Mojo Club agota su ciclo vital y echa el cierre tras diez años bregando en la noche de la capital grancanaria. El local que abría sus puertas en agosto de 2007 en la Plaza de la Música se despide de todos y todas a mediados del próximo enero. La concesión administrativa municipal para la explotación del club expira sin opción de prórroga, y este punto y final administrativo se cruza con una frágil tesorería fruto de la merma de ingresos y otros factores, que impiden a los socios mantener activo el negocio. Una marca que se diluye, al menos temporalmente, y que en una década ha enriquecido notablemente la oferta de ocio nocturno en su condición de contenedor de música en directo y deejays todos los fines de semana.

"Nos vamos satisfechos, recibimos por todos lados muestras de gratitud y de ánimo, y mucha gente nos pregunta: ¿qué hacemos ahora que no está el Mojo? Nos preguntan si abrimos en otro sitio,..., y lo que está claro es que en diez años el Mojo ha creado una marca, ha sido un referente, un espacio diferente en la ciudad", reflexiona Lorenzo de la Hoz, uno de los seis socios fundadores de Mojo Club, que con Antonio Hernández, han seguido con el local hasta la fecha, junto a Néstor Garrido, que igualmente trabajaba en Mojo Club desde sus comienzos.

Lo que era un secreto a voces que nadie quería que fuera cierto, lo es, porque el calendario así lo establecía, aunque la fecha y los diez años de dominio no son la única causa del cierre de Mojo Club. "De antemano sabíamos que esto iba a durar diez años, y ya estamos aquí y no hay malo en la película", subrayaba Antonio Hernández el pasado miércoles en Mojo Club en el comienzo de una amarga despedida de la ciudad y de la gente que tuvo en Mojo Club su casa amiga.

El papel que ha jugado Mojo Club desde 2017 lo explica Lorenzo de la Hoz, y es una aseveración que comparten clientes y los músicos que han sido protagonistas de su programación: "Llevamos diez años abierto con un éxito total; una infinidad de grupos y artistas han pasado por aquí, y hemos estado todo el tiempo involucrados en el proyecto, y creo que hemos llenado un hueco en el ocio nocturno en la ciudad, con una oferta de un tipo de música que no fuera comercial y con la idea de abrir un poco fronteras y hacer algo diferente a lo que había en la noche".

El cierre tiene más elementos que la caducidad de la concesión. Otros factores económicos aconsejaban finiquitar la sociedad, "aunque desde fuera pareciera que el negocio era boyante, que las cosas iban bien", puntualiza De la Hoz. En su opinión, compartida por los otros socios, "hemos llegado a esta situación por diferentes motivos: la crisis nos golpeó de una manera que hizo que cambiara el público habitual de la Plaza de la Música, y a nosotros nos afectó de una manera importante, y fue imposible mantener el nivel económico y la viabilidad del proyecto. Hablamos de hace dos años, y la situación no ha cambiado, y desde entonces hemos asumido una serie de deudas que eran insalvables".

De jueves a sábado

Del éxito y la bonanza económica de los primeros años se pasó a una situación inversa que se ha mantenido sin posibilidad de corregir en términos de tesorería. Explica Lorenzo de la Hoz que "había una serie de factores que no eran reales" respecto a la dinámica de la sala y el negocio que generaba. "De estar abiertos de jueves a sábado con público todas las noches que permitía hacer caja y con diferentes actuaciones en directo y dejays nos vimos obligados a cerrar los jueves, y luego la afluencia de público comenzó a bajar drásticamente y solo nos hemos quedado con los sábados".

El mal de la tesorería de Mojo Club tenía otro frente: el alquiler mensual, que no se ha podido renegociar. "Lo que pagamos de canon es mucho más que el resto de los locales, unos 4.800 euros de alquiler al mes", lamenta De la Hoz, con lo que una futurible renovación de la concesión, en caso de que se hubiera producido, por este importe era igualmente inviable. "La intención en su día, era que si llegábamos a los diez años y las circunstancias eran favorables, seguíamos hacia adelante con el proyecto, y la realidad a día de hoy y sin que el Ayuntamiento se haya pronunciado sobre lo que va a pasar con este local, es que estaremos abiertos hasta mediados de enero y estamos decidiendo una fecha para hacer una fiesta de clausura e intentar tener una representación de lo que ha pasado por aquí, que las bandas, los artistas y el público que ha sido protagonista estos años también lo sean en la clausura". Según De la Hoz, "nos gustaría mantener la marca, algo que ahora mismo es complicado por los problemas que arrastra la empresa."

En este contexto, Antonio Hernández pone el acento en los planes del Ayuntamiento para esta zona, que cuando llegó Mojo Club y otros locales era una apuesta por revitalizar el lugar y que la oferta de ocio nocturno de la capital tuviera aquí su zona caliente. "La dejadez que ha habido en los últimos años es de suponer que siga en la misma línea", afirma.

"Es una pena -argumenta Lorenzo de la Hoz-, es el espacio ideal en esta ciudad, hay otros, desde luego, pero aquí no hay viviendas ni vecinos, y está desaprovechado. E incluso ha habido una desidia municipal en el sentido de permitir, y que nos ha hecho mucho daño, un botellón gratuito, te multan por tener un vaso fuera de una mesa, como ha pasado, mientras se es permisivo con la venta ambulante".

Y es que Mojo Club "es un sitio diferente, donde todo el mundo era bienvenido, y ahora queda un hueco en la agenda de esta ciudad", lamenta sin nostalgia Antonio Hernández.

El Mojo Club marcó su territorio. Lo recuerda Oswaldo Hernández, productor, dj residente y programador de la sala en los últimos cuatro años. En su opinión, "lo que diferencia al Mojo de otros locales de la ciudad es el espacio y el sonido, y será difícil de encontrar otro lugar de estas características. Es un espacio pequeño con una tremenda presión de sonido, y eso lo suscriben artistas locales, nacionales e internacionales que han pasado por la sala".

La nómina de artistas de distinto signo que han tenido en Mojo Club el aliado para presentar sus proyectos es enorme en estos diez años. "Por allí han pasado todos los artistas canarios", recuerda Hernández, que entre otros, y por poner un ejemplo, nombra a Efecto Pasillo, el grupo grancanario que el pasado fin de semana llenaba la sala sinfónica del Auditorio Alfredo Kraus en dos días consecutivos, y que antes de dar el salto al mercado nacional eran habituales en la programación de Mojo Club.

Como seña de identidad bien marcada, Oswaldo Hernández pone en valor que la sala de la Plaza de la Música ha sido además "el único espacio que ha dado cobijo y proyección a la cultura electrónica de dentro y fuera de las Islas más allá del house".