Reggae, cumbia, mambo, rancheras, pop tropical, retazos de morna caboverdiana, rumba, bases electrónicas sobre sonidos tribales y metales de fiesta, trazaron la banda sonora del festival Womad en su vuelta a la capital grancanaria. La primera jornada del encuentro de las músicas del mundo, que regresa para quedarse otras dos ediciones, tenía en el horizonte de la noche las actuaciones de Orkesta Mendoza, que hicieron buena la etiqueta de su último disco ¡Vamos a Guarachar! (Glitterbeat, 2016) y el veterano cantante jamaicano Horace Andy y su cadencia reggae, con el que Womad enfiló la medianoche en el envite de 2017.

"Cuidemos este cachito de aldea global que nos ha sido designado y no olviden contarle a todos sus amigos y amigas que el Womad ha regresado a Las Palmas de Gran Canaria". Con este mensaje concluía anoche la lectura del tradicional manifiesto que tiene un espacio preferente en la dinámica de conciertos y resto de actividades que abriga el Womad. El regreso a la capital grancanaria del festival de las músicas del mundo para cumplir con su 18º edición en la Isla, tras seis años sin celebrarse en la ciudad que lo vio nacer en Canarias en 1993, y otros tres con sede en Gran Tarajal, en Fuerteventura, no estuvo exento de un mensaje en contra de "nuestra Europa egoista" y la "vergüenza" por el incumplimiento de la UE y España de acoger a 180.000 refugiados.

La reflexión colectiva no está reñida con la diversión y el descubrimiento también en grupo de artistas y culturas, y así una representación de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado en Canarias (CEAR), integrada por Ingrid Karina Smith Quijada, Boubacar Dialla, Sidi Konte y Samir Abdoulla, fue la encargada de poner el acento en que "Womad no ha sido nunca ajeno a la realidad en la que se desenvuelve, ni condescendiente con los problemas que padece la humanidad". La lectura del manifesto llegó ayer después que cuatro de los siete artistas invitados a la primera jornada de Womad hubieran cumplido con sus compromisos. Y se puso el acento en que en este contexto teñido de "injusticia" que irradia desigualdad y pobeza emerge un festival como Womad, que según los portavoces de CEAR, "transmite un mensaje de concordia entre los pueblos a través de sus diversas culturas".

El manifiesto, que dio comienzo con la exclamación "¡Womad ya está en casa!" -y que se repetiría en boca de presentadores y artistas durante la noche- se cobró la ovación del público que no quiso faltar al reeencuentro con el Womad, y que fue creciendo en número conforme avanzaba la noche, fue el punto de inflexión en una primera jornada de tanteo, en la que se trataba de chequear el espacio, tomarle de nuevo la medida, escarbar en la programación, y comprobar, que pese al paréntesis de seis años, todo parecía estar como en 2011. Eso si, con la salvedad que la última vez que se habló del león, el festival perdía su condición al celebrarse en un solo día.

Desde media tarde ya había público en Santa Catalina entre el mercado global y de artesanía, y en los talleres en el Edificio Miller. No eran las 18.00 horas, y Papaya probaba sonido en el escenario principal. La cantante Yanara Espinoza se lo recordó al público que conmenzaba a reunirse en torno al primer concierto de Womad. Con puntualidad británica, marca de la casa, salía Papaya a escena.

"Gracias y bienvenidos, estamos felices y Papaya ha venido a abrir los corazones", decía la cantante acompañada por Miguel Aguas y Sebastián Litmanovich, los otros dos integrantes del grupo. A mediodía, Yanara Espinoza dejaba claro que "somos especialistas en abrir conciertos y en este caso es más placer que presión", y el público puso de su parte. La propuesta de Papaya, "música pop con un componente latino", se reveló en un repertorio con perlas de un próximo disco, y su álbum No me quiero enamorar (Jabalina, 2015). Temas como Joyas en las trompas, Caballo de sal, Mira su fuego, Obsesiones y Cosas fascinantes y sencillas, entre otras, fueron las primeras piezas de este Womad que animaban a mover la cintura.

Entre escenarios

Dos presentadores, Tony Inglott y Manel Ruiz, en el principal y en el Boulevard -hoy sábado a la inversa- entraban en faena con el también tradicional tránsito entre escenarios. En el Boulevard, otra formación de las Islas, en este caso tinerfeña, la 101 Brass Band tiró de metales para meter al público en situación y que comenzará a festejar la vuelta del festival a la capital grancanaria. La 101 sabe como calentar el escenario, y despachó bravas lecturas de Billie Jean o Sweet Dreams, y que salvando las distancias hizo recordar la presencia en ediciones anteriores de los británicos Brassroots.

Y de fiesta en fiesta en otro escenario. Por el Santa Catalina asomaban los madrileños Tu Otra Bonita, que venían con el guión aprendido tras su paso por el Womad en Cáceres hace dos años. "Venimos a hacer bailar a la gente de aquí", aseguraba el guitarra flamenco Félix Vigara a mediodía, y que volvía a repetir ante una audiencia que comenzaba a poblar el parque. Temas de su disco The Cortijo, con esa suerte de rumba con el pie cambiado, pop y otros estilos de los que alimentan su discurso musical. "Una plataforma increíble a nivel musical y cultural", sostenía el grupo sobre Womad, además de declararse encantados de visitar la ciudad y compartir una hora de concierto con el público.

A partir de aquí, el festival entraba en otra dinámica musical, bajaba de revoluciones con la presentación en el Boulevard de Miroca París. El caboverdiano, habitual durante una década como músico de Cesaria Évora, defiende ahora su proyecto en solitario. Anoche descubrió el repertorio del álbum D' Alma (2017), al tiempo que subrayó que le parecía "increíble estar en Womad".

Con la precisión horaria que marca los tiempos del directo, sobre las 22.00 horas, Orkesta Mendoza hacía buena la fiesta y llevaba al público hacia ese horizonte desértico por el que brota la cumbia, el mambo y las rancheras. Tras el combo de Sergio Mendoza y Salvador Durán, llegó Beating Heart, para una hora después umergirse en la nube de reggae y dub que trajo Horace Andy. Con el jamaicano, el Womad agotó su primera noche.