El nombre de Javier Sierra, pronunciado por Carmen Posadas -en representación del jurado-, cayó suave, como el rocío, en el interior del Palau de Congressos de Catalunya. Gota a gota, como empeñado en condensar en un suspiro la atmósfera de la noche barcelonesa y después de dejar atrás rumores y cábalas, la figura del escritor aragonés tomó forma de ganador del Premio Planeta 2017 -dotado con 601.000 euros-. Así fue proclamado, tras un proceso de selección que descartó otras 633 obras, con la novela El fuego invisible, un libro de aventuras que narra la búsqueda del Grial. A su vera, en el palmarés y en la foto oficial, aparecerá Cristina López Barrio, finalista con Niebla en Tánger -150.250 euros de recompensa-.

"La palabra es donde reside la fuerza de nuestra civilización", señaló Javier Sierra al recoger el galardón para añadir que "¿Qué es el fuego invisible? Algo que todos ustedes tienen dentro para bien y para mal, la búsqueda de una palabra cambió el curso de la historia. Y esa palabras es? grial. Para conocer el resto de la historia, lean la novela", subrayó.

El fuego invisible cuenta las aventuras de David Salas, un joven profesor de filosofía del Trinity College de Dublín, de vuelta a Madrid. De regreso a España se topa con una amiga de la familia, Victoria Goodman -seudónimo bajo el que presentó la obra- que le traslada a una pregunta que realizó en su infancia a su abuelo: "¿de dónde vienen las ideas buenas? Ese punto de partida le lleva, bajo un mensaje encriptado, a buscar el gran secreto de las ideas y la victoria del hombre bueno -en medio, como trama, se ve implicado en un grupo de estudio un tanto extraño que sigue el rastro del Santo Grial, en la literatura y el arte-.

Rostro conocido por su paso por el programa Cuarto Milenio, Javier Sierra se licenció en Ciencias de la Información en la Universidad Complutense. Los primeros pasos de su carrera profesional estuvieron ligados al misterio. Fue consejero editorial de la revista Más Allá y estuvo vinculado a programas televisivos que enarbolaron el misterio como bandera. Esa pulsión como investigador le llevó a la literatura para convertirse en lo más parecido a un Dan Brown de tono castizo -y más rigor histórico-.

En 1998 firmó su primera novela: La dama azul. Y con ella abrió una puerta que le ha convertido en súper ventas. En 2004, con La cena secreta (Plaza & Janés) fue piropeado por The New York Times y entró en el top ten de ventas estadounidense. Entre una y otra, el autor (Teruel; 1971) firmó otras dos obras con la Historia como hilo conductor: Las puertas templarias y El secreto egipcio de Napoléon. Reclutado por Planeta, en los últimos seis años ha publicado tres libros: El ángel perdido, El maestro del Prado y La pirámide inmortal.

Con Cristina López Barrio, el grupo editorial cruza una frontera que había esquivado durante los últimos años: premiar a un autor de otra editorial. La niebla en Tánger narra la historia de una mujer que, tras una noche de pasión adúltera con un desconocido, conserva un único recuerdo que de su amante: un libro - La niebla en Tánger- que describe, como si fuera papel de calco, al hombre con el que mantuvo ese efímero 'affaire'. En plena crisis de identidad, la protagonista se traslada hasta el norte de Marruecos en busca de la autora del libro -Bella Linardi, nombre que utilizó la escritora como seudónimo para aspirar al premio-.

"Esta es una de esas noches que no se olvida", apuntó Carmen López Barrio tras ser proclamada finalista del Premio Planeta 2017. "Recibir este reconocimiento", agregó, "de las manos de Carmen Posadas, que fue madrina de mi primera obra, es algo increíble". "Desde aquí, delante de tantos escritores a los que admiro, me gustaría dar las gracias a los lectores y a los libreros", puntualizó la escritora madrileña, que en su hoja de servicios presenta otras dos obras: La casa de los amores imposibles y El cielo en un infierno cabe.

Gala

La cena de concesión del LXVI Premio Planeta de Novela convirtió en materia sólida la aspiración de José Creuheras, presidente del Grupo Planeta, que en la víspera -durante la rueda de prensa de presentación del premio- aspiraba a que se hablara del libro. Deseo concedido.

Entre los cerca de dos mil comensales que se dejaron caer por el interior del Palau de Congressos, la literatura, las quinielas para dar con el ganador del año, los recuerdos de galardonados anteriores, las obras de referencia de los últimos años o los proyectos editoriales se abrieron paso para dejar atrás, en un segundo plano, como un mal recuerdo -aunque sólo fuera por unos momentos-, todo lo relacionado con el 'próces' catalán.

Ni siquiera la presencia de las autoridades, Ana Pastor -presidenta del Congreso-, y Santi Vila -consejero de de Empresa y Conocimiento-, respectivamente, de la Generalitat- distorsionó el momento: el libro, la literatura, las letras, los autores, la cultura, el arte, en definitiva, acaparó la atención. Para hoy, al amanecer, queda fijada la vuelta de la rutina con la política, lo más importante de las cosas menos importantes, como bandera. A esas alturas, Javier Sierra, se despertará en una habitación del hotel Rey Juan Carlos I con el Premio Planeta a su lado.