El inmenso vacío que ha comportado el fallecimiento reciente del artista Alejandro Reino (Las Palmas de Gran Canaria, 1935-2018) ha impulsado al Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM) a volver a desandar las huellas del pintor para rendirle homenaje con una pequeña muestra retrospectiva que distingue la mirada y el espectro creativo que nutrió la trayectoria del artista grancanario.

Bajo el título Homenaje a Alejandro Reino (1935-2018), este tributo expositivo reivindica el registro multidisciplinar del artista, que se distinguió a escala internacional por su maestría en el arte del retrato, pero que también cultivó con sensibilidad otros lenguajes, como la pintura paisajística abstracta o la fotografía digital.

Su hijo, Alejandro Reino, celebró ayer esta iniciativa y animó a la institución a ahondar en este carácter transversal en retrospectivas futuras. "Siempre he comparado la trayectoria de mi padre con la de Luis Miguel, en el sentido de que siempre se le caracterizó como un cantante de boleros, cuando tiene un registro mucho más amplio. Y a mi padre siempre se le ha definido como un retratista y, sin embargo, era un artista con unos registros mucho más amplios", declaró ayer el hijo del artista.

"Mi padre era muy intelectual, siempre estuvo renovándose en todo su arte y en todo su trabajo, no sólo en el retrato, sino en el paisaje y la fotografía digital, que son obras que se han expuesto aquí. Me gustaría que las vieran y que las disfrutaran para que descubran todo lo que era capaz de hacer".

La muestra, articulada por Orlando Britto, director del CAAM, y Mari Carmen Rodríguez, miembro del departamento artístico, se dispone a lo largo de la planta superior del CAAM y se nutre de los fondos del centro de arte y los fondos familiares, así como de la colección del Cabildo de Gran Canaria.

El recorrido comienza con un brillante autorretrato del propio artista, al que dio sus últimas pinceladas hace unos meses, según reveló su familia. A continuación, la muestra aloja una serie de retratos de antiguos presidentes de la corporación insular, entre los que destaca un retrato de María Eugenia Márquez, puesto que fue su primera alumna, así como un retrato de su hijo. La cronología se retrotrae a una pieza de los años 50 que constituyó una de las primeras obras abstractas e informalistas que firmó Reino en Madrid, como integrante de la vanguardia artística que se embarcó en el el trasatlántico Alcántara, junto a Manolo Millares, Martín Chirino y Manuel Padorno. "Reino fue un auténtico maestro de la abstracción, pero tomó la decisión personal de desvincularse de ese lenguaje para adentrarse en los lenguajes del nuevo realismo", destacó Britto.

La muestra también recoge piezas que reflejan paisajes arquitectónicos fraguados durante su estancia en Marrakech, así como una serie de bodegones, paisajes y naturalezas muertas trazada en Canarias en paralelo al cultivo de retrato. El tránsito al nuevo siglo adentró a Reino en el lenguaje de la tecnología y la fotografía digital, que dominó con soltura y, como muestra, pone la guinda a este emotivo recorrido.