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Crítica Ensemble Matheus

El asesinato de Vivaldi

La interpretación de Las cuatro estaciones de Vivaldi hizo evocar al británico Thomas de Quincey (1785-1859) y su famoso ensayo El asesinato como una de las Bellas Artes. Una introducción verbal del director y solista francoitaliano Jean-Christophe Spinosi, divertida por sus apuros fonéticos con la lengua española, dio pistas al muy numeroso público sobre el obvio descriptivismo del gran compositor veneciano, ilustradas con ejemplos sonoros. El y sus magnificos instrumentistas se dedicaron seguidamente a masacrar la más bella y popular partitura del Barroco meridional, admirado por el genio del Septentrión, J.S. Bach.

El precioso sonido del Ensemble, su virtuosismo y estilo diferenciado fueron entrando en un jardín de rarezas y exotismos, silencios, extremosidades dinámicas, planos caprichosos, contrastes exagerados y hasta disonancias -no escritas- en el cembalo, que, además de desnaturalizar el capolavoro explicitan su inutilidad, porque nada aportan. Al contrario, hacen añorar el espléndido servicio que podrían prestar a las numerosas obras maestras escritas para orquesta de arcos en los siglos XX y XXI. En consecuencia, vano esfuerzo, larguísimo y finalmente aburrido. Vivaldi quedaba muy por encima de la versión a medida que aquel extravagante onirismo traía a la memoria otro ensayo de De Quincey: Confesiones de un opiófago inglés.

El concierto había comenzado con brillantes interpretaciones de la Obertura e Interludio del Jerjes haendeliano y de uno de los más amados Concerti grossi de Corelli (op.6 num.8 en sol menor). La iconoclastia evidente, la originalidad de la lectura y la luminosidad del sonido habían respetado los límites del estilo y puesto de relieve la gran clase del conjunto. Pero preludiaban el asesinato de Vivaldi, obra base del programa...

Spinosi, buen violinista y muy dotado director, empezó la velada volviéndose al público para desearle Feliz Navidad. El sol entraba por la vidriera del Auditorio en la primera tarde realmente primaveral del año. Como propina, el Summertime de Gershwin en delicioso anticipo del verano.

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