El despertar de los cuerpos y la revolución del espacio a partir de su encuentro, unión e interacción inspira la pieza de danza Woodstock, que el coreógrafo Javier Guerrero ensaya en la Sala Insular de Teatro (SIT) con los bailarines Joel Mesa, Paula Tato e integrantes de la Escuela de Danza Natalia Medina.

El coreógrafo cacereño afincado en Barcelona, donde lidera su propia compañía de danza desde 2013, presenta este fin de semana el primer boceto de esta propuesta artística de trasfondo social en la estela del People have the power, de Patti Smith, que Guerrero ha hilado durante dos semanas de residencia artística en la SIT. Además, la propuesta se presenta al abrigo de un programa doble que incluye la representación de Wimbledon o la gran desilusión, pieza de repertorio de la compañía de Javier Guerrero que ha cruzado el mapa europeo y que interpretarán por primera vez los bailarines de la compañía de danza de Natalia Medina en un ejercicio de apropiación.

En cuanto a la novedad primera, Woodstock sube el telón mañana, por primera vez, como pieza en construcción o work in progress que descubre sus primeros mimbres en el recinto de Primero de Mayo. " Lo que presentamos a partir de nuestra residencia artística en la SIT son las primeras investigaciones de movimiento y de estructura de la pieza", reveló ayer Javier Guerrero en un break de los ensayos. "La pieza completa se estrenará en Barcelona con el resto de nuestros bailarines a finales de este año, pero por fin podremos mostrar las primeras escrituras".

Estas líneas primigenias toman como punto de partida el mítico Festival de Woodstock y su turbamulta contracultural en el filo de la década de los 60, pero dialoga con otros tres episodios históricos inscritos en diferentes etapas: las revoluciones de mayo del 68 en París; las manifestaciones del 15-M en la Plaza del Sol, y el discurso emitido por el presidente de China, Xi Jinping, al Ejército chino, el pasado tres de enero de este año, en el que clamó: "Estén listos para la guerra, no teman a la muerte".

"Estos tres acontecimientos históricos tienen un denominador común, que es la unión de muchos cuerpos en un lugar concreto", señala Guerrero. "Nuestro punto de partida es Woodstock, no como representación literal de lo que fue el festival, sino como punto de partida y lugar escénico donde ocurre la pieza. Lo que nos interesa es la unión de los cuerpos y la idea de que su valor y su unión es mucho más potente que cualquier nación, sistema de poder o ideología".

En segundo lugar, Javier Guerrero presenta también la pieza Wimbledon o la gran desilusión, creada en 2015 y distinguida con el primer premio en el IV Certamen de Microdanza de Madrid, y que interpreta en esta ocasión un trío de bailarines de la compañía de danza de Natalia Medina. La pieza se nutre de la atmósfera protocolaria del famoso torneo de tenis y narra "la historia de dos hermanas tenistas que han ganado muchas finales de Wimbledon y que, en un momento dado de sus vidas, se replantean qué hacer con tanto título acumulado", explica Guerrero. "Por tanto, volvemos a reflexionar sobre los conceptos de poder y de triunfo".

En cuanto al ejercicio de transferir la pieza a los bailarines canarios, Guerrero se mostró "emocionadísimo", porque, a su juicio, "no es fácil traspasar una pieza y lo han cogido muy bien". "Me ha encantado la energía de la Isla y, sobre todo, de sus bailarines, porque están muy vivos y tienen muchísimas ganas de currar", añadió.

Con todo, el coreógrafo admite que existen paralelismos entre ambas piezas, "sobre todo, en el lenguaje coreográfico: es como si tuviéramos un abecedario, y la combinación de letras da lugar a diferentes palabras, pero el abecedario es el mismo. Pues así sucede con nuestro lenguaje, lo utilizamos para construir diferentes piezas, pero las letras son nuestras".