Cambiar, en una industria como la música, es como saltar desde un trampolín y trazar un doble tirabuzón durante la caída a la piscina: un riesgo de tamaño considerable dentro de un negocio marcado -en buena medida- por el continuismo, el éxito inmediato y las radiofórmulas. Con una trayectoria profesional de 30 años en su hoja de servicios, a Roberto Antonio le ha dado por romper esquemas, aflojar las cadenas que le vinculan a un sonido determinado y dar otra vuelta de tuerca en su carrera con su vigésimo álbum en solitario, Diferente. "Siempre he creído en la evolución", apunta el artista de Maracaibo (Venezuela) antes de añadir que "el que no lo hace se queda atrás... Hay que ser valiente".

Pionero del tecnomerengue y autor de canciones como Mi cocha pechocha, Noches de fantasía o Marejada, en su nuevo trabajo se atreve a mezclar el merengue con ritmo urbanos o el flamenco. "Yo siempre fusioné", explica Roberto Antonio. "Soy el impulsor del tecnomerengue", aclara, "un estilo sobre el que hoy mucha gente me sigue preguntando qué es, pero que fue el resultado de la mezcla del merengue con elementos electrónicos. Nadie, antes que yo, se había atrevido a hacer eso. Y de esa mezcla hoy se pueden encontrar trazas hasta en el reguetón".

No duda en subrayar que el tecnomerengue es la raíz de la que parten "todos los sonidos urbanos que se están creando hoy en América Latina". "Sé que en su día recibí críticas por esa evolución que le di a una música con mucho arraigo en el Caribe", reconoce, "pero el tiempo me dio la razón. Alguien tenía que cambiar la escena y me tocó a mí por suerte".

Encuentra en la fusión de estilos "una manera en la que lanzar un mensaje para conciliar a la gente". "Vivimos una época", detalla, "de mucha confrontación, de mucho odio. Ocurre en mi país, Venezuela, pasa también aquí y en otros lugares del mundo. Y la música es un buen vehículo para lanzar un mensaje de unión, de amor".

Cuestionado por las letras de corte machista o subidas de tono habituales en el reguetón, el músico venezolano argumenta que "es cierto que hay un público al que le gusta ese estilo, muy influenciado por el trap". "Pero cuando me plantean esa realidad", señala, "a mí me gusta recordar canciones como Despacito, que tienen unas letras más suaves o amables".

Canarias, puerta de España

Roberto Antonio, pese a contar con una trayectoria consolidada en el mercado latinoamericano, recalca que afronta cada álbum como un nuevo desafío. "No puedo", apunta, "decepcionar a mis seguidores, a la gente que ya me dio el sí. Tengo una especie de compromiso con ellos en cada uno de mis discos y tengo que ofrecer algo distinto que no aburra".

Tras pasar por Los Melódicos y apuntalar una sólida carrera en solitario América Latina -"empecé muy chamo", subraya-, toca a la puerta del mercado español. "Y la entrada es por Canarias", recuerda antes de detallar que "aquí, en las Islas, el público entiende mejor estos ritmos. Es más bailón, más caliente, más cariñoso".

Después de pasar por el Carnaval de Santa Cruz de Tenerife, los planes de Roberto Antonio apuntan a Madrid y Barcelona con Diferente como carta de presentación.