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El compromiso hasta el límite

The Fall publica su trigésimo primer álbum, en el que mantiene intacta la esencia de su sonido como pioneros del post-punk de finales de los setenta

The Fall en directo. LP / DLP

El caso de The Fall pasará a los anales de la historia de la música como la única banda del planeta que se ha mantenido activa durante cinco décadas consecutivas sacando, como mínimo, un trabajo al año, manteniéndose siempre fiel a sus ideas iniciales y con la excelencia en cuanto a calidad de sus canciones. Para lograr semejante prodigio es necesario la presencia de un líder como Mark E. Smith, el genio de Manchester que muestra nuevamente, a sus sesenta años, que el talento sigue intacto en su trigésimo primer álbum siempre que descartemos proyectos paralelos, rarezas o la incontable cantidad de discos en directo que ha ido sacando.

Y es que The Fall fue, probablemente, el grupo que inventara el post-punk, del mismo modo que Sex Pistols lo fue del punk, Joy Division del rock gótico, o Sonic Youth del noise. Una de sus cualidades ha sido siempre atacar la corrección política con todo tipo de proclamas revolucionarias que se han convertido en todo un manual de instrucciones para las bandas indies a cuarenta años vista. Teniendo en cuenta tan apabullante historial hay que enfrentarse con respeto a cada nuevo trabajo de la banda mancuniana. Y, como es natural, su nueva disco, New facts emerge, mantiene dicho nivel. Ya el primer tema, Fol del rol, supone disfrutar de una verdadera tralla de música arty en la onda de sus mejores trabajos en los ochenta en la que aparece la presencia de grupos primos hermanos suyos como Gang of Four o Wire con un final entre eléctrico y acústico realmente original. Otro nuevo punto nada más comenzar la escucha. Todo cambia, sin embargo, en un Brillo de facto que introduce ribetes funk más propios de su etapa en los noventa con esos prodigiosos cambios rítmicos en los que siguen siendo unos maestros. Más experimentación surge en la maravillosa Couples que parece fundir la anarquía del primer Alice Cooper con el slowcore de Tortoise. De forma casi inesperada, el grupo regala una joya titulada O! zztrrk man que podría encajar sin problemas en algunos de sus primeros trabajos de los ochenta como Dragnet o Grotesque.

El disco cambia radicalmente en la recta final para ofrecer dos temas más dóciles aparentemente. El primero, Groundsboy, es una mezcla entre western y psicodelia realmente sugerente. Mientras que el segundo, Nine out of ten, en la que Smith canta acompañado solo de la guitarra, representa la faceta más austera y ala vez barroca de una banda que, esta vez sí, parece de otro planeta.

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