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Crítica 'El quinto invierno'

Demasiado oscuro

Demasiado oscuro

Si tuviera que definir un espectáculo de danza tan hermético como El quinto invierno con un adjetivo se me ocurriría toda una serie que comienzan con la misma vocal: indescriptible, impenetrable, indescifrable, ininteligible, insondable, inescrutable? así que realizar la crítica de un ballet semejante se torna bastante difícil.

Sin embargo, hay algo claro desde el principio: todo gira alrededor de la relación entre dos personajes interpretados por los bailarines María Muñoz y Pep Ramis, que como decía una canción de Leonard Cohen bailan hasta el fin del amor, todo a través de una coreografía que muestra su relación como pareja, como si de una sucesión de altibajos se tratase.

De este modo mediante la danza y el movimiento se busca reflejar los diferentes estados de ánimo que puede atravesar una pareja: amor, odio, incomunicación, indiferencia y un largo etcétera.

¿Pero qué hay del resto? Las preguntas que a partir de ahí se hace el público son innumerables. Por ejemplo: ¿la espuma que Pep Ramis lanza al aire con dos aerosoles es una referencia a la nieve? ¿La obra termina con la muerte de uno de los protagonistas? Cualquier lectura es posible, porque jugando con la ambigüedad y la imprecisión, El quinto invierno consigue que todas las interpretaciones sean factibles.

Resulta increíble saber que este ballet está basado en una obra teatral escrita ad hoc, hasta que se descubre que se trata ¡cómo no! de un drama del inclasificable escritor napolitano Erri De Luca, pensador referente de la izquierda italiana. Si a ello le sumamos una banda sonora de Fanny Thollot a la que se añaden elementos tan dispares como una breve composición musical de la cantante tunecina Alia Sellami, todo dentro de un espacio escénico minimalista, limpiamente iluminado por August Viladomat, el resultado no podía ser más desconcertante.

Como era de esperar una de las consecuencias de semejante combinación es que por muy poética que en algunos momentos llegue a ser esta expresión artística (principalmente gracias al lirismo que sus movimientos alcanzan con la música) no consigue transmitir al espectador conceptos claros en los que basarse, aparte de dos elementos fundamentales: el paso del tiempo y los límites del propio territorio.

El invierno marca el final del año, simbolizando la muerte y el temor al futuro, de manera que llegado El quinto invierno, cuando ha transcurrido un lustro, las cosas son bastantes diferentes para cualquier pareja que después de tantos años permanezca unida. El resto queda libre a la imaginación de cada cual.

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