La Provincia - Diario de Las Palmas

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arte

La invisible geografía lésbica

Carmela García muestra en el IVAM su proyecto sobre el discurso activista del movimiento

Autorretrato de la artista Carmela García. LP / DLP

En los jardines Rubió, en la parte alta del parque Doramas de Las Palmas, llamados así por su diseñador el paisajista catalán Nicolau Rubió Tudurí, hay un grupo escultórico de Carmela García (Lanzarote, 1964) titulado Planeta ella donde "ella" desnuda, se confronta con una jirafa. Estas dos esculturas presentadas en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en el 2000, se instalaron en los jardines en el año 2005. Como dos figuras salidas del Jardín de las delicias (Museo del Prado), de El Bosco, la jirafa -similar a la de este cuadro- y la mujer plateada, entendidas como "el camino nuevo" que el pintor de los Países Bajos planteó como novedad en su pintura, sirvieron de pretexto a Carmela García para entablar ese diálogo que le interesa entre las geografías dominantes y la disidencia de la mujer frente al dominio. Planeta ella es una metáfora, un lugar por descubrir. En este sentido, los jardines Rubió y el Jardín de las delicias se presentan como dos lugares artificiales, creados por la mano del hombre, como dominio sobre la naturaleza. La naturaleza dominada por un lenguaje patriarcal. En el cuadro de El Bosco, por cierto, hay un drago canario, domesticado, también.

Ahora, un nuevo proyecto de la artista de Lanzarote se presenta en el IVAM (Institut Valencià d'Art Modern), titulado Imágenes de (l) poder-cartografía de lo invisible. Un proyecto encargado por la misma institución valenciana -dirigida por José Miguel García Cortés y lejos del disparate grotesco que resultó ser la dirección de Consuelo Ciscar-, para visualizar lo invisible, una geografía transitada por mujeres lesbianas cuyo activismo social le ha permitido a Carmela García reflejar esa realidad con sus obras: fotografías, vídeos y material de archivo.

Carmela García sigue un camino coherente con los anteriores donde los referentes femeninos son esenciales para el posicionamiento lésbico. García reivindica la importancia de una genealogía femenina inserta en un espacio que transgrede las convenciones sociales, los centros de poder y la palabra, ésta como herramienta manipuladora, justamente, para hacer invisible cualquier gesto marica. Ya lo hizo en Chicas, deseos y ficción (1999/2000), su primera serie fotográfica, también en Ofelias (2000), Paraíso (2002/2003) o Constelación, presentada en el Musac (Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León) en 2008. En Constelación hay una referencia sorprendente que siempre me ha intrigado, la escultora americana Thelma Wood, amante de Djuna Burnes, otra de las referencias de la artista, que tiene unos dibujos de jirafas, cercanos a la de El Bosco y a la de García, y un puma recostado sobre mullidas hojas de plataneras a los pies de un inmenso drago.

Si en Constelación las referencias fueron mujeres de los años veinte y treinta del siglo XX -todas ellas de alguna manera reconocidas, como las dos antes nombradas o como Colette, Victoria Ocampo, Alice B. Toklas, Berenice Abbott entre muchas más- la geografía valenciana parte de Lucía Sánchez Saornil (Madrid, 1895 - Valencia, 1970), periodista, poeta ultraísta, militante anarquista y feminista, fundadora de la organización Mujeres Libres. En 1919 se adhiere como poeta al movimiento ultraísta publicando en revistas de la vanguardia como Ultra, Plural, Manantial y La Gaceta Literaria. A partir de entonces encuentra su camino en la actividad política y en 1936 funda en Madrid la organización feminista y libertaria Mujeres Libres que se extiende hasta Barcelona y durante la Guerra Civil, por toda la zona republicana. Su himno a Mujeres Libres se escribía así: "Que el pasado se hunda en la nada/ ¡Qué nos importa el anteayer!/ Queremos escribir de nuevo/ la palabra mujer". Y en Romance del 19 de julio, la poeta escribiría: "La vida se paró en seco/ en la ciudad y en la aldea;/ se enfrió el horno del pan/ y sobre el trigo la muela/ se inmovilizó de pronto/ sin acabar la tarea".

Carmela García realiza un trabajo de búsqueda de material de archivo, para localizar aquellos datos que den sentido y fortaleza a su planteamiento. Su búsqueda es subjetiva, por supuesto, porque ella es artista y representa el mundo desde su visión; no es una búsqueda académica. Por ello, el azar es fundamental y en esa búsqueda se obtienen resultados inesperados. El azar es una herramienta de tanto valor como la intuición para encontrar esas geografías lésbicas. En la exposición del IVAM, el muro de trabajo de su estudio, con toda la documentación recogida, lo traslada a la pared de la sala 6 del museo, formando parte de la muestra. Una línea en el tiempo, un mapa conceptual, horizontal y, en cierta manera, exhibicionista, con el que quiere proponer al espectador que, en su imaginario, rellene huecos. Además de Lucía Sánchez Saornil, otras mujeres fueron apareciendo en esa búsqueda, como la maestra republicana Alejandra Soler, pionera del asociacionismo universitario, que aún vivía cuando Carmela García empezó con este proyecto convirtiéndose en su memoria viva; la pintora, escritora, editora y poeta, miembro de Mujeres Antifascistas y de la Alianza de Intelectuales Antifascistas en Defensa de la Cultura, Manuela Ballester o Sara Berenguer, militante anarcosindicalista y feminista libertaria catalana. A partir de ellas, sus herederas, las lesbianas de hoy que viven el mapa de Valencia con gritos de alerta, las relevan. La tarea del activismo femenino no se acaba y Carmela García, en las fotografías que realiza de esas mujeres parece decirles: -"¡Gritad, gritad y después seguid gritando!"

Algunas de las obras

Trece fotografías de gran formato, un vídeo y el mapa de estudio, además de los tres ejes: biografías, asociacionismo y los espacios y calles de la ciudad son el resultado de esa búsqueda que plantea para el IVAM.

De la misma manera que Carmela trata la documentación de archivo desde una posición subjetiva, así su obra, no la trata desde un activismo social sino que representa ese activismo en la lucha que las mujeres que retrata sostienen con el poder. Mujeres solas o en colectivo, da igual, la lucha es la misma: manifestar su poder para poder nombrarse y ser visibles en la realidad. Son las herederas directas de las mujeres del siglo XX que no se callaron, mujeres reales, sin ningún tipo de máscara, que en las fotografías de Carmela García se sitúan entre su realidad y la realidad de la construcción artística, simbólica, construyendo "otras imágenes que constituyen un paisaje visualizador cargado de significados que, hasta la fecha, han permanecido ocultas." Efectivamente, en estas obras el espacio es simbólico, tanto por haber sido lugares importantes para el movimiento feminista como por la fuerte carga de poder hegemónico que representan.

Una de las fotografías, titulada Mujeres antifascistas, es la imagen críptica del escenario del conservatorio donde se hizo una importante conferencia internacional antifascista. Otra es la titulada Dones de negre (mujeres de negro), retrato de cinco mujeres que pertenecen al colectivo internacional Women in Black, mujeres feministas y antimilitaristas que trabajan por la paz, denunciando la violencia específica contra las mujeres y buscando la participación femenina en la resolución de conflictos. La artista las sitúa sobre las enormes raíces bien asentadas en la tierra de un gigantesco y centenario magnolio, un espacio de memoria y de fuerza que representa a la ciudad, a la tierra y a las mujeres.

De las fotografías más impactantes, con más fuerza por el simbolismo que representa de poder es la titulada Heide Braun, una librera especializada en feminismo que se enfrenta a la mirada del espectador y a la de la artista. El espacio elegido para demostrar su lucha individual es una de las salas de la Biblioteca Histórica de Valencia, dando la espalda a una repisa de madera con puertas de rejillas para ventilar los volúmenes encuadernados en pergamino sobre los anaqueles, como símbolo del saber. Aquí, Heide Braun, como una Silvia Beach parisina representa la fuerza lésbica frente a uno de los espacios de poder valencianos, de poder y de saber. Heide Braun recorre las calles de Valencia con su moto para acercar sus libros a la gente: el lenguaje icónico cambia radicalmente.

La pieza de vídeo -que ocupa todo el piso superior de la sala 6- sitúa a un equipo de fútbol de mujeres lesbianas - Las Heidis- del colectivo de lesbianas, gays, trans y bisexuales Lambda, en la sala de juntas del Ateneo Mercantil de Valencia. Sentadas a la mesa con capacidad para 25 personas, unas cuantas jugadoras se pasan la pelota. A cámara lenta, en silencio, con miradas cómplices. Sobre ellas, el gran fresco a la cera de Fernando Escrivá, La Gloria de España, que es, ni más ni menos que la representación de la reina Isabel la Católica como una gran madre de cuyo vientre surgen los colonizadores de América como un gran pueblo vivificador. Es en ese espacio patriarcal y hegemónico del poder donde Carmela García sitúa a las lesbianas: ellas tienen el poder ahora y se pasan la pelota, jugando y desafiantes. La obra de García tiene un componente desestabilizador para aquel de mirada obtusa o para aquel que no ve y sus fotografías -en tanto que herramientas de significación de la realidad- convierten ese componente, para aquellos de mirada abierta, en creación de identidades.

Brúfol, Dones de frontera, Mujeres libres, Lesbian Banda, Tiakatú o Joves desobedients son otras de las fotografías de gran formato que siguen ese discurso activista lésbico sobre espacios simbólicos.

De la exposición, que estará abierta hasta el próximo 17 de septiembre, se ha editado un catálogo con todas las obras expuestas y todo el material de archivo seleccionado. En algunas imágenes cotidianas de los espacios públicos donde salían hombres, Carmela los ha suprimido, manipulando de esta manera el espacio resultante, limpiándolo de su presencia, pero siempre contraponiendo la fotografía original. El catálogo cuenta con un texto del director del IVAM, un estudio de Margarita Aizpuru titulado Carmela García: una cartografía genealógica feminista valenciana y como colofón, algunos fragmentos de ideas sobre el motivo de estas cartografías, de la propia artista canaria: "Imaginarios que muevan las fibras emocionales", "Tirarse a las calles", "Conquistar las cales", "El cuerpo es político y es ahí donde se libra la batalla del poder".

La exposición coincide con la publicación del último volumen, el cincuenta y tres, de la colección Biblioteca de Artistas Canarios editada por el Gobierno de Canarias y escrito por Yolanda Peralta Sierra (Girona, 1972), sobre Carmela García. Yolanda Peralta es conservadora del TEA (Tenerife Espacio de las Artes), y ha construido un relato biográfico de la trayectoria de la artista fotógrafa. Un estudio crítico de la obra y su significado desde sus comienzos hasta el año 2016. Peralta escribe: "Carmela García quiere subvertir el régimen visual dominante otorgando a la mujer el poder de mirar, una mirada activa y neutral que funcione como una estrategia de resistencia desplegada en los espacios públicos".

¿Qué es lo femenino y qué lo masculino? ¿Existen los gays, los heterosexuales, las lesbianas? ¿Llegará el día en que los gritos que Carmela fotografíe no serán ya necesarios? Cuando dejemos de diferenciar el arte por géneros -arte femenino vs. arte en general- podremos decir entonces que la sociedad occidental ha hecho un pequeño avance.

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