¡Ay de aquellos que menosprecian el jardín como ociosa ocupación de mentes infantiles! ¡Qué lejos están de adivinar hasta qué punto los jardines delatan los rasgos de la conciencia humana, hasta qué punto en sus arriates e isletas se condensan enlaces con el ignoto magma primordial! El alemán Rudolf Borchardt (1877-1945) aunó sus dimensiones de poeta, filósofo y naturalista en El jardinero apasionado, obra inclasificable donde el tratado convive con el ensayo y la reflexión histórica. Una alianza destinada a desvelar, además del camino que revierte la primigenia escisión, los impulsos que durante la Ilustración y el Romanticismo confluyeron en la jardinería ornamental. Entre ellos, la exploradora búsqueda de especies en las nuevas tierras, su aclimatación y su disposición en espacios cerrados recurriendo a las más variadas tradiciones de Oriente y Occidente. Un excitante remanso de conocimiento y sabiduría.