La fotografía y el cómic frente a frente. O el octavo y el noveno arte unidos de forma sutil. Eso es lo que ofrece la fantástica obra McCurry, NY 11 Septiembre 2001, un trabajo, en primer lugar, indispensable para los seguidores de la carrera del afamado fotógrafo norteamericano ya que incluye imágenes nunca publicadas de su carrera y supone una genial retrospectiva sobre toda su obra. Pero también una obra recomendable para aquellos amantes de la novela gráfica que hayan disfrutado con títulos recientes como La grieta que fusiona, aunque desde otro punto de vista, ambas manifestaciones artísticas .

En esta ocasión es el dibujante Kim Jung Gi, conocido por trabajar directamente en rotulador gigantescas creaciones gráficas, el que se encarga de crear las transacciones a través del dibujo y convirtiendo las imágenes del fotógrafo en una historia con continuidad literaria. A ellos dos se unen el guionista Jean-David Morvan que conoce al milímetro la obra del homenajeado.

Lo cierto es que fusionar ambos códigos está de moda y es otro ejemplo de cómo, a medida que pasa el tiempo, la línea difusa entre las artes resulta cada vez menos perceptible. Este álbum, que en España publica Diábolo Ediciones, parte del atentado contra las Torres Gemelas en Nueva York.

En ese momento, Steve McCurry se encuentra en su estudio de trabajo a varias manzanas de la Zona Cero, y a duras penas, acompañado de su secretaria, avanza hacia dicho lugar impedido por calles bloqueadas, controles policiales, o restos de otros edificios. Mientras, el reportero gráfico va sacando todo tipo de imágenes y lo que va viendo le sirve para realizar continuos flashbacks sobre lo que ha sido su vida. El protagonista va narrando las vivencias que más le han impactado durante todos sus viajes y la forma práctica que ha tenido de enfrentarse a este trabajo.

McCurry tuvo un comienzo con muchas dificultades. Se inició con la fotografía analógica con todos los problemas que acarreaban. Se trasladaba a los países del Tercer Mundo con la idea de hacer un viaje fotográfico con una mochila con 200 carretes cuyo resultado no vería hasta su regreso a Estados Unidos. Un estilo que se ha perdido actualmente con la fotografía digital con la que todo se sabe antes de apretar el disparador. De este modo, el propio fotógrafo reconoce que cuando saca una foto no sabe muy bien si ha sido buena o mala, ya que sólo lo descubría cuando habían sido revelado, con grandes sorpresas y pequeñas decepciones. McCurry se consolidó como el fotógrafo del color, cuando la mayoría de sus compañeros apostaron con el blanco y negro. Por este motivo siempre ha ido buscando contrastes en las ropas, la arquitectura y el paisaje. Y por eso mismo sus destinos favoritos son India y el sureste asiático. También es un excelente retratista y el fotógrafo ha legado imágenes estremecedoras sobre la población civil u otras más pintorescas como cuando, tras la invasión de Irak a Kuwait, captó los incendios de los pozos de petróleo como un paisaje apocalíptico.

Por otro lado, el artista surcoreano Kim Jung Gi se arriesga en esta obra hasta lo inimaginable. Un ejemplo es que atreve a realiza su propia visión en dibujo de la famosa foto de la niña afgana para National Geographic que sigue siendo la más emblemática de McCurry. Kim Jung Gi demuestra que es capaz de dibujar desde complejas escenas cotidianas hasta extrañas situaciones de lo más rocambolescas destacando mínimos detalles.

Su elaborada técnica le permite jugar con imposibles perspectivas sin que ello perjudique al resultado final. Pero para ser justos hay que reconocer también que este álbum se inspira un poco en El fotógrafo, que narraba el trabajo del reportero gráfico Didier Lefèvre y su viaje de ida y vuelta entre Pakistán a Afganistán acompañando a una delegación de Médicos Sin Fronteras. En aquella ocasión Emmanuel Guibert ponía el guión y Frédéric Lemercier el dibujo. Sea como fuera, el cómic y la fotografía siempre se han llevado muy bien. De hecho muchos autores de novela gráfica, al dibujar, siguen guiándose por imágenes congeladas. Son artes que encajan bien y un ejemplo mayúsculo es este fenomenal título.