Cae la noche oscura del alma, como en la célebre metáfora de San Juan de la Cruz, y tres mendigos de sueños arañan la penumbra en el desahucio anticipado de sus vidas. Esta es la puesta en escena de Ahora todo es noche, el nuevo espectáculo de la mítica compañía La Zaranda, pero es también la historia de sus actores y es el relato común del propio teatro, "donde siempre estamos al borde del desahucio".

Así lo manifiesta Eusebio Calonge, el dramaturgo de cabecera de esta compañía de culto de Jerez de la Frontera, que conmemora 40 años de vida perpetrando su propia autopsia y cuyo epitafio, Liquidación de existencias, simboliza ese sueño teatral que sigue vivo al albur de los tiempos que corren, "a pesar de los pesares".

"Esta historia se mueve en varias direcciones", anuncia el autor. "Argumentalmente, puede ser la historia de la propia compañía que, después de cuatro décadas, se encuentra en una sociedad donde la cultura tiene más escaso valor que cuando empezamos y, sobre todo, muy poco interés por parte de los que deberían promulgarla. Y por otra parte, habla también de esa misma sociedad instaurada en una falta de humanismo y de atención hacia lo espiritual y lo artístico, que la sumerge en esa negrura material en la que parece no encontrar ningún horizonte", añade.

Los actores Gaspar Campuzano, Enrique Bustos y Francisco Sánchez -este último, director de la compañía, más conocido como Paco el de la Zaranda- ponen en pie a este singular trío de mendigos que interpela a la sociedad desde la cola, con sus miserias y estética lynchiana, que de pronto se convierten, bajo el hechizo de la escena, en reencarnaciones del Rey Lear, Segismundo y Prometeo, unos reyes sin reino en busca de una redención poética y cuyo último refugio cuando arrecia el temporal es la magia del teatro. "Si Lear ha muerto, el teatro vive. Y si el teatro vive, Lear vive. Vive... en el teatro", declaman los mendigos.

Simbólico

"Creo que esta obra nace de un deseo de reflexión", indica Calonge. "Los mendigos, como en todos nuestros trabajos, adquieren un plano simbólico, porque también estos mendigos acaban siendo tres reyes destronados, que se corresponden con estas tres figuras de la historia de nuestra tradición literaria y dramática, que también han acabado siendo mendigos".

Esta autoconciencia teatral se bambolea en ese "aniquilamiento de lo espiritual y cultural" en el escenario contemporáneo. "La Zaranda nació en 1978, con la transición, y ha vivido épocas de bonanza donde los bienes materiales eran mayores, pero, realmente, no se cultivaban los espirituales, con lo cual, al primer desplome, estaba claro lo que iba a suceder", reflexiona el autor. "Por eso, después de tanto tiempo, creo que lo importante es mantener intacto tu nivel crítico y ser crítico incluso con la crítica, que, a veces, es engañosa. Yo creo que la capacidad artística siempre va unida a eso".

El viaje alegórico a los abismos de la sociedad en Ahora todo es noche, a lomos del desgarro, el sarcasmo, la poesía y el esperpento, encierra todos los lenguajes de experimentación de La Zaranda. "Es que La Zaranda tiene un lenguaje teatral muy definible, un territorio que defender, porque nosotros hablamos de un 'territorio de lenguaje', que se mueve en lo alegórico, lo expresionista, lo humorístico y lo trágico. Todo eso se da en Zaranda, porque lo que siempre buscamos es emocionar desde el texto y la interpretación", revela el autor.

"Creo que, cuando se siente la pasión del arte, la emoción es el vínculo más directo con el espectador, más que el intelecto, más que lo racional, más que los grandes discursos". "Y los que nos conocen saben que La Zaranda siempre cuenta todo con mucho sentido del humor y que hacemos reflexionar a través del humor", añade. "No quisiera dar la idea de que es una obra áspera para el espectador o que se necesitan unos niveles o referentes culturales muy grandes para llegar a ella. Creo que si La Zaranda permanece después de tanto es porque hace teatro para todo el mundo, un teatro comprometido con las emociones".

Pero lo paradójico es que La Zaranda haya querido explicarse a sí misma situándose en el lado de los perdedores, pese a la gloria de sus 40 años en los escenarios con fieles y acérrimos seguidores, en los que han paseado la tradición dramatúrgica española por todo el mundo y recogido múltiples reconocimientos, entre ellos, el Premio Nacional de Teatro, en 2010.

Ni siquiera torció su vuelo el reciente cambio de radicación de su sede en Jerez -de donde proceden todos sus integrantes, invariables desde los orígenes de la compañía- a Madrid el pasado 2016, que conllevó un cambio de denominación en la formación, pasando de La Zaranda. Teatro Inestable de Andalucía la Baja a La Zaranda. Teatro Inestable de Ninguna Parte. "El cambió se debió a un tema de administración, en un momento en el que dejamos de recibir cualquier tipo de apoyo en Andalucía. Incluso, todo lo contrario, lo que recibimos fue una persecución administrativa bastante severa, después de llevar el nombre de Andalucía La Baja por todo el mundo, con lo cual decidimos irnos de esa comunidad", revela Calonge.

"Pero creo que el concepto de 'ninguna parte' es también un modo de decir que ya no necesitamos esas raíces, porque cuando no se es de ninguna parte, uno puede ser de cualquier sitio. Al fin y al cabo, La Zaranda siempre ha sido de todos los lugares que ha cruzado, porque lo importante no es dónde uno se encuentra, sino dónde está su corazón", apunta.

Alba

Y a pesar de los pesares, ¡la Zaranda vive!, exclaman los mendigos. Aunque baile en el alambre de la incertidumbre, la compañía mantiene el equilibrio y, aunque ahora todo sea noche, sigue apostando por la luz. "Cuando se está en la negritud o en lo más hondo de la noche, es que falta menos para el alba", revela Calonge.

"Aquí hablamos de futuros torcidos, pero que se produzca este diálogo poético con el espectador ya es un motivo de esperanza. Por eso, creo que Ahora todo es noche es un canto al ser humano, a su libertad y a su capacidad de compromiso. Y esa fe en el ser humano, esa idea de la noche como punto de partida hacia un horizonte de luz, es lo que mantiene a la Zaranda en su trayectoria".

¿Y cuál es el secreto? "El secreto no es más que esperar que el teatro te desvele la incógnita que siempre has buscado", concluye el autor. "Si hubiera sido por el dinero, lo hubiéramos dejado hace mucho tiempo en los momentos más difíciles, como tantas compañías; si hubiera sido por la fama, creo que a cierta edad eso pierde importancia; y si hubiera sido por el prestigio, ya lo hemos tenido de sobra. Pero lo que siempre te falta es saber qué quiere el teatro de ti, qué te va a revelar en las próximas obras. Y ese misterio y ese interrogante es lo que te hace seguir".