"Ha llegado el momento de que conozcas la historia", de sumergirse en una aventura de ficción que transita por el pasado aborigen de Canarias, con sus pobladores y las criaturas mitológicas que marcaban el paso de la vida. El abuelo es una caja de sorpresas abierto para la joven Sara,que olvida sus hábitos tecnológicos en los que apuntala sus habilidades sociales para caer embelesada en un relato fascinante sobre la supervivencia y la amistad.

Esta es la historia de La tribu de las 7 islas, primer largometraje del director grancanario Armando Ravelo, que desde este viernes celebra su estreno en salas comerciales. La fijación del realizador de Telde por la cultura prehispánica y el legado de los antiguos del Archipiélago le llevó a impulsar el Proyecto Bentejuí, que ha tenido hasta la fecha dos cortometrajes que abundan en este recurso histórico, Ansite (2012) y Mah (2015) y dos piezas teatrales.

Ahora descubre La tribu de las 7 islas, un largometraje de vocación didáctica destinado al público familiar, y cuyo resultado, tal como reconoce el propio Ravelo, está lejos del proyecto que imaginó en su día, pero que con los avatares propios de cualquier rodaje y, en especial, la filmación en localizaciones de especial protección, se declara satisfecho con el resultado.

Con la premisa de descubrir el pasado de Canarias y de sus gentes, Armando Ravelo ha construído un largo que busca "una mirada distinta, fresca y original" a los personajes de ocho islas. Sí, ocho islas cuyo futuro se libra en San Borondón, la isla que aparece y desaparece, en una carrera contra el tiempo y los elementos que mueven las criaturas mitológicas que asoman en la película.

Recuerda quién eres, de dónde vienes, porque un pueblo sin pasado navega a la deriva en un presente vacío, sin futuro garantizado.

Otra cosa es el argumento, el desarrollo, la trama y cómo los personajes llevan la acción hacia estos parámetros. No hay que olvidar que la fijación por traer al presente la historia aunque sea revestida de leyenda y de ficción es un ejercicio necesario. La filmografía canaria no ha frecuentado el pasado anterior a la conquista del Archipiélago con la frecuencia pertinente. Y en este contexto La tribu de las 7 islas pone su mirada en el público familiar e infantil con un traje inspirado en producciones de los años 80, como Los Goonies o Dentro del laberinto.

Rodada entre agosto de 2016 y enero de 2017 en localizaciones de Gran Canaria, en municipios de cumbre y costa, y con un metraje de 90 minutos, La tribu de las 7 islas tiene como protagonistas principales de reparto a un grupo de siete personajes, que representan a cada una de las Islas y que no conocen, y que por malabarismos del destino igual de fantástico que la película, se encuentran en San Borondón con una misión para la que han sido elegidos por sus cualidades.

Guayoyt (Hiram Vega), de Tenerife; Hiurma (Sigrid Ojel), de La Palma; Miguán (Abián de la Cruz), de La Gomera; Garfec (Cristo Quintana), de El Hierro; Temidira (Sulay Curbelo), de Gran Canaria; Ina (Paula Garó), de Fuerteventura; y Ania (Jennifer Lima), de Lanzarote, son los siete de la tribu, quienes son reclutados por una de las moradoras de San Borondón, Tellit, que interpreta Lili Quintana, en un rol muy distante de su habitual registro cómico.

Todos ellos son un libro abierto para el espectador, que se adentra en un Archipiélago pretérito: un guerrero guanche, una joven Awarita, un pastor y agricultor, un adivino y silbador, y mujeres cuyo carácter se agiganta durante la película, transitan por parajes de leyenda con una estética que se ajusta, según sus responsables, a la de los antiguos pobladores.

Humor y socarronería en dósis justas rebajan la carga dramática y la responsabilidad sobrevenida que se les atribuye a estos héroes del pasado en su periplo por San Borondón, y su encuentro con personajes mitológicos como Guayota, el señor del fuego que emerge del volcán, la representación del maligno al que todos temen; Aranfaybo, el gigantón con cabeza de cochino negro; o los temidos Tibicenas, criaturas con forma de perro que en el imaginario popular devoraban a los humanos.

Salvar una isla de ficción para garantizar la supervivencia de las otras siete y sus habitantes; la clásica lucha entre el bien y el mal, la amenaza de una oscuridad inminente que lleva a las tinieblas y al precipicio del olvido, y por encima de todo, obviar las individualides en favor de la colectividad, es el mensaje que subyace a La tribu de las 7 islas.