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Entrevista

"Los canarios enviados a Mauthausen mostraron mucho valor y solidaridad"

"La gente desconoce que 9.300 españoles estuvieron encerrados entre las alambradas nazis durante 4 años"

El periodista y escritor Carlos Hernández de Miguel. LP / DLP

¿Por qué decidió convertir la historia de su tío, Antonio Hernández Martín, en un cómic?

Mi tío fue una referencia cuando yo solo era un niño y venía todos los veranos desde Francia para pasar unos días en casa de mis padres. Él murió en 1992 cuando yo era muy joven para interesarme por su historia. Sí sabía que había estado en un lugar llamado Mauthausen, pero entonces estaba preocupado de otros asuntos. Fue pasados los años cuando fui consciente de la importancia histórica de este hombre. Así, cuando mi trabajo periodístico me lo permitió, en 2012 empecé a investigar su vida y la de los otros 9.300 españoles y españolas que pasaron por los campos de concentración nazis. Me di cuenta de que era una historia olvidada, apenas conocida en nuestro país, y decidí que tenía que contarla, que hacerla llegar al mayor número de gente posible. Fruto de esa investigación fue mi primer libro, Los últimos españoles de Mauthausen, que tuvo un gran éxito de ventas. Aún así yo no quería quedarme en eso, quería llegar a un público mayor y, sobre todo, a los jóvenes. Por eso creé una cuenta en Twitter utilizando el nombre, la fotografía y la historia de mi tío. Le convertí, por tanto en una especie de portavoz de todos los deportados españoles que contó cómo era la vida y la muerte en Mauthausen. Lo original es que todo lo contaba en presente, como si estuviera sucediendo en ese momento. Como si hubiésemos creado un agujero en el tiempo de 70 años y pudiera tuitear en directo desde el campo. Ahí estuvo la clave del éxito de la cuenta que llegó a alcanzar los 50.000 seguidores en unos pocos días.

Aparte de que los protagonistas sean españoles, ¿qué diferencia a esta historia de otras sobre el holocausto?

No existen grandes diferencias. Los españoles pasaron por las mismas penalidades, sufrieron las mismas torturas y murieron de la misma manera que los judíos, los gitanos o los soviéticos. Y ahí, precisamente, está la clave que me empujó a iniciar este proyecto. Si preguntáramos ahora mismo en un instituto, en una fábrica, en una calle española por las víctimas del holocausto, muy pocas personas hablarían de nuestros compatriotas. La sociedad desconoce que hubo, nada menos, que 9.300 hombres y mujeres de Gran Canaria, Tenerife, Madrid, Sevilla o Barcelona, que estuvieron encerrados durante más de cuatro años entre las alambradas nazis. Y aún conocen menos el dato de que 5.500 de ellos solo pudieron escapar de estos campos de la muerte de Hitler convertidos en humo y cenizas, a través de la chimenea del crematorio. Quien lea este cómic conocerá a fondo esta terrible historia contada en castellano con acento canario, manchego o andaluz.

¿Incluyen elementos que no se había recogido hasta ahora?

Sí. Aparecen reflejadas historias que son fruto de mi investigación y que darían para una película de Hollywood. Por ejemplo la historia del clarinetista de Mauthausen, un alicantino que amaba la música y al que los SS obligaban a tocar mientras ejecutaban a algún prisionero; o el episodio de canibalismo al que se vieron obligados dos prisioneros debido al hambre atroz que padecían en el campo

¿Qué tenía de singularidad la presencia de los españoles?

Yo destacaría dos cosas. En primer lugar, el motivo por el que acaban allí. Todos ellos habían escapado de España tras el triunfo de Franco; en Francia se habían alistado en el Ejército francés para combatir contra Hitler y, por ello, habían sido capturados por las tropas alemanas. Inicialmente fueron llevados a campos para prisioneros de guerra en los que más o menos se respetaban los derechos humanos. Sin embargo, las conversaciones entre el régimen franquista y la cúpula del Reich alemán provocaron que, finalmente, fueran enviados a campos de concentración para ser exterminados. En segundo lugar, y ya en el campo, los españoles destacaron por su solidaridad y combatividad. Tenían años de experiencia en las espaldas: la guerra de España, su paso por Francia y por su ejército... Y esa durísima experiencia les decía que la única forma de sobrevivir era ayudarse entre ellos. Por eso empezaron compartiendo la poca comida que tenían y terminaron creando una organización clandestina que ayudó a salvar muchas vidas. Su obra cumbre fue robar las fotografías que probaban los crímenes cometidos por los SS y que serían exhibidas, al final de la guerra, en el Juicio de Núremberg en el que se condenó a los dirigentes del Reich que quedaban con vida.

¿Y qué destacaría especialmente de los presos canarios?

Que destacaron por su gran valor y solidaridad, como la mayoría de los españoles. Sabemos que fueron al menos 45 los canarios que acabaron en Mauthausen y otros campos de concentración nazis. Realmente 23 de ellos eran naturales de la provincia de Las Palmas y los 22 restantes de la de Tenerife. Todas sus historias son tremendas, como por ejemplo la de Domingo Henríquez, natural de Santa Cruz de la Palma. Este hombre era médico y cuando llegó a Mauthausen los SS intentaron incorporarle como ayudante. Domingo sabía que, si aceptaba, tendría que participar en los experimentos y las atrocidades que se cometían en la enfermería del campo de concentración. Por eso se negó y en solo cinco meses acabó muerto. Se trata, sin duda, de una historia para recordar porque demuestra que hasta en el peor de los infiernos se puede elegir el camino correcto, aunque esta decisión te conduzca a tu propia muerte.

El hecho de que sea a través de tuits, ¿ha sido más fácil o difícil para escribir el guión de la obra?

Yo creo que lo ha facilitado. Al tratarse de mensajes muy cortos, solo he tenido que eliminar algunos de ellos y rehacer otros. En todo caso siempre han primado las ilustraciones. Ioannes Ensis iba dibujando en función de lo que él consideraba más relevante del relato de Twitter y luego yo adaptaba los textos a la ilustración.

¿Qué pasaje le ha parecido el más impresionante de todos?

Tengo que confesarte que he llegado a llorar al ver algunas ilustraciones. Llevo años investigando este tema y, aunque hay algunas fotografías de los campos en funcionamiento, existen muchas lagunas gráficas, cosas que nunca hemos visto en imágenes. Ioannes ha tapado esos agujeros en la historia gráfica de Mauthausen y el resultado es muy impactante. Quizás lo que más me ha impresionado han sido las ilustraciones del trabajo en la cantera. Era un lugar horrible en el que los prisioneros tenían que cargar con piedras de hasta 50 kilos de peso y subir una empinada escalera de 186 escalones. En el invierno estaba helada, lo que provocaba resbalones que resultaban fatales. Los SS se divertían empujando a los débiles para que rodaran por la escalera y fueran aplastados por la piedra que transportaban. Ver todo eso, de lo que no hay fotografías, en las ilustraciones es impresionante.

¿Cómo definiría el dibujo que ha realizado Ioannes?

Es un dibujo oscuro que te impacta porque no lo enseña todo. Una sombra, una silueta hace que te imagines más cosas de las que se ven a primera vista. Yo creo que se nota que Ioannes se ha dejado, literalmente, un trozo de su alma en cada una de las ilustraciones

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