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Una década para una centuria

Jane Millares, junto con Elvireta Escobio, fue una de las primeras mujeres que se 'atrevieron' a exponer su obra en solitario en los centros de máxima referencia bajo la dictadura y en una sociedad machista

Una década para una centuria

Feliz cumpleaños Jane... Gracias.

Voy a aprovechar esta ocasión para transmitirte, sobre todo, un mensaje de gratitud, en mi nombre y en nombre todas las personas a las que has servido de ejemplo. Esta Isla te vio nacer un 2 de agosto del año 1928, hace tal que 90 años, en el entorno ideal de la Playa de las Canteras, en un tiempo que fue para la familia Millares feliz y dulce.

Fuiste una niña afortunada, al nacer en el seno de una familia grande, culturalmente rica y afectuosa. ¡La primera niña! Qué alegría llevaste a tu casa.

No pasó mucho tiempo cuando la coyuntura política acarreó el desencadenamiento de dos guerras muy seguidas que azotaron duramente a la sociedad española, primero, y a continuación a la mundial. Tu familia lo sufrió de lleno, pero tu instinto luchador y creativo afloró sin mesura. Muchos hablan de tu talante tímido, de tu "dulzura" y tu mirada de niña, pero tu obra y tus acciones hablan de tu fuerza, de un carácter recio y de una mujer con determinación. Realmente hiciste aquello que querías. Tu creatividad, no sólo a nivel artístico, sino ante la vida, no encontraba límites. Y tu obra siempre denotó una personalidad dura, propia de una gran inteligencia y de una persona tremendamente observadora que te caracteriza. Posiblemente esa aura de niña haya sido lo que te ha mantenido optimista, pues llegaste con una fuerza imparable y un enorme optimismo, a pesar de todo, de modo que nada se hacía imposible para ti. Nada te hacía desistir de tus empresas.

Ayudaste a mucha gente de tu entorno, eso es un hecho. Con tu ingenio y espíritu emprendedor sacaste adelante a tu familia en los momentos más difíciles, lograste hacerte con una casa propia, para todos; la llenaste de riqueza humana, transformándola en un hogar lleno de estímulos con tu actitud y tu trabajo, y no sólo descubriste en el arte el enorme poder trasformador para la sociedad que éste entrañaba, sino que lo ejerciste.

Así, tus exposiciones se sucedían una tras otra. No me deja de sorprender, Jane, la evolución que ha tenido tu obra a lo largo de todos estos años, más de cincuenta de trayectoria, que se dice pronto. No sólo por su madurez, desde las primeras series (con los primeros indigenismos de 1950-55) sino por su calidad plástica, su modernidad, y la capacidad para adaptarse a su contexto y a su tiempo, con un discurso coherente y con claros objetivos. Creaste tu propio lenguaje sabiendo beber del entorno artístico que te circundaba y asimilabas toda novedad que te llegaba a las manos, reformulando las modas e imprimiendo honestidad. Tu obra entera es un reclamo. No hay que olvidar que además de la reivindicación y defensa del patrimonio natural y cultural canarios, tu trabajo como pintora suponía también un alarde de valentía. Fuiste, junto a Elvireta Escobio, una de las primeras mujeres que se "atrevió" a exponer su obra en solitario en los centros de máxima referencia en Las Palmas, en plena dictadura franquista, y en una sociedad eminentemente machista -en buena parte, retrógrada hasta decir basta-. Estas exposiciones eran siempre un éxito, se llenaban de autoridades y un montón de público, se vendía casi todo y ocupaba grandes espacios en la prensa.

Te hemos visto implicarte públicamente en numerosas causas sociales que te honran. Por nombrar algunas: te pronunciaste para salvar a los inculpados en el Consejo de Guerra de Burgos (1970), por la defensa del patrimonio arqueológico canario, la arquitectura tradicional, por el apoyo a personas que sufrían drogodependencia, por la dignificación del papel de la mujer en la sociedad y por la Igualdad, y por la creación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, entre un largo etcétera.

Has sido una creadora imparable que produjo hasta las últimas consecuencias, hasta agotar tus facultades. Te hemos visto asimismo encajar los duros golpes de la vida, como fue la pérdida de tus hijos, sin dejar jamás de ser la madre de familia cariñosa y presente con la que tu familia se queda. Has compartido lo más hondo de ti, desnudando tu alma y confesando tus experiencias vitales a través de tus cuadros, cuya emotividad -a veces dramática, a veces contenida- no deja a nadie indiferente.

Con todo lo expuesto, sólo me resta constatar mi consideración hacia ti como un ser de máxima admiración. Debo añadir que para mí ha sido un orgullo trabajar con tu obra, en la realización de tu primera gran retrospectiva que se llevó a cabo en 2012 en las salas del San Martín Centro de Arte Contemporáneo de esta capital y en la elaboración de tu monografía, que esperamos muy pronto vea la luz, para que pueda servir de referencia al gran público y a futuros investigadores.

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