Es otra de las últimas joyas surgidas en la siempre sorprendente Granada. Una banda que ha sabido asimilar lo esencial de estilos como el slowrock, el indie y el dreampop de una manera especialmente afortunada en un primer disco elaborado con mucho equilibrio, publicado originalmente en 2017, pero que acaba de ser reeditado debido a la demanda por parte de sus últimos fans.
Representan el último eslabón de un estilo que ha tenido una gran aceptación en nuestro país como lo demuestra formaciones como Automatics, Alias Galor, Linda Guilala, Blacanova, Arista Fiera o Celica XX que han asimilado la esencia del pop anglosajón con una personalidad propia y con intención renovadora. Su decálogo parte, por tanto, de un sonido etéreo, que surge del juego melódico entre las guitarras, a veces saturadas y otras cristalinas, al amparo de grupos como The House of Love o Galaxie 500, y con una base rítmica contundente que tiene la mirada puesta en My Bloody Valentine.
El tema que mejor resume su propuesta quizás sea Amigo sol que recuerda a bandas de los noventa como Lush o Pale Saints de sonido preciosista. Algo parecido ocurre con la envolvente El almendro (nuestro motor) más cerca de los últimos Slowdive en su manera de elaborar los ritmos y melodías siempre embriagadores. Y pueden sorprender con títulos del tipo Qué quieres de mí y Nueve esferas en donde se introducen de forma sorpresiva por el más puro noise de los noventa con alusiones a Sonic Youth y Surfin' Bichos a partes iguales. Incluso a veces se adentran por un terreno algo más psicodélico en una onda similar a Spaceman 3 en la elegante Posible final.
El disco incluye títulos como Bing-bong o Scarlett que absorben algo del sonido Donosti de La Buena Vida. Y también muestran su vena más pop en temas que los puede acercar a una mayor audiencia como Juan sin miedo o Romance de verano.
Con un precioso diseño de Gabriel Moreno como portada, Apartamentos Acapulco ha sabido reconstruir en este disco un discurso personal surgido al amparo de los fundamentos de dos bandas de su ciudad como Los Planetas y Niños Mutantes. No obstante Jota ha participado en la elaboración de algunas de sus canciones y su impronta se percibe más claramente en una pieza como La langosta que podría haber estado sin problemas en el disco Una semana en el motor del autobús. Un excelente debut que ya pide a gritos una segunda parte, pronto.
