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Confesiones de un topo

Viet Thanh Nguyen se asoma a un clásico de la política, la revolución traicionada

Confesiones de un topo

El desempeño profesional del revolucionario conlleva evidentes riesgos físicos. La muerte es un horizonte razonable para cualquier persona empeñada en la reforma de la sociedad mediante la toma del poder. Pero históricamente no han sido estos riesgos los que más tormentos han causado entre las filas revolucionarias, sino los problemas de conciencia ligados al ejercicio del radicalismo. Vale decir, la tantas veces probada conversión de la revolución en reacción, de la libertad en tiranía, de la pureza en infamia. Como si la pervivencia de la revolución, en su límite, sólo pudiera lograrse mediante el exterminio de sus promesas. El Terror jacobino sobrevive como epítome de semejante proceso en relatos como El 93 de Victor Hugo o Los dioses tienen sed de Anatole France. Aunque los ejemplos podrían multiplicarse hasta nuestra época.

El simpatizante, novela de Viet Thanh Nguyen, escritor nacido en Vietnam pero nacionalizado norteamericano, y que le valió el Pulitzer de Ficción en 2016, se asoma a este clásico de la política que es la revolución traicionada (o, cuando menos, la revolución revisada) mediante una trama que se sirve de un personaje clásico de la novela de espías, el agente doble, y que se desarrolla en ese tiempo fascinante que arranca con la conquista de Saigón en abril de 1975 por parte del Frente Nacional de Liberación de Vietnam, el famosísimo Viet Cong, y las Fuerzas Armadas de la República Democrática de Vietnam, herederas del histórico Vietminh que luchó en la vieja Indochina contra los franceses, una conquista que puso punto final a una contienda de dos décadas y que supuso no sólo la primera guerra televisada de todos los tiempos, sino la instauración de regímenes socialistas en Laos y Camboya, el nacimiento de la República Socialista de Vietnam y la derrota más dura sufrida en su ánimo, en su corazón y en su conciencia por Estados Unidos desde la Declaración de Independencia de 1776.

El protagonista sin nombre de El simpatizante es un revolucionario confeso que vive como topo entre las filas del Gobierno de Vietnam del Sur, títere sobre el terreno de los Estados Unidos, y que desde esa óptica narra, como testigo de privilegio, el exilio de las clases dirigentes de dicha facción, las dificultades de su nueva vida en Yanquilandia y el intento por construir una especie de milicia paralela, o ejército en la sombra, para intentar, un poco al modo de Bahía Cochinos, la reconquista de lo que consideran su legítimo país. La confesión de este infiltrado, que se mueve entre el esperpento y la literatura de gulag, ilumina ese momento capital en que la compasión que ha movido al revolucionario, su sed de justicia, se transforma en impiedad y obliga a la puesta en suspenso de toda moral, y lo hace encarnándose en una ambiciosa obra que apreciarán los amantes de Graham Greene, los creyentes en la ambigüedad como característica primordial de la conducta humana y, en general, todos aquellos que sospechan de cualquier lectura unidireccional y bienintencionada de la Historia.

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