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Jesucristo y el ADN

'Levítico' : "Si alguno se acuesta con su nuera han de morir los dos"

En esta ocasión vamos a intentar discernir entre lo que es una epistemología del espíritu, puro, laico, y lo que es la religión. En filosofía está cada vez más claro que el filósofo no debe anclarse a ningún tipo de creencia, pues ello cercena su libertad para discutirlo todo, "conditio sine qua non" para llegar al fondo de las cosas. Pero en sí misma, como fenomenología del espíritu (poniendo entre paréntesis la ontología misma del espíritu), la religión se vincula a un personaje sagrado o divinal, y que impide hacer "tabula rasa", impide hacer una "epojé" absoluta. Dirimamos, por ejemplo, los siguientes textos, que encontramos en todas las iglesias y sinagogas, pues están extraídos del Éxodo y del Levítico, libros del denominado Antiguo Testamento: "Llegó a ver Moisés que el pueblo andaba desenfrenado, porque Aarón los había dejado desenfrenarse para ignominia entre sus opositores. Entonces Moisés tomó su puesto en la puerta del campamento y dijo: ¿Quién está de parte de Jehová? ¡A mí! Y todos los hijos de Leví empezaron a reunirse en torno a él. Ahora les dijo: Esto es lo que ha dicho Jehová el Dios de Israel: 'Ponga cada uno de ustedes su espada sobre el costado. Pasen y vuelvan de una puerta a otra puerta en el campamento y mate cada uno a su hermano y cada uno a su prójimo y cada uno a su conocido íntimo'. Y los hijos de Leví procedieron a hacer como había dicho Moisés, de modo que en aquel día cayeron del pueblo unos tres mil hombres. Y Moisés pasó a decir: Llenen hoy su mano de poder para Jehová, porque cada uno de ustedes está contra su propio hijo y contra su propio hermano, y para que él les otorgue una bendición hoy" ( Éxodo 32:25-29).

En el primer libro de Samuel, 14:48, se lee que los amalecitas saquearon Israel. Siguiendo al teólogo C. Scofield, entre la guerra de los amalecitas contra los hebreos cuando salían de Egipto ( Éxodo, 17), y su exterminación por orden de un Jehová sediento de sangre (libro primero de Samuel, 15) transcurrieron 4 siglos de rencor divino. Finalmente, en Levítico, 20: 12-14: "Si alguno se acuesta con su nuera, ciertamente han de morir los dos, han cometido grave perversión; su culpa de sangre sea sobre ellos. Si alguno se acuesta con varón como los que se acuestan con mujer, los dos han cometido abominación; ciertamente han de morir. Su culpa de sangre sea sobre ellos. Si alguno toma a una mujer y a la madre de ella, es una inmoralidad; él y ellas serán quemados para que no haya inmoralidad entre vosotros", y once versículos más adelante, un acto de apropiación parecida a la de los bajos instintos humanos: "Habéis, pues, de serme santos, porque yo Jehová soy santo, y os he apartado de los pueblos, para que seáis míos". Estas actitudes están guardadas como hechos sagrados en cien mil templos repartidos por el mundo, bajo la protección de las tres religiones monoteístas. Todo esto tiene una explicación epistemológica si estudiamos los culturmemes como colaterales a los genes; las ideas se proponen y existen, y se multiplican en el tiempo, se expanden en medios culturales donde existan códigos lingüísticos en reservorios con vida (en este caso los humanos), los cuáles, como el hardware de los computadores, generarán hechos en el mundo material. Ése es el sentido y naturaleza de las religiones, el de la generación de mitos o doctrinas basadas en ideas que sean eficaces a la hora de replicarse y autodefenderse. Como los virus.

Y ahora, en esta época, que se desarrolla velozmente en todos los niveles existenciales relativos al humano como individuo y a la humanidad como sociedad, pero ambos con ontologías independientes, se une a estas pulsiones irracionales la persecución de los tecnólogos al ADN de Jesucristo. Se intentó primero, hace una decena de años, con la Sábana de Turín (el Sudario de Jesucristo), pero la Iglesia Católica, su actual propietaria, lo prohibió. Y recientemente, George Busby, de la Universidad de Oxford, según informa la revista The Conversation, se quiere clonar el material genético obtenido en una Iglesia del Mar Negro, en Sveti Ivan, en la cual los arqueólogos Kazimir Popkonstantinov y Rossina Kostova, de Bulgaria, han encontrado unos huesos que pueden ser de Juan el Bautista, primo de Jesucristo. El Profesor Busby habla de la secuenciación del ADN de estos personajes históricos con otros genetistas que persiguen el ADN del Sudario de Turín, ahora jurídicamente inaccesible, y también estudia el osario del Apóstol Santiago, supuesto hermano de Jesucristo, y entonces señala: "Vamos a suponer que la contaminación pudiera ser descartada por completo y que un análisis del ADN de la Sábana Santa tiene una correspondencia familiar con el ADN del Osario de Santiago y ambos están relacionados con los huesos encontrados por los búlgaros. ¿Entonces no tendríamos el ADN de Jesucristo y su familia?". Una vez hecho el experimento, está por ver si ello implica la resurrección de aquellos seres humanos con todos sus poderes y conocimientos, o la constatación de que el ADN sencillamente sólo es una estructura que depende, en su expresión, del medio vital e histórico, y no arrastra esos poderes que revela el mito. Entonces quedará probado que los culturmemes son los que perviven y conforman el mito. Y una figura como la de Jesucristo sería divina no por su ADN, sino porque la divinidad no es la excrecencia de un dios, sino la revelación ontológica de un ser social. En pocas décadas lo sabremos.

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