A raíz del título de su nuevo disco, ¿de qué carece, en realidad, un hombre sin sombra?

Por un lado, el hombre sin sombra es el hombre transparente, que no tiene nada que ocultar, pero, por otro lado, el hombre sin sombra es también el hombre desnortado, el hombre perdido o el hombre desolado, que se plantea cuestiones en torno al amor porque se siente incompleto y es de lo que habla este disco. En cualquier caso, es un título que tiene muchas lecturas y que me gusta porque es muy evocador.

Esas cuestiones que menciona gravitan en torno al amor longevo. ¿Sus letras nacen de un ejercicio de introspección?

Así es, porque es la historia en la que ando inmerso. Yo llevo 17 años con la misma persona y el disco está basado en mi propia experiencia. Claro, plasmar eso ha sido complejo, pero también un poco liberador, porque, cuando estás mal, escribir canciones es una manera de reconciliarte contigo mismo, una suerte de terapia que a mí siempre me ha funcionado bien.

¿Cree que es más difícil el amor largo que el amor breve?

El amor largo es mucho más difícil, porque la naturaleza humana nos ha hecho así; el amor no es eterno, las pasiones tienen fecha de caducidad y los amores se acaban. Entonces, una relación a partir de los dos o tres años, diría yo, empieza a ser compleja y hay que luchar por ella. Sobre todo, ahora, porque antes nuestros padres no se separaban con tanta facilidad, sino que luchaban por la relación y, mal o bien, seguían adelante. Hoy las relaciones se rompen enseguida desde que tiras un poco. En este sentido, ha cambiado el modelo de relaciones y que una relación tenga una duración larga es muy complejo. Por eso, me apetecía profundizar en ello a partir de mi propia experiencia.

En este disco imprime sonidos más instrumentales y serenas con respecto Corazones , su álbum anterior, más rockero. ¿Fraguó esta atmósfera de forma consciente para el disco?

Al final, música y letra van de la mano. Corazones era un disco muy rabioso y eléctrico, que hablaba de mi paso por el hospital y, por tanto, era un canto a la vida, que pedía otro tipo de energías. Y El hombre sin sombra es un disco más acústico, más sutil, más soñador y más romántico, en el que me pegaba ese tipo de instrumentación. Pero yo sigo pensando que estoy dentro del mundo del rock, porque El hombre sin sombra es un disco de tiempos ágiles, no es un disco de baladas, sino de medios tiempos o tiempos rápidos. Aunque la instrumentación es más amable y eso hace que el disco tenga una digestión más fácil, yo me sigo considerando un músico de rock.

¿Cómo ha vivido este segundo viaje con Paco Loco a la producción?

Pues una gozada, porque con Paco se trabaja muy bien. Siempre hacemos los discos a cuatro manos, entre los dos, en su casa-estudio, disfrutando muchísimo y con cero tensión, disfrutando muchísimo. Yo creo que todo eso se nota, porque el resultado son discos que están muy bien construidos.

¿Y cómo surgió la idea de embarcar a Maika Makovski?

Maika fue una apuesta personal que surgió porque el disco pedía un contrapunto femenino. Y creo que la elección de Maika fue acertadísima, porque tiene una voz hiperpersonal, que no se parece a la de nadie dentro del panorama musical español y que, además, aporta algo muy especial. Desde que Maika pisó la casa de Paco, empezó a lanzar ideas, a sugerir melodías y todo lo que proponía nos gustaba, así que fue una maravilla.

Aunque se muestra usted contrario a la noción de nostalgia, ¿con qué década de la música española se queda?

Si miro a la música internacional, me quedo con la etapa de finales de los 60 o principios de los 70; vamos, hasta el punk. Pero quizás en España no se dio entonces la mejor música; en España me quedaría con los 80 y con todo lo que supuso para el resto de las décadas. Creo que toda la música actual bebe de aquella eclosión de grupos que se dio en España en los años 80, cuando una hornada de bandas enseñó que se podía hacer buen rock y buen pop en castellano. En este sentido, abrieron las mentes a mucha gente. Aunque luego todo aquello se fue diluyendo, algo quedó, y casi todos los grupos españoles son hoy deudores de aquellas bandas de los 80.

¿Y ha echado de menos una ola similar en los últimos años?

En España hay una excelente salud musical y no hay que mirar atrás en ese sentido, porque ahora se hacen cosas muy interesantes, como, por ejemplo, bandas ya consagradas como Vetusta Morla, o bandas nuevas como León Benavente. Y luego hay grandes figuras como Bunbury, Iván Ferreiro o Loquillo, y un largo etcétera, así que creo que podemos hablar de buena música a todos los niveles.

Y la pregunta de rigor: ¿Habrá más Duncan Dhu tras su regreso con El Duelo ?

Desde que Diego Vasallo y yo emprendimos la gira de El Duelo en 2014, el proyecto de Duncan Dhu está vivo; lo que sucede es que ahora está en un segundo o tercer plano, pero ahí está. Entonces, cuando a Diego y a mí nos apetezca, volveremos a grabar o a lanzarnos a la carretera. Y por cierto, con un poco de suerte, volveremos a Canarias, donde ya hace muchísimos años que no vamos.