Los conflictos internos que, en su punto de ignición, desenmascaran las regiones más oscuras de la conciencia, inspiran el imaginario abisal de Ingmar Bergman, cineasta imprescindible del siglo XX. Y este universo de obsesiones en torno a los sedimentos del pasado, las relaciones humanas y las revelaciones metafísicas atraviesa su último testimonio teatral, un testamento vital o carta de amor a la escena bajo el título Después del ensayo.

El actor Emilio Gutiérrez Caba (Valladolid, 1942) es el álter ego del autor de Persona y Fresas Salvajes en una versión dirigida por Juan José Afonso a partir de una adaptación de Joaquín Hinojosa, con las actrices Chusa Barbero y Rocío Peláez, que exhibe el Teatro Cuyás los próximos 5 y 6 de mayo.

"Coincido en una gran medida con las ideas teatrales de Bergman en Después del ensayo, pero lo que me atrajo del texto no fue sólo su reflexión sobre el teatro, sino sobre la vida, el paso del tiempo y las relaciones sentimentales, no sólo entre parejas, sino entre director y actrices", sostiene Gutiérrez Caba.

La pieza, concebida como un testamento de la vida del cineasta sueco y su relación con la escena, se estrenó en formato de película para televisión en 1984 con Erland Josephson, Ingrid Thulin y Lena Olin en el reparto. "Ya entonces me pareció una película espléndida por las reflexiones que hacía", revela el actor. "Por tanto, cuando se hizo la adaptación teatral, me pareció que valía la pena imbuirse del mundo de Bergman y ver qué ocurría en su cabeza y en su corazón".

La generación de Gutiérrez Caba descubrió el universo bergmaniano en las salas de cine pues, tal como apunta el actor, "yo pertenezco a una época en la que el cine tenía una significación social que, desgraciadamente, está perdiendo". "No sólo nos reuníamos para ver una película, sino que compartíamos una especie de identificación de ideas y títulos como El manantial de la doncella, El séptimo sello o Un verano con Mónica eran películas que veíamos con gran devoción", recuerda. "Otra cosa es que entendiéramos las obsesiones que en ese momento tenía Bergman como director. Pero luego, a lo largo del tiempo, volviendo a su filmografía y a su trayectoria posterior en cine y teatro, entiendes muchas de las claves de aquellas películas", añade. Para el actor, pese a la codificación existencialista de su filmografía, "Bergman también tenía un gran sentido del humor y un gran sentido de la pasión".

En este sentido, al respecto de la adaptación de Después del ensayo, señala que "Hinojosa ha hecho una labor excelente y ha sabido darle esa fraseología y esa forma de tratar las cosas que valoramos en escena". "Al igual que para mí no es difícil comulgar con el ideario de Bergman, creo que Joaquín, en su proceso de traducción, también encontró muchos puntos de contacto con respecto a lo que Bergman había gozado y sufrido en esta profesión tan desconcertante, pero tan desconocida en el fondo".

Precisamente, Gutiérrez Caba estrena como director el montaje La cueva de Salamanca, de Ruiz de Adarcón, el próximo 10 de mayo, en coproducción con la Universidad de Salamanca y la Compañía Nacional de Teatro Clásico. "Mis experiencias como director de teatro han sido ya en la madurez", ríe el actor. "En este caso, he creado un ensayo de teatro dentro del teatro, pero porque me ha salido así: a veces, uno se pone delante de una cuartilla y las ideas se vuelcan como a través de una pluma mágica, y los personajes toman sus propios derroteros". También identifica esta mirada metateatral en Después del ensayo. "Me doy cuenta de que, cuando eres joven, hay muchas cosas que haces de manera irreflexiva y, cuando pasan los años, te das cuenta de que deberías haber estado preocupado", apunta. "Y en esa teoría sobre la juventud, el tiempo y el teatro como trasunto de la vida coincido mucho con Bergman".

Sin embargo, Gutiérrez Caba señala que "desgraciadamente, el teatro ha dejado de tener esa aureola de reconocimiento que tenía antes, pese a contar con actores excelentes, con unas facultades y virtudes teatrales innegables". "La cultura teatral está prácticamente paralizada en toda España y eso no dice nada a favor de nuestro país, como no lo dicen tantas otras cosas", manifiesta. "Me siento profundamente enfadado por el abandono a la cultura y a la educación en este país, no solo por la administración actual, sino en general, porque merecen otro respeto y otro trato por parte de las instituciones, que deberían inculcar las artes a la ciudadanía, no despreciarlas".

A su juicio, "la palabra cultura se está utilizando ahora para las cosas más peregrinas, como la cultura culinaria o la cultura del vino, pero la cultura, aunque se puede aplicar a esos términos, es la que forma la conciencia de un país a través de sus pinturas, su literatura, su cine o su teatro, y que continúa viva en la mente de muchos de nosotros. Y esos son los grandes orgullos de una tierra". "Por ejemplo, Canarias puede sentirse orgullosa de haber aportado a las letras universales al escritor Benito Pérez Galdós, al igual que Suecia puede sentirse orgullosa del nombre de Ingmar Bergman", concluye. "Estos nombres han hecho un país a través de sus escritos y su arte. Y esos son los auténticos patriotas".