Cuando una retrospectiva consigue reunir cuarenta y cuatro cuadros realizados durante un periodo de veinticinco años, las paredes que la albergan se convierten en un caleidoscopio que si se trata de una artista original como es este caso muestran una trayectoria creativa sorprendente. No en vano andar por esta sala observando las obras expuestas supone realizar un recorrido que parte de lo más simple, tradicional y sencillo hasta llegar a lo más complejo e innovador visual y técnicamente hablando. De este modo la obra de Juan Antonio Déniz parte de unas pocas xilografías y serigrafías realizadas durante su etapa en la Escuela de Luján Pérez hasta mostrar creaciones realizadas en las técnicas más complejas.

Las imágenes, que se exponen en el Club LA PROVINCIA hasta este viernes -de 18.30 a 21.20 horas- van desde palmatorias con velas iluminadas sobre muebles antiguos o un piano, hasta nidos realizados en lugares tan inopinados como unas ruinas griegas de Asia Menor, pasando por páginas abiertas, escenas con instrumentos musicales y unas pocas flores. Estas son algunas de las imágenes que aparecen plasmadas sobre los cuadros a través de técnicas y procedimientos fotográficos tan variopintos como el fotopolímero, la cianotipia, la isoladora, el aguaferte, la aguatinta, los ácidos y las sales.

Con estos adminículos Juan Antonio Déniz ha grabado toda esta serie de imágenes fantásticas en planchas de cinc, cobre e incluso en materiales tan duros como el hierro, que debido a su dureza y pesadez no suele ser empleado por los artistas. Pero no se ha limitado a plasmar sencillos dibujos o fotografías tomadas del natural, porque muchas de las imágenes han sido trabajadas previamente con diferentes técnicas fotográficas como el fotoshop transformando las escenas hasta convertirlas en auténticas obras de arte.

De este modo la labor creativa de este artista se muestra al espectador como una lucha librada entre el creador que durante más de dos décadas ha tratado de plasmar imágenes en soportes muy complejos sirviéndose tanto de las técnicas más vanguardistas como de las más tradicionales.

Por lo tanto esta exposición nos revela la faceta más experimental de un artista que es mayoritariamente conocido como el pintor de las orquídeas, tal como fue denominado en su día por Manolo Pérez, pero que en esta ocasión esas exóticas flores pertenecientes principalmente a su faceta de acuarelista dejan paso a una explosión de colorido e imaginación que supera las que encontramos en la naturaleza.

Así, las líneas y las manchas se superponen en los cuadros creando formas de un colorido y una complejidad tonal que sería difícil conseguir con medios más sencillos que los empleados en esta exposición.

Esto es debido a que las imágenes de esta retrospectiva están dotadas en su mayoría de una fantasía onírica que recuerda al surrealismo y al simbolismo de varios pintores canarios, pero a la vez que se observa esto es difícil rastrear alguna influencia clara de artistas como Juan Ismael, Óscar Domínguez o Néstor porque la originalidad de Juan Antonio Déniz supera todas las influencias que ha recibido a lo largo de su trayectoria.