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El amor es un iceberg

Hegazi Hoyer narra en 'Perdón' el descenso de una pareja a los infiernos en una novela de hermosa fuerza y sostenida audacia que regala desasosiego

El amor es un iceberg

Todo amor necesita de símbolos. Es su forma de sentirse parte de una cadena más larga, que se pierde en los orígenes de la humanidad, y al tiempo el modo de afirmar su carácter singular, el hecho de que cada amor sea único en su luz y en su oscuridad, en su seguro ascenso y en su inevitable caída. Perdón, de la escritora noruega Ida Hegazi Høyer, diagnostica una de estas aventuras irrepetibles en una novela de hermosa fuerza y sostenida audacia, que regala el punto de desasosiego justo que cualquier investigación sobre lo ambiguo exige.

Porque ella tiene sólo veintiún años, y él apenas veinticinco. Porque ella es confiada, solar, inocente, y él es un caballero armado de palabras, que admira los libros de Ayn Rand y cultiva pasiones peligrosas como la velocidad, la caza y el salto al vacío. Porque ella se entrega sin protección ni red y él le jura amor para siempre, concretados sus votos en un anillo hecho con sedal de pesca que la carne de la muchacha asimilará hasta hacer suyo. Qué mejor muestra de comunión que devorar al otro, hacerlo sangre de la propia sangre. Herirse en el otro para resucitar en el otro, la única eucaristía verdadera.

Hasta aquí la flecha lanzada al cielo, el camino ascendente hacia una alegría que se resume en el mantra que cualquier pareja de amantes habrá verbalizado antes o después: "Nosotros no somos como los demás". A partir de ahí, la caída. Mérito de Hegazi Høyer es haber narrado este descenso al infierno con una pericia digna de una novela de suspense, pero sin caer en los efectismos de lo inverosímil ni en las trampas de un azar ingobernable. Es cierto que en el amado hay rincones insatisfactorios desde el inicio, otra vida que asoma la patita imprudente y malencarada, pero no lo es menos que la entrega inicial promete someter esos miedos y cualesquiera otros. Hasta que todo salta en pedazos y la historia oculta sale a la luz en lo que posee de dolor y suciedad. El amor es un iceberg que ciega la parte invisible del amado.

Hegazi Høyer insinúa que perdón quizá sea la más grande entre todas las grandes palabras humanas, aquella que soporta el peso del verdadero amor, pero también sospecha que es la palabra que casi nunca se pronuncia a tiempo, bien por pudor, bien por orgullo, que la demora en reconocer nuestra debilidad, el hecho de escudarnos tras las máscaras del desprecio, la superioridad moral o la negligencia impide tantas veces que seamos absueltos con una simple palabra. Obstinados y tercos, fragmentos de un relato más vasto cuyo conocimiento sin embargo nada enseña, los protagonistas de Perdón buscan en las páginas de su desdicha el símbolo que los libere, la conmutación de su pena. Claro que atender a la verdad, como dice la protagonista de esta notable novela, requiere de un enorme derroche de energía. Quizás demasiado para una simple vida de enamorado.

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