Renton -McGregor- se convirtió en un cabeza de familia como quería o si dilapidó los 16.000 libras que robó al resto en más droga; qué hizo Spud -Bremmer- con las 4.000 libras de "consolación" que le dejó el prófugo o en qué quedó la malignidad de Begbie -Carlyle-.