Redacción

La actriz Blanca Portillo regresa al Teatro Cuyás para protagonizar junto a otro viejo conocido del público grancanario, José Luis García-Pérez, 'El cartógrafo', último trabajo del gran Juan Mayorga'El cartógrafo', autor entre otros éxitos de 'La tortuga de Darwin'. Las funciones se celebrarán el viernes y el sábado a las 20.30 horas.

En la Varsovia de nuestros días, Blanca, esposa de un diplomático español destinado en la capital polaca, oye la antigua leyenda de un viejo e inválido cartógrafo del gueto empeñado en dibujar, con ayuda de su nieta, el mapa de aquel mundo condenado a desaparecer. La protagonista toma por verdad la leyenda y se lanza obsesivamente a la búsqueda de aquel plano y, sin saberlo, también a la de sí misma. La obra arranca en cierta forma en enero de 2008, cuando Mayorga visitó la ciudad por primera vez. El autor y director, que se había echado a andar guiado por el mapa que le habían dado en la recepción de su hotel, se fijó en lo que parecía ser una antigua iglesia. Al acercarse, vio que el edificio en cuya puerta había un coche de policía, era en realidad una sinagoga.

"Descubrí una escalera que llevaba a la planta superior. Allí, en una pequeña sala, una mujer preparaba una exposición", recuerda. Se trataba de fotos del gueto donde, pese a sus pequeñas dimensiones, los nazis llegaron a hacinar a más de 400.000 judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Las imágenes habían sido descubiertas hacía poco y, junto a cada una, la mujer colocaba un cartelito indicando, en polaco y en inglés, el lugar en el que probablemente se habían tomado las instantáneas sesenta años atrás.

A Mayorga se le ocurrió entonces sacar su mapa y marcar con cruces aquellos lugares. "Al salir del templo, busqué el lugar más cercano entre los que había señalado. Cuando llegué, no encontré nada de lo que acababa de ver en la foto. Anduve hacia la siguiente cruz y, de nuevo, encontré que todo se había desvanecido. Guiado por las cruces de mi mapa, continué caminando hasta un pequeño parque en que me detuve ante una piedra negra con los nombres de los sublevados en abril del 43 y que habían muerto allí. Entonces, ante la piedra negra, me di cuenta de que la noche había caído sobre mí", rememora el autor, quien desvela que en 'El cartógrafo' Blanca vive una experiencia similar.

En la sinagoga, la protagonista había escuchado la leyenda del hombre que da título a la obra y que impulsa sus dos tramas: la del anciano y la niña dibujando el mapa y la de la propia Blanca buscándolo en la Varsovia de nuestros días. Ambas historias convergen con la irrupción de otro personaje, la anciana Débora, que, aunque lo niega, podría haber sido la pequeña cartógrafa y que, además, reconoce que le gustaría que la historia se transmitiese a través de una obra de teatro. "En el teatro todo responde a una pregunta que alguien se ha hecho, como los mapas", asegura la anciana.

"Raramente comparto las opiniones de mis personajes, pero creo que la vieja Deborah acierta al comparar el arte del teatro con el de los mapas, los cuales, según explica a su nieta el viejo cartógrafo en una de las primeras escenas de mi pieza, nunca son neutrales en la medida en que se construyen a partir de una pregunta decisiva: ¿Qué incluir y qué dejar fuera? Pregunta que es precisamente la primera que toma el hombre de teatro, que jamás es neutral", según el director.

Para Mayorga, que además de dramaturgo es matemático y filósofo, al margen de otras ocupaciones, "el teatro no puede hacer del espectador un testigo, pero sí un portador de testimonio. No puede resucitar a los muertos, pero sí construir una experiencia de la pérdida. No puede hablar por las víctimas, pero sí hacer que se escuche su silencio, y ayudarnos a ser más críticos y combativos, más vigilantes, más valientes contra la dominación, contra la docilidad y el autoritarismo", de ahí que sueñe con que algún espectador encuentre con 'El cartógrafo' ese mapa que la protagonista traza con sus propios pasos y que él mismo reconoce que no haber sabido trazar.