En una época en la que los dispositivos móviles impiden cualquier atisbo de comunicación real y auténtica entre las familias, amigos, parejas y la sociedad en general, es toda una sorpresa encontrarse con un evento de la dimensión del Maratón de Cuentos que ayer se celebró en la Alameda de Colón.

Organizado por la Biblioteca Insular, los alumnos de ocho centros de primaria de los diferentes municipios de Gran Canaria iniciaron esta XVIII edición durante la mañana. Y así, un amplio grupo de estudiantes de los colegios Cervantes, Carretería y Alcaravaneras participaron durante la primeras horas con historias de creación personal en un evento que se fue incrementando de público a medida que avanzaba el día. Cada colegio tuvo veinte minutos de protagonismo para participar en una jornada a la que también acudieron los institutos Poeta Tomás Morales Castellano, Carrizal y Jinámar, así como el Atlantic Schools o el British School Gran Canaria.

Y fue la presencia de las nuevas generaciones, y el entusiasmo que mostraron en todo momento, sin ningún género de dudas, la gran sorpresa de la jornada, pues supuso toda una oportunidad para desmentir ese tópico de que los más pequeños sólo se motiva con los videojuegos o la cultura audiovisual.

Y es que, entre más pequeños eran los cuentistas, más interés y esfuerzo ponían en aparecer lo más elocuente posible. El evento tuvo como maestra de ceremonias a Yanira Naranjo y contó con la participación de numerosos narradores profesionales, así como escritores invitados. Mientras tanto, en dos carpas se habían instalado también las librerías Canaima y Sinopsis que ofrecieron venta al público de ediciones infantiles y juveniles. Aparte de todo esto se contó con un espacio en el que se exhibían ediciones de gran calidad de algunos cuentos ilustrados sacados de la Biblioteca Insular y a un lado de la plaza se retransmitía en directo toda la jornada.

Escenario

El cuentista alicantino José Manuel Garzón fue uno de los primeros en salir al escenario. Y lo hizo con El hombrecito verde, una adaptación de un cuento tradicional venezolano con una inesperada moraleja que a nadie dejó indiferente. Poco después de su participación, el también actor aseguró que contar cuentos "es un arte de conversación con el público" ya que, en su caso, cuenta cuentos para cambiar el mundo. "El cuento tiene que tener emoción y la emoción exige la irresistible presencia de la vida en cada uno de ellos. En esa verdad se sustenta el código de complicidad que se produce entre el narrador y el público que escucha". La narradora Andrea Farah, por su parte, participó a primera hora de la tarde. La joven explicaba que contaba historias para que los oyentes observaran detrás sus palabras "el hilo invisible del corazón". La cuentista grancanaria cree que "hablar de las emociones nos iguala a todos", y por eso las aventuras de las protagonistas de sus cuentos sirven para entender que los sentimientos no entiende de separación. "Todos nos movemos con el latido del corazón, y todos estamos unidos por un fino hilo invisible. Y si para algo sirve el cuento es para hablar de emociones, de retos, de sueños", añadió.

La canaria Begoña Perea acudió con los alumnos del centro de Carretería de Moya y contó la narración titulada La cosas que más duele del mundo, un cuento tradicional de Costa de Marfil en la que una liebre y una hiena conversan sobre asuntos cotidianos. La liebre, para demostrar a su amiga que la mentira es la cosa que más duele del mundo, elabora en la puerta de palacio un pastel muy especial que provocará la cólera del rey.

El canario Néstor Bolaños contó ya casi a última hora un cuento de tradición oral inspirado en la tribu de los pies negros que habla de cómo surgieron los primeros hombres y mujeres del mundo. Y sí hasta una veintena de profesionales de la narración que fueron ocupando la carpa principal de la Alameda durante todo el día.

También, y durante la mañana, participaran colectivos sociales como Aldeas Infantiles SOS ESpaña y otros culturales como Contadores de Vida, el Centro Cívico Suárez Naranjo, la Unidad Canina de la Policía Local de Las Palmas de Gran Canaria y los miembros de la Asociación Iraitza. Paralelamente tuvo lugar en la Plaza de las Ranas una nueva edición del Concurso de Ilustración del Maratón de Ilustradores y, por primera vez, un maratón radiofónico de emisoras escolares de cerca de treinta centros de la Isla, que utilizan la radio con una finalidad siempre educativa.