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Canarismos

Piojo pegado

Piojo pegado

En fecha reciente apareció publicada -en este medio- una esquela que llamó la atención de algunos lectores por algo poco habitual en este tipo de publicaciones. En lugar de la retahíla de parientes desconsolados que suelen nombrar las esquelas, concluía con donaire -casi trasgrediendo la solemnidad propia del momento- con un "nietos, piojos pegados y demás familias".

La expresión "piojo pegado" se utiliza, en general, para hacer referencia a los añadidos, pegostes varios, etc. Su uso en esta ocasión nos confirma, en primer lugar, que todavía perviven en nuestro dialecto gran número de voces y expresiones propias, que en ocasiones dábamos por perdidas o en vías de extinción ante los embates de la modernez. Pero también pone de manifiesto ese agudo -y socarrón- sentido del humor del isleño que le saca punta hasta los momentos más serios y dramáticos. No en vano se dice que es en los velatorios donde se escuchan los mejores chistes. Esta capacidad de desdramatizar los momentos fatales actúa -a mi parecer- como un inteligente modo de superar dificultades; una suerte de mecanismo de supervivencia que surge en las situaciones difíciles y del cual el canario parece estar bien dotado.

En este caso, con el "piojo pegado" se hace alusión a todo pariente por afinidad (no consanguíneo) o futuros parientes. Para entendernos: cuñados y cuñadas, mujeres o maridos de hijos y de nietos, novios y novias de los susodichos y un etcétera que incluye a esa parentela extensiva y coyuntural. (Y nunca mejor dicho lo de coyuntural, por cuanto dura lo que resiste el vínculo de matrimonio con el pariente carnal en cuestión). Así el redactor de la nota, aprovechando la luctuosa ocasión larga con sorna y socarronería un "piojos pegados". Con el que se hace mofa -pero sin escarnio- de toda esa ristra de afines que como apéndices siguen al principal; resultando así una expresión neutral, con la inocuidad propia de cuando las cosas se dicen de guasa.

Estos "piojos pegados" siempre han tenido la fama de agentes "invasores" externos al núcleo familiar originario, y cabe precisar que, en ocasiones, hasta mala fama. Y tópica resulta la reputación del cuñado listillo (dícese del 'enterado de la caja (de)l'agua') que hace gala de su animada antipatía en fiestas y reuniones familiares. De hecho, la locución tiene a veces un valor más preciso para aludir a esa persona importuna y molesta que acompaña inseparablemente a alguien. Conocidas son las expresiones: 'pegarse como un piojo' o 'como una lapa' o ser un 'moco pegado' para nombrar, en general, a alguien que no sabemos cómo quitarnos de encima.

Pero el uso más común se corresponde sin duda con la condición que se predica de quien se integra en la familia, en un grupo de amigos o agrupación de cualquier tipo (grupos de 'guasá' incluidos), sin pertenecer de manera natural a ésta. Se dice también: 'ser alguien plato de otro taller' que significa ser de una familia distinta a la propia, a la que se pertenece por consanguinidad. Es decir, para señalar a los parientes afines que quedan vinculados de algún modo y, al menos formalmente, integrados en el grupo familiar por un vínculo de afección civil.

En fin, quien sabe si dentro de poco -y de acuerdo con los tiempos 'mohesnos'- no leeremos alguna esquela con la coletilla "[?]sobrinos, nietos, piojos pegados y amigos del 'fesbú' ?".

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