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Los espacios del 'Guernica'

Recorrido por los lugares de la memoria a los que remite la obra de Pablo Picasso, que ahora cumple ochenta años, y que nació en su luminoso estudio parisino

Los espacios del 'Guernica'

El primer espacio de la memoria del Guernica de Picasso, es un pueblo de Euskadi que el 26 de abril de 1937, hace ochenta años, fue bombardeado durante más de tres horas. Es el espacio de la barbarie, del absurdo, el espacio sombrío que no cesa, el espacio de Siria de estos días. El espacio de siempre, el espacio de muerte.

Estudio parisino de Picasso. Este hecho terrible precipita el gran cuadro que nació, en un mes, en el segundo espacio: estudio de París del pintor malagueño. Donde en una creatividad desenfrenada, envuelta de rencor y de impotencia, se llena de bocetos, y crea una pieza tan grande (7,80 X 3,50) que en la proximidad ocupa todo tu campo visual. Este atelier, parece ser, así lo quieren Dora Maar y también él, donde Balzac sitúa su cuento La obra maestra desconocida, ironías de la vida. La luz alegre de París en primavera era sacrílega ante lo que nacía en su taller, en blanco y negro, sin color ni esperanza.

El 'Guernica' en el pabellón de la República en París 1937, el patio con las sillas de Torres Clavé. Llegamos al Pabellón de la República de España de la Exposición Universal de París 1937, el espacio perfecto, el espacio tercero. Las vigas y viguetas de madera del estudio se convierten en hierro. Obra de Sert y Lacasa arquitectos modernos, fresca. Dentro obras de Calder, Miró, Julio González, Alberto Sánchez? (El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella). Luis Lacasa, asturiano de Ribadesella, había hecho algunos proyectos de ladrillo, pero se marchó para Rusia tras ser ambos condenados (Sert y él). José Luis Sert siguió desde el exilio haciendo espacios para el arte: la Fundación Maeght (Saint Paul de Vence), el taller de Miró en Mallorca y su fundación en Barcelona...

El pabellón en planta baja se abre hacia un patio, arriba genera espacios grandes. Tiene una gran modernidad en muchos campos: estructura metálica (Mies), respeto por los árboles (Aalto), proyecciones sobre él edificio, la rampa que te sube, promenade (Le Corbusier) todo con pocos medios. Terragni está en los toldos contra el aire, que son como una vela de un barco que llevará republicanos españoles por todos lados.

El Guernica en el MoMA de Nueva York. Modernidad del edificio del MoMA en 1939, compárese con los vecinos. Se acaba la exposición y su primer destino: Nueva York, para seguir un periplo por los Estados Unidos. Picasso pide que se quede en el MOMA hasta que vuelva a España el poder a su pueblo. Se afianza la leyenda, el Museo de Arte Moderno (Goodwin y Stone 1939) casi contemporáneo del pabellón, edificio emblemático de la modernidad, supone un altavoz que grita ese dolor. Este es su cuarto espacio. Turné después desde allí por Europa? Me llaman la atención esos traslados, esos cajones embalados. El conductor, el piloto, ignorante quizá de lo que está llevando. ¿Descansará el caballo en su trayecto? ¿Dejará de llorar la madre con el niño muerto cuando nosotros no los vemos? ¿Envainará la media espada el guerrero en el suelo, sin resuello? Desde el momento del suceso, desde el momento en que Pablo Picasso posó su pincel negro, no paró de gritar, mugir y relinchar todo aquel esperpento. Y, como personajes de Borges en su desdicha absurda, se compromete el mundo entero. Sigue el ruido macabro, con los ojos cerrados, dentro de tu cerebro. Y el mito va creciendo.

El 'Guernica' en el Casón del Buen Retiro. Llega la democracia, el Picasso toma otro avión de vuelta a casa. El quinto espacio del Guernica, en Madrid, era una caja fuerte de García de Paredes, (arquitecto de los Auditorios de Granada, Cuenca y también de Valencia...) Aquí, por la tensión que suponía tan sólo su presencia, se diseña para el Casón del Buen Retiro un gran diamante, con aristas de hierro y vidrios inclinados. Todos fuimos a verlo. No se sabe si el cristal defendía al lienzo o protegía a la inestable sociedad de aquel momento de su revolucionario aliento.

Una vez en casa, con el tiempo, tras afianzarse la democracia, pierde fuerza el mensaje. Triste es pero pierde fuerza hasta el recuerdo del desastre. Tenemos más presente el símbolo de Picasso que la propia masacre. Ya no tiene sentido meterlo en la pecera. Ya no se espera un loco que rasgue aquella tela. Se saca de la urna, por ser normales ya las otras urnas, y se lleva al Reina Sofía, donde empieza una nueva vida.

El 'Guernica' en una sala del Reina Sofía. Allí, el sexto espacio, un hospital que arranca con Felipe II, parte de Sabatini, restaurado por Fernández Alba, tan sobrio y blanco que le tienen que meter después dos escaleras y ascensores de cristal por fuera que le den un poco de gracia a aquella pieza muerta (mucho después vendrá la ampliación colorista de Nouvel, no hay término medio). Y allí, ya jubilado, bajo un medio cañón blanco, en esta residencia, al Guernica lo entretienen los turistas, o el registro fotográfico, que han hecho restauradores haciéndole cosquillas, tan realista, milésima a milésima, que será la muestra de cómo era, si cayera, otra vez por sorpresa, una bomba siniestra.

Copia del 'Guernica' en la copia del Pabellón de la Republica Española en Barcelona. Séptimo espacio, epilogal. De aquel terremoto que fue el Pabellón de la República, vino en los años noventa una réplica. Tras el éxito de la reconstrucción anacrónica del Pabellón de Mies de la exposición del 29, se reconstruye también en Barcelona el edificio parisino. Esta vez además de anacrónico es atópico. Esta copia del Pabellón de la República la inauguró el rey Juan Carlos y el auténtico Guernica permanece en un museo dedicado a la Reina Sofía...

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