¿Cómo germinó la idea de proyectar en una novela un Archipiélago canario despoblado ante una catástrofe nuclear?

La idea de esta novela surgió a raíz de leer la noticia de que Marruecos tenía pensado construir una central nuclear en sus costas, a unos 200 kilómetros del Archipiélago canario. Entonces, todavía estaba muy fresco el accidente nuclear en Fukushima y pensé que, con una central nuclear en esa zona sísmica, donde en 1960 hubo un terremoto que destruyó la ciudad de Agadir, podría reproducirse una situación muy parecida a la de Fukushima, donde tuvieron que desalojar un radio de 100 kilómetros a la redonda. ¡Y eso teniendo en cuenta que Japón es uno de los países tecnológicamente más avanzados del mundo! Si esto ocurriera en esa central nuclear que prevé construir Marruecos, la posibilidad de que haya que desalojar medio Archipiélago no es tan fantasiosa o irreal: es una posibilidad.

En ese sentido, ¿su novela cumple la máxima de las distopías, que plantean escenarios ficticios lejanos, pero posibles?

Exactamente. Por eso, antes que apocalíptica, yo diría que Anturios en el salón es más bien realista y, en ningún caso, fantasiosa. Mi novela transcurre en ese escenario en el que se ha construido esa central nuclear y donde ha habido un atentado terrorista que la ha destruido, provocando una emisión de radiactividad en la zona. Entonces es cuando hay un decreto del Gobierno central para desalojar la provincia de Las Palmas, empezando por Lanzarote y Fuerteventura. Y en ese contexto se sitúa mi personaje y toda su reflexión a lo largo de 240 páginas en torno a distintas situaciones, donde el ciudadano común realmente no tiene nada que decir, ni que opinar.

¿En qué medida ha querido llamar la atención sobre la vulnerabilidad de las Islas y sus malas políticas de sostenibilidad?

Ahí está la reflexión: si se supone que Canarias es un paraíso, ¿por qué estamos en una situación de tal fragilidad? Ni siquiera hace falta proyectarse en el escenario de la central nuclear: actualmente, somos dos millones de habitantes en Canarias, pero el 95% del abastecimiento y de los enseres que utilizamos para sobrevivir procede del exterior. ¿Qué pasaría si, por una cuestión política, de guerras o de terrorismo, se interrumpe ese flujo? ¿Qué hacen dos millones de habitantes en una tierra donde se ha abandonado la agricultura y la ganadería, y donde la pesca está siempre en entredicho? Esta es una realidad que existe hoy.

¿En qué medida el protagonista que construye en la novela es una proyección de su propio desencantamiento hacia estas irregularidades en Canarias?

Evidentemente, mi personaje no es yo; pero, a veces, tanto al imaginar sensaciones como al describir lugares, tiendo a basarme en mi vida. En algunos casos, los aspectos coinciden y algunos sentimientos que transmite el protagonista se corresponden con dudas e inquietudes personales. En ese sentido, la literatura da para mucho.

¿También quiso trazar, a través de las digresiones de su protagonista, una reflexión sobre la condición humana?

Claro. Y del hecho de que nos acostumbramos a vivir contando con que dos calles más allá tenemos un supermercado o que, si tenemos alguna herida, podemos acudir a un centro de salud. Entonces, yo planteo la vida de un personaje que no puede contar con nada de eso y, sencillamente, tiene que buscarse la vida y tiene que levantarse cada mañana sabiendo que tiene que conseguir lo que va a comer hoy. Esa es un poco la idea.

Por tanto, ¿su objetivo es provocar al lector para que reflexione sobre esta "ficción posible"?

Por supuesto, porque el lector se va a ver identificado con esta novela y le va a resultar verosímil. Sin ir más lejos, hace poco tuvimos la crisis de las prospecciones petrolíferas y los especialistas negaban que pudiera darse una fuga de crudo. Pero una fuga de crudo ocurrió en el golfo de México, en Estados Unidos, por la British Petroleum, y estamos hablando de la costa del otro país más avanzado del mundo. Entonces, ¿por qué no puede pasar en Canarias? ¡Claro que puede pasar! Y si hubiera una emisión de crudo de esas características y llegara a Lanzarote, donde no se puede desalar el agua, las consecuencias serían terribles: el turismo se iría y apenas podríamos autoabastecernos. Claro, estas cosas no son posibles hasta que ocurren.

Con todo, además de escritor, usted uno de los editores al frente del sello Puentepalo, ¿cuándo reiniciará su actividad editorial?

La editorial se tomó un descanso durante unos meses, pero ya tenemos proyectado un relanzamiento para después del verano, con tres volúmenes de autores para acompañar esta nueva puesta en escena, con humildad e ilusión.