La identidad canaria y la fe cristiana son los dos vehículos con los que el periodista Antonio Quintana ha viajado durante las últimas décadas recorriendo la realidad canaria. El fruto de todas esas vivencias aparece negro sobre blanco en El cielo en la tierra-Escritos sobre la identidad canaria, el libro que ayer presentó en el Club LA PROVINCIA. Lo hizo rodeado por todos los amigos que le han acompañado en el camino durante este largo tiempo, entre los que hay periodistas -Quintana ejerció su labor profesional en estas mismas páginas-, pero también políticos de varias corrientes ideológicas y compañeros de mil y una batallas en la Hermandad Obrera de Acción Católica.

Quintana es un hombre del que no se puede hablar sin mencionar "su calidad humana y su entrega a la familia", como recordó ayer el periodista Andrés Peña, quien además de presentar el acto compartió con él 26 años de recorrido profesional en los periódicos de Editorial Prensa Canaria. "Fruto de esa devoción", señaló, "es el libro que nos presenta".

El teólogo Felipe Bermúdez, amigo de Quintana desde la juventud, intervino en el acto para destacar la capacidad del autor como notario de la actualidad: "Este libro levanta acta de lo ocurrido en los últimos 50 años en la Iglesia y en el pueblo canario".

Marino Alduán, histórico militante del nacionalismo canario que ha ejercido cargos en los tres niveles de la Administración del Archipiélago, habló durante la presentación del "efecto mágico" que tiene la obra para quienes vivieron "la aceleración de la historia que se produjo en el Estado español a partir de 1970". Alduán recordó "la ingenuidad" con la que se vivían los acontecimientos, una candidez que sin embargo lograba llenar "la grada curva del Insular o el López Socas cuando Pedro Lezcano leyó La maleta" y que se traduce en las 357 páginas del libro en una "enorme ilusión de cambio", en palabras del ex viceconsejero de Educación del Gobierno de Canarias.

El autor intervino para honrar al principal motivo que le llevó a escribir esta obra, sus hijas Luz Aroa y Nerea y su compañera Águeda -"A las tres, mis cielos en la tierra, porque sin su amor este libro no había sido posible", reconoció-, pero también para recordar con agradecimiento algunos de los episodios que han definido su vida. No se olvidó de su paso por el Seminario de los Padres Paúles del Lomo Apolinario, al que describió como "la universidad de los pobres de finales de los 60 y principios de los 70", pero tampoco el desarrollo personal que le permitieron las publicaciones para las que trabajó, en especial LA PROVINCIA/DLP, ni todas aquellas personas que se fue encontrando en los barrios y en los movimientos cristianos de base.