Después de obtener el premio de la revista literaria Gunzo por aquella primera novela, Haruki Murakami (Kioto, 1949) decidió abandonarlo todo para dedicarse a la literatura. Tuvo éxito y consiguió vivir de ser escritor, algo que pueden decir muy pocos. Lo hizo con una literatura sin complicaciones, con un estilo ciertamente original y con unas historias que atrapan al lector gracias a un desarrollo lineal y a unos personajes nítidos que configuran un universo personal, un mundo propio fácilmente identificable con una generación, la suya, que creció en una sociedad de consumo en tiempos de paz y libertades públicas después de ser derrotada en una terrible guerra mundial, con la música de Los Beatles (su novela Norwegian wood de 1986 se inspira en una de sus canciones), los Beach Boys, Bob Dylan y el jazz, con la literatura de Hemingway, Kurt Vonnegut, Raymond Carver y John Irving, con Picasso y el Pop-art. Su dedicación metódica a la escritura y al deporte diario, que detalla muy bien en De qué hablo cuando hablo de correr y De qué hablo cuando hablo de escribir, ha dado sus frutos con una producción ingente: novelas largas y cortas, ensayos, relatos, artículos, traducciones? Insiste, sin embargo, en considerarse como una persona normal a la que le gusta escribir y que tiene una cierta facilidad para hacerlo.

Su literatura es apreciada y denostada a partes iguales por millones de personas y él lo asume con deportividad aunque critica el ambiente literario de su país, que en sus comienzos vio en él a un intruso que venía de un mundo ajeno a la literatura y que escribía novelas más cercanas a la cultura occidental que a la japonesa. Este fue un motivo importante para que un día decidiera marcharse al extranjero, desde donde escribió sus mejores novelas, comenzando por La caza del carnero salvaje (1982). Le ayudó su conocimiento del inglés, ya que desde muy joven leía en este idioma, gracias a lo cual pudo comenzar sus colaboraciones en la revista New Yorker, que le proporcionó una popularidad importante y le allanó el camino hacia el éxito literario. Volvió a Japón en 1995 en un momento crítico, cuando el país se recuperaba del terremoto de Kobe (Murakami vivió en esta ciudad cuando era joven) y sufría episodios como el de la secta Verdad Suprema. Entre sus obras más conocidas destacan Tokio blues. Norwegian blues (1986), Crónica del pájaro que da cuerda al mundo (1995), Kafka en la orilla (2002), Los años de peregrinación del chico sin color (2013), 1Q84 (2009). En breve se publicará una nueva novela, Kishidancho Goroshi ( Matar al comendador, aún no traducida al español), otra de sus historias largas; tanto que al parecer se va a publicar en dos volúmenes.